El día que visitó la para conocer el ayate con la imagen de la , se despertó a las 4:30 de la madrugada.

Media hora después, ya estaba en el lobby del hotel boutique, sobre Paseo de la Reforma en la Ciudad de México, que se había convertido en su casa temporal por casi un mes.

Era 12 de diciembre de 2007 y el actor de “Apocalypse Now” y “Los infiltrados”, padre de Charlie Sheen y Emilio Estévez, había hecho los acomodos necesarios en la producción de “Chamaco”, cinta mexicana en la que participó, para tener mediodía libre y poder asistir a la celebración religiosa.

En compañía de Joe Terranova , su amigo y coach de diálogos, Martin estaba emocionado. De origen gallego, con un padre nacido en Galicia, el histrión estaba pasando por un reencuentro con sus raíces.

"Como sea, tengo que ir", había dicho a EL UNIVERSAL días previos a la visita.

Martin, quien se alejó de la religión por varios años, volvió a ella cuando cumplió las cuatro décadas de vida (1980), luego de sufrir un ataque cardíaco que lo hizo coquetear con la muerte. Fue cuando comenzó a reflexionar sobre quién era y sus razones de estar en el mundo.

Inicialmente, el acercamiento fue por miedo a no morir, después vio las cosas más claras. Décadas enfrascado en el alcoholismo y conocidas rebeldías en algunos sets, lo habían llevado hasta allá.

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"Se puede vivir en vicios, pero al final nos damos cuenta que hay otro sentido", explicó brevemente camino al santo recinto.

La producción de “Chamaco”, liderada por el mexicano Luis Urquiza, sabía de la petición del actor aún antes de su arribo a México. Para cumplir su deseo, Miguel Necoechea , el director, elaboró un plan de rodaje para que el intérprete rodara sus escenas como un doctor estadounidense que atiende a comunidades pobres.

"¡Vamos, vamos!", dijo Martin tan pronto se subió a la camioneta que lo trasladaría a la Basílica, a donde en días normales llegaría en 15 minutos, pero que entonces se duplicaría por el cierre de calles y peregrinaciones.

"¡Woow!", exclamó tan pronto bajó y vio a las miles de personas congregadas en el atrio.

Por unos segundos se detuvo y miró a la derecha, donde había varias personas acostadas, descansando la caminata que por kilómetros ejecutaron para poder llegar a "Las mañanitas" a la Virgen morena. Luego volteó hacia el frente para ver la edificación principal.

Un recorrido discreto

Aún estaba oscuro cuando Martin avanzó. El lugar sólo era custodiado por un elemento de seguridad, así que rodeó a un grupo que desayunaba sobre el piso y a otros más que rezaban hincados. En algún momento, juntó sus manos extendidas a la altura del pecho e hizo una señal de respeto a quienes de pronto lo veían pasar, sin saber de quién se trataba.

Martin no quiso trato especial. Ninguna autoridad eclesiástica o gubernamental sabía de su visita al templo, así que se formó como cualquier persona para ingresar.

Al pasar por las alcancías en forma de veladora, sacó un billetes de 500 pesos y lo depositó. Después, guardó silencio respetuoso al entrar a la Basílica y se persignó.

Cuando pasó frente al ayate, rápidamente se colocó sobre una rodilla, miró hacia el suelo, luego a la imagen, y le mandó un beso.

Salió cerca de las 6:30 horas, cuando los primeros destellos de luz solar se proyectaban sobre el atrio, y caminó a la antigua Basílica para admirarla. Luego, sin avisar a nadie, se perdió por unos segundos: tras ver una tienda de objetos religiosos se metió en ella y compró media docena de pequeños estandartes con la Guadalupana, los cuales repartió entre sus acompañantes.

"Un recuerdo de este día, para que te proteja", decía Sheen al momento de entregarlos.

Para entonces, algunas personas comenzaban curiosas a verlo. Sólo una se atrevió a preguntarle si era el actor. Martin sonrió, dijo que sí, pero de inmediato, en tono amistoso y divertido, le hizo una señal para que no lo dijera a nadie más.

De vuelta al hotel, aún platicaba con Joe sobre la experiencia. "Es increíble, ¡cuánta gente, cuánto amor, así debería ser el mundo!", exclamó.

A las 8:00 horas ya estaba en el restaurante del hotel, pidiendo de desayunar.

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