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Cuando aterrizaron el martes en la noche en Washington, los secretarios Luis Videgaray e Ildefonso Guajardo, y el jefe de la Oficina presidencial mexicana, Francisco Guzmán, recibieron una llamada urgente de Los Pinos. Ellos no sabían, pero Donald Trump acababa de poner un tuit anunciando que al día siguiente empezaría la construcción del muro y que sería un gran día para Estados Unidos.
Vaya recibimiento. Ellos estaban ahí para iniciar una primera reunión de negociación con la nueva Casa Blanca de cara al encuentro de los presidentes Peña Nieto y Trump el próximo 31 de enero. El tuit cayó como balde de agua congelada. Se comunicaron con el equipo de Trump para reclamarles y, según relatan fuentes del gobierno mexicano, los estadounidenses trataron de calmarlos pidiéndoles que no tomaran el tuit como una “bienvenida”, que no era para ellos, que respondía a otras dinámicas, que comprendieran que van llegando, que todavía no están del todo coordinados.
Los intercambios se tensaron mucho. Los enviados a Washington se comunicaron ese martes por la noche con su jefe en Los Pinos para notificarle que la cosa podría ponerse muy mal. “Puede haber platos rotos”, me resumen que fue el reporte. Amagaron con suspender la primera mesa de negociación (agendada para el día siguiente, miércoles) e incluso con cancelar la visita del presidente Peña a la capital estadounidense.
El mediodía de ayer, cuando tendrían que haber estado iniciando las gentiles pláticas para “planchar” la visita binacional en Washington, Videgaray, Guajardo y Guzmán recibieron una oferta del equipo de Trump: que como desagravio y para mostrar su deseo de diálogo, el presidente de Estados Unidos hiciera matices en su discurso de anuncio del arranque del muro. “We want to fix it (lo queremos arreglar)”, habrían expresado. Negociaron cuatro:
Uno, que no dijera que México iba a pagar por él. Dos, que dijera que el muro iba a defender a México de la migración centroamericana, diferenciándolos claramente. Tres, que incluyera que el muro protegería también a México de los pecados de Estados Unidos: el flujo de armas y dinero que va de norte a sur. Tres, que mencionara que a Estados Unidos le conviene una economía mexicana fuerte.
Según las fuentes mexicanas, estos ajustes de última hora al discurso de Trump generaron que se retrasara la salida del magnate ante los medios de comunicación para hacer el anuncio.
(También señalan que la conferencia de prensa del vocero de la Casa Blanca, Sean Spicer, donde habla de que México pagará el muro sucedió antes de llegar a estos acuerdos y que la entrevista de Trump a la cadena televisiva ABC, en la que Trump se tambalea a la hora de explicar cómo va a lograr que México pague el muro pero lo termina diciendo, se grabó una noche antes).
En Washington, el equipo de enviados de alto nivel quedó tranquilo con el acuerdo. Más, cuando vieron que durante el anuncio de Trump el peso mexicano se fortaleció. Como que los mercados habían detectado los matices. Y reanudaron las pláticas.
Sin embargo, en México en la opinión pública se desataba un incendio, como aquel cuando anunciaron que Trump vendría de visita durante su campaña.
Por la tarde el presidente Peña Nieto evaluaba cancelar su gira. Hasta el cierre de esta columna, no había una definición. Pero todo se inclinaba a mantener la reunión. El Presidente sí quiere ir, su gabinete quiere que vaya. Evalúan que si no va, rompe con Trump. Y si rompe con Trump, el dólar sube todavía más, no se digan la gasolina y los precios. Pero con una popularidad de 12%, no quieren aventarse el tiro contra el ánimo de la gente.
SACIAMORBOS. Y faltan las deportaciones y el golpe a los dreamers.
historiasreportero@gmail.com