Juan Carlos Osorio perdió la gran oportunidad de acercarse a un indispensable juego de conjunto, al convocar a jugadores que ni remotamente aparecerán en el Hexagonal rumbo al Mundial, para los dos intrascendentes partidos que disputó la Selección Nacional frente a Nueva Zelanda y Panamá.

De los once que iniciaron contra el conjunto canalero la noche del martes pasado, únicamente Oribe Peralta y Giovani dos Santos se perfilan para ser titulares en la fase final de la eliminatoria. Todos los demás eran aves de paso.

En este momento la Selección es una interrogante, a falta de un mes para el partido contra Estados Unidos, el viernes 11 de noviembre en la ciudad de Columbus.

Los dos cotejos eran súper moleros. Basta con analizar el poco fuste del primer contrincante y la gran cantidad de suplentes del segundo rival. Lo que importa es seguir moviendo el cucharón de la gigantesca olla de mole con fines recaudatorios, más que deportivos.

En esa voracidad comercial, ha sucedido que en los boletos de los partidos del equipo mexicano en territorio de Estados Unidos, aparecen impresos los rostros de los jugadores titulares. No pocos ingenuos se dejan llevar por ese primer impacto visual y piensan que verán en acción a Javier Hernández y otras figuras, quedándose a la postre con un palmo de narices.

Más que publicidad subliminal, es un engaño flagrante que deberían revisar las autoridades protectoras del consumidor en el vecino país del norte.

Centenario. Releer a Manuel Seyde en su imperdible ‘Fiesta del Alarido’ —una verdadera joya de la literatura deportiva—, es sumergirse en la romántica historia del futbol mexicano. Y refrescar la memoria de la brillante trayectoria del América, que hace un siglo surgió de la fusión de los equipos Récord y Colón, cuatro años antes de ser bautizado como América.

Seyde reproduce unos versos “con el frescor del encendido partidarismo de la época”, que Germán Núñez Cortina leyó durante el banquete de celebración del segundo título crema: “Son los campeones americanos, que a Récord tienen por capitán. Son quimeristas, son embusteros y a la vez, nobles, firmes y enteros”.

Curioso: los llamaban americanos, en lugar de americanistas. Eran liderados por Rafael Garza Gutiérrez ‘Récord’ y tenían sus oficinas en la céntrica calle de Uruguay número 66. A la misma época pertenece también el jugador, maratonista, odontólogo y directivo Carlos Garcés, el mismísimo inventor de esa oda a la onomatopeya que es el ‘Siquitibúm’, canjeado hace pocos años por los cánticos copiados de Argentina, que nada tienen que ver con nuestra idiosincrasia.

El América ha representado el poderío económico, la fuerza, la identidad milloneta en un país de muchos pobres, el orgullo, el rival a vencer, la simbiosis de figuras extranjeras y ases surgidos de su semillero, cierta dosis de soberbia y, desde que Emilio Azcárraga Milmo se lo compró a Isaac Bessudo, también el tremendo respaldo mediático. Enhorabuena a todos sus partidarios.

heribertomurrieta65@gmail.com

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