Cuando el escritor iraní Nassim Soleimanpour escribió hace 10 años su obra "Conejo blanco, conejo rojo", la posibilidad de salir de su país y llevarla al no era posible para él porque el gobierno de su país lo condenó por no haber hecho el servicio militar.

Esa sensación es la que el actor Ismael Corona, integrante de la Compañía de Teatro Penitenciario, conoce perfectamente por su historia en la cárcel, pero también porque ahora los teatros están cerrados a causa de la pandemia.

“El teatro ha significado la vida y cerrar un teatro es censurar la misma vida, y en este texto se dice qué pasa con la vida y los teatros. Creo que todos en esta República mexicana somos un conejo blanco y un conejo rojo, todos somos un experimento. Esta obra conecta conmigo de dos formas: la primera, que yo también perdí mi libertad en algún momento; la segunda, con la pandemia y en este confinamiento, en cómo te quitan por una mala decisión tu libertad física y por otras situaciones te quitan la libertad mental”, declara Ismael, quien el 8 de marzo grabó esta obra, que se presentará hoy de manera digital por Teatrix, por única ocasión.

Este joven actor asegura que no se esperaba un texto como el escrito por Nassim Soleimanpour, ni mucho menos que llegara a conectar de una forma tan cercana a él, sobre todo cuando es necesario estar en el aquí y el ahora en el momento de interpretar lo puesto en el papel; algo que le hizo recordar el proceso de peritaje que vivió cuando se investigó su caso.

"El teatro ha significado la vida y cerrar un teatro es censurar la misma vida, y en este texto se dice qué pasa con la vida y los teatros”, Ismael Corona, actor. 

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“Me llevó a eso y dije ¡qué caray!, por el contexto en el que yo estoy actuando empata con mi persona más allá de lo que estoy leyendo”.

Esta obra será interpretada hoy por diversos actores alrededor del mundo, justo a un año del cierre de los teatros, como una muestra de resiliencia del gremio teatral y de que con creatividad se puede vencer cualquier contratiempo.

Es así que Ismael se paró en medio del escenario del foro El 77 y recibió un sobre cerrado que contenía el libreto, justo cuando dieron tercera llamada, así durante más de hora y media, el actor fue descubriendo de qué iba la trama y el inesperado final.

“Me sentí tranquilo al principio, esta caja negra del 77 es muy protectora, siento que el estar en el escenario es más seguro que estar en la calle o en tu casa. Al tomar el texto sabía que todo iba a fluir y solamente tenía que estar con mi yo, pero me doy cuenta que prestar mi cuerpo para que otra persona pueda decir algo es mágico, así que sólo me dejaba llevar”, arfirma Ismael.

El pasado 13 de febrero Ismael cumplió siete años de que recuperó su libertad y fue precisamente estando ya afuera de prisión, que se integra a la Compañía de Teatro Penitenciario, la cual tiene 12 años trabajando con los internos de Santa Martha Acatitla.

“Yo no sabía nada del teatro, que había esa formación previa para ser actor. La información que tengo es por mi entorno social, por mis padres, por mis compañeros. Me di cuenta que aun estando en libertad estaba encerrado mentalmente, con mis cadenas, con mis culpas que arrastro, con cosas que ni siquiera yo las decidí, pero alguien me las engendró y me dijo que así eran; con el teatro he logrado ser consciente de dónde estoy parado, en qué país estoy parado y modificar”.

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¿Encierro o libertad?

La invitación para integrarse a la compañía la recibió de la propia Itari Marta, directora de la compañía y del Foro Shakespeare; para el primer proyecto de impacto social fuera de la penitenciaría que fue Medea material, obra en la cual se abordaba la violencia de género; y cuenta que él aceptó nada más para ver qué pasaba, tal y como sucedió con "Conejo blanco, conejo rojo".

“No sabía que yo podía prestar mi cuerpo para darle vida a unos personajes, más allá de actuar sino ser ese personaje; descubrí que tenía cosas que decir y yo no lo sabía, que hay cosas que tengo dentro y que a través del teatro se expresan”.

Ismael es fiel creyente de que el arte puede cambiar destinos, que si desde niños se acerca a los individuos al teatro, la música, la danza o la pintura, ahí pueden canalizar lo negativo que ha llevado a mucho a morir. “En el arte está la vida”, señala.

Historia de libertad

Soleimanpour se negó a hacer el servicio militar y por tanto quedó condenado a no salir de su país, pues no podía tramitar pasaporte. Escribió "Conejo blanco, conejo rojo" con la idea de que actores de distintos países lo interpretaran. La obra no requiere director ni ensayos. El actor desconoce el texto hasta que lo recibe en escena.

El teatro, asegura Ismael, no ha cambiado su entorno, pero sí la forma en que él lo ve, algo que le ha permitido quitarse de encima capas de resentimiento.

“Me ha dado otra manera de ver las cosas, de tener más campo visual que me permite ver de dónde y para dónde voy, cuál es el presente y futuro, lo que hay que sostener, pero en el camino hay cuestionamientos, de si lo estoy haciendo bien”.

Ismael dice que es un asiduo consumidor de teatro, pero con la pandemia ha tenido que hacerlo a través de las plataformas digitales, que le ha permitido no sólo ver trabajos de otras compañías, también el formar parte de montajes como Ricardo III (grabado dentro de las instalaciones de Santa Martha Acatitla), que por medio de una plataforma como Teatrix hará lo mismo que el texto de Nassim Soleimanpour: que la voz de una persona que está privada de su libertad en un reclusorio, pueda traspasar las fronteras físicas y llegar tal vez hasta el otro lado del mundo, gracias a esta modalidad.

Aunque no es lo mismo ver el teatro de esta manera, lo ha podido disfrutar con amigos, familia y la misma Compañía de Teatro Penitenciario. Pero considera que con el paso del tiempo esto irá despertando una necesidad en la gente de ver estas obras de manera presencial.

“Van a decir ‘prefiero pagar, porque esto que sentí lo quiero experimentar en vivo’, por eso creo que hasta estratégicamente esto nos conviene a los teatreros”.