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Sin embargo, la fecha del “apagón analógico” fue adelantada. En 2015 fueron realizados nueve de estos sucesos anticipados y el 31 de diciembre se cumplió con la última etapa: “Conforme a la Constitución, a las 00.00 horas

se apagaron las señales analógicas listas para transitar a TDT. Alrededor de 106 millones de personas en el país reciben exclusivamente señal digital de televisión abierta”, informó el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) a través de cuenta de Twitter.

El apagón analógico libera la banda de 700 megahercios (MHz). Ello favorecerá el despliegue de diversos servicios de banda ancha.

Con la transición a la TDT, México se convirtió en el primer país en Latinoamérica que completó el proceso. En Brasil, por ejemplo, el apagón analógico depende de la licitación de la banda de los 700 Megahertz (Mhz). En ese país se espera poder consumar este proceso de cambio en 2018.

En Uruguay la digitalización apenas dio inicio en 2015 y el apagón analógico se pretende realizar en 2020. En Chile ni siquiera se ha definido fecha para que esta mudanza suceda. En Perú, se tiene programado para el territorio 1 serña realizado en el año 2020, en el territorio 2 en el 2022, en el territorio 3 en 2024 y para el territorio 4 la fecha aún no ha sido establecida.

Ernesto Piedras, reconocido experto en telecomunicaciones, atinadamente, ha cuestionado si “al final de este proceso podemos identificar que su principal prioridad e incluso obsesión consistió en el cumplimiento de un plazo o fecha del apagón, más que alcanzar una adopción efectiva de equipos receptores o decodificadores de las nuevas señales entre la población”.

La experiencia de varios países que ya han concretado el proceso de transición a la TDT –destaca Ernesto- “consistió en prorrogar el cese de las señales digitales hasta realizar una evaluación de cobertura y alcanzar una métrica de penetración de la TDT de al menos 90% de la población. Incluso, implementando nuevos mecanismos para que la población restante se hiciera de televisores receptores o decodificadores, ya sea a través de la entrega o subsidio de estos”.

De acuerdo con Fernando Mejía Barquera, las primeras evaluaciones de la apresurada transición a la TDT revelan haber excluido de sus beneficios a “18 millones de personas, casi 15% de la población total del país y una tercera parte de la que vive en pobreza, hoy privados de su principal medio de acceso a contenidos informativos, culturales, educativos y de entretenimiento”.

Debemos tener presente que el reparto de los televisores digitales o decodificadores y/o antenas para recibir la señal digital fue efectuado con base en un padrón de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) sobre la población más vulnerable.

Sin embargo, el citado padrón no comprende a la totalidad de la población más vulnerable.

Según las estadísticas de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT): “a 1 de cada 3 hogares de escasos recursos con la entrega de un televisor digital, quedaron fuera muchos otros pertenecientes a segmentos bajos de la población que incluso desconocen cómo hacerse del equipamiento necesario para recibir nuevamente la señal de televisión” –señala Mejía Barquera-.

En el gobierno del presidente Felipe Calderón fue decidido el reparto de televisores digitales, decodificadores y/o antenas para recibir la señal digital. De hecho se pretendía realizar la entrega de los equipos poco antes de las elecciones presidenciales de 2012. Ello con el propósito de poder influir en el ánimo del electorado.

En algunos países en América Latina rechazaron la posibilidad de otorgar apoyos a la población, y se limitaron a notificar la fecha en la que realizaría el apagón analógico. Al amparo de argumentos en materia de políticas públicas, fue “politizada” la costosa adquisición y el reparto de los televisores digitales o decodificadores y/o antenas para recibir la señal digital.

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