—¿Miedo? ¿A mí?.
—Le he tenido miedo a cada uno de los hombres a quienes amé. A mi padre, a mi hermano. A ti —Gina le confiesa a Adrián.

Ella es una mujer independiente que tiene un enrevesado amorío con este escritor de izquierda, muy enfocado en recrear la vida de Francisco Villa. Él no puede a veces con su fantasma, el Centauro del Norte suele aparecérsele para disuadirlo en su manera de pensar y de sentir.

Por eso, cuando le exponen su machismo, el hombre se pregunta, incrédulo: “¿Miedo? ¿A mí?”

“En realidad Adrián es un hombre bueno que, sin darse cuenta, hace daño a las mujeres”, considera la escritora , quien concibió esta historia, titulada primeramente "Entre Villa y una mujer desnuda", en 1992.

“En la obra va tomando consciencia de que el tan mentado y atroz patriarcado es él. No ve la violencia, y cuando ella se la explica, él simplemente llora. Se pregunta: ¿De qué violencia me están hablando?”

La puesta en escena sorprendió a principios de los 90 por la manera en la que cuestionaba al machismo —estuvo tres años en cartelera—, no sólo el evidente, encarnado en un Pacho Villa hechizo, sino el que no se ve, como el que replica Adrián con su indiferencia o su indecisión.

Hoy regresa con ligeros ajustes: la pareja se comunica por Whatsapp y la música se reproduce con la ayuda de un asistente virtual (Alexa), pero Berman reconoce que las condiciones desiguales entre hombres y mujeres siguen siendo inamovibles.

“La obra habla de cómo en nombre del amor, hombres y mujeres atestiguamos violencias cotidianas, muy graves. Que parezca tan actual habla bien de la obra, pero mal de cómo no hemos logrado resolver la desigualdad”, opina la escritora.

Lo de todos los días

La historia, una comedia, no es enteramente ficticia, Berman recuerda que se inspiró en la relación que tenía una vecina suya cuando vivía en la colonia Condesa de la Ciudad de México.

“Era una mujer muy exitosa, de negocios, liberada, y recibía de vez en cuando a su amante, que era un intelectual muy conocido de izquierda, por lo tanto todos estábamos al tanto del amor secreto de ellos”, recuerda.

La escritora incluso había estudiado en la universidad uno de los textos de aquel hombre, un personaje “muy conocido”, que dejaba clara su lucha por la democracia: “Lo que me fue revelando esta relación es que él creía que la democracia significaba la igualdad de todos... pero no de todas. Excluía nada más al 50% de la población”.

Por ello, aclara: Entre Pancho Villa y una mujer desnuda no es un “panfleto político”, es una historia real.

“Es sobre cómo ellos enfrentaron este asunto, porque en ‘nombre del amor’ cometemos violencias indecibles entre hombres y mujeres. Eso es real”, enfatiza.

Muchos escenarios no han cambiado, pero Berman ensalza el reconocimiento y la fuerza que ha adquirido la lucha feminista que, considera, ha elevado la conversación a un nivel más sofisticado que en la década del 90.

Cabalga aún el Centauro del machismo en obra de Berman
Cabalga aún el Centauro del machismo en obra de Berman

Los cambios en el guión también incluyen un pañuelo verde (símbolo de la lucha feminista actual), además de nuevos escenarios en la política. Uno de los personajes, por ejemplo, era la hija del expresidente Plutarco Elías Calles y ahora es de Carlos Salinas de Gortari; y el personaje de Adrián antes abogaba por un cambio de régimen.

“Cuando la escribí, la izquierda estaba afuera del poder y parecía muy difícil que llegara. El personaje hablaba de la gesta que no había logrado mi generación. Ahora cambiaron los tiempos verbales, se incluyen frases como 4T y otros partidos. Es un cambio que había que incluir”, dice Berman.

Reparto de lujo

La productora Isabelle Tardán, quien montó la obra por primera vez en enero de 1993, fue quien se acercó a Berman para proponerle la reposición, ad hoc en la coyuntura actual.

“Me habló sobre realizar el montaje y yo le pregunté: ‘¿por qué?’ Asistí a una lectura de la obra y cuando la escuché, cuando la vi con actores de otra generación, me sorprendió cuán vigente era y qué bien se contaba en nuevas voces”.

La dirección corre a cargo de Ana Francis Mor. Gina es interpretada por Gabriela de la Garza, Adrián por Moisés Arizmendi, Villa es Fernando Bonilla, y Andrea Salinas es recreada por Alexis de Anda. Destacan también las actuaciones de Lambda García y Conchi León.

La obra se estrena mañana y se presentará en el teatro Rafael Solana, en Coyoacán, los viernes, sábados y domingos.

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