San Sebastián.— El actor y director Viggo Mortensen recibió un doble premio en la penúltima jornada del festival vasco pues para él, ver proyectada su película Falling previo a recibir el Premio Donostia a su carrera, fue un reconocimiento enorme.

“Ayer no dormí porque sabía que hoy sería un día muy grande. Presentar aquí la película y recibir este premio son dos regalos para mí”, contó durante la rueda de prensa, que fue cercana y emotiva, como lo es su ópera prima, en la que además de dirigir y escribir, se ocupó de la música y es uno de los protagonistas.

Falling retrata la vejez de Willis, un padre complicado y gruñón interpretado por Lance Henriksen, cuyos prejuicios y amargura se acentúan con la demencia senil que contrasta con la paciencia y ternura de su hijo John, protagonizado por Viggo.

“La película es acerca de envejecer, de enfermar, de las decisiones que has hecho en tu vida, de lo que has sembrado”, dijo.

Mortensen contó que el filme tiene pinceladas de su infancia:

“El guión lo escribí poco después de la muerte de mi madre, tomé algunos apuntes de las historias que había escuchado en el funeral. La base de la película es explorar mis sentimientos hacia mis padres y hacia mi relación con ellos. Hay algunos fragmentos de conversación que mis hermanos recordaron y por eso les dedico la película”, explicó.

El histrión contó que actuar en este filme no era su idea inicial, “pero fue necesario para financiar la película”, la cual intentó rodar desde hace décadas, tiempo que aprovechó para aprender de su experiencia de los grandes directores con los que trabajó.

“El señor de los anillos fue co mo una escuela de cine que duró un año y medio y en la que aprendí cantidad de cosas empezando por el espíritu neozelandés de saber que sí se puede. Peter Jackson no paraba de lograr pequeños milagros y soluciones a problemas de rodaje”, recordó.

En su filme, Vigo hace homenaje a los directores David Cronenberg, con un cameo, y a Agnès Varda en sus créditos, de quien compartió: “Agnés, su hija Rosalie y yo coincidimos en un avión de vuelta del Festival de Marrakech hacia París. Ella me habló de la importancia de respetar al público y a su inteligencia, dejar a las personas ir descubriendo las cosas y eso es algo que intenté hacer en el filme”.

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