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El bootleg o juguete pirata fue una tradición en México que ayudó, en la segunda mitad del siglo XX, a que padres de familia satisficieran las peticiones de sus hijos, que querían juguetes con un costo imposible de cubrir.
Las figuras de plástico —reproducciones no oficiales o creaciones originales— han dado vida a todo tipo de personajes de la cultura popular como los protagonistas de las cintas King Kong, Gremlins, ET, entre otros.
Entre los 70 y 80, varios talleres clandestinos podían contarse en la Ciudad de México y el Estado de México. Era una época en que si alguien deseaba un juguete original, debía recurrir a la “fayuca”, como se llamaba a los objetos que ilegalmente llegaban principalmente a Tepito, a precio de dólar. Fue cuando el bootleg, creado artesanalmente, creció.
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Pero la llegada de juguetes pirata del extranjero en los 90, la apertura de las fronteras y la paulatina automatización mermó este producto. Hoy, pueden encontrarse en el mercado Sonora , pero mal delineados y sin el cuidado de antaño, pues sus fabricantes producen en masa.
EL UNIVERSAL habló con un coleccionista y uno de los fabricantes de una industria que continúa creando universos alternos en el entretenimiento.
PiEZAS ÚNICAS CON INGENIO NACIONAL

FABRICANTE DE LEYENDAS URBANAS

ESPACIO LIBRE DE DERECHOS

LA ANÉCDOTA CON EL “POLIVOZ”

EL PROCESO de crear BOOTLEGS

UN HOBBY QUE CUESTA CARO

EL FUTURO DE LOS JUGUETES

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