Una de las características más distintivas de la especie humana es su capacidad de asignar valores y de establecer reglas y leyes que normen la conducta de los individuos, teniendo como base una clara distinción del “bien” y el “mal”. A esta capacidad Charles Darwin la designó como el “sentido moral” en su libro El origen del hombre (1871).

De acuerdo con el padre de la Teoría de la Evolución moderna, esta capacidad moral fue favorecida por la selección natural en el transcurso del proceso evolutivo y deriva directamente de los instintos sociales de la especie. En este sentido, la moralidad humana es, en suma, la herramienta fundamental que nos permite vivir en sociedad.

La Ética, por otro lado, es un análisis sistemático y crítico de la moralidad. Cuando esta reflexión se realiza para resolver conflictos morales que involucran temas relacionados con las ciencias de la vida, nos encontramos en el campo de la Bioética.

La Bioética es un campo de estudios sumamente reciente, ya que si bien el término fue acuñado por Fritz Jahr en 1927, no fue sino hasta 1970 que comenzó a explotarse con los trabajos de Rensselaer Potter y André Hellegers, enlazando el conocimiento biológico con el de los valores. A partir de entonces, se crearon institutos en todo el mundo para explorar las implicaciones morales de los avances científicos relacionados con la Medicina y las ciencias de la vida, y se instauraron diversos comités de vigilancia como el Comité Internacional de Bioética o la Comisión Nacional de Bioética, que funciona en nuestro país desde 2005.

Los temas que aborda la Bioética son vastos y van desde el derecho a la salud y las líneas de investigación que deben ser permitidas, hasta los derechos de los animales dentro y fuera del laboratorio; y es que entre más se amplían las fronteras de la ciencia, el análisis de lo que es éticamente correcto en investigación y en atención hospitalaria se vuelve indispensable para garantizar el respeto a la dignidad y la libertad humana y animal.

En última instancia, esto significa que no todo se vale en la investigación científica: existen ciertos experimentos para los que se deben obtener los permisos correspondientes. Ejemplo de ello es la utilización de segmentos de genes para el diseño de células inmunológicas para tratar el cáncer. De acuerdo con el sitio de noticias de la revista Science, esto causó revuelo la semana pasada en diversos foros académicos, al haber sido aprobadas las pruebas en humanos por el Comité Asesor de ADN Recombinante del Instituto Nacional de Salud de los EU.

Las pruebas, que se llevarían a cabo durante dos años en 18 pacientes con mieloma, sarcoma y melanoma, implicarían la edición (modificación) de tres sitios genómicos en dos genes de las células inmunológicas de los propios pacientes, lo que nunca antes se ha hecho. Y, aunque el patólogo Carl June y su equipo en la Universidad de Pensilvania han asegurado que tienen experiencia con la modificación de genes mediante otras técnicas, sumado a la evidencia que sugiere que la edición de los genes mediante CRISPR es segura para los pacientes, los miembros del Comité Asesor que aprobaron las pruebas expresaron diversas preocupaciones. Una de ellas es que June y la Universidad de Pensilvania podrían tener intereses económicos para promover este tratamiento, además de mostrarse preocupados por el antecedente de la muerte de Jesse Gelsinger en 1999, como resultado de las pruebas de terapias génicas en la misma universidad.

La implementación en humanos de esta nueva forma de terapia podría ser un gran avance en la lucha contra el cáncer; sin embargo, la aprobación de un Comité no da luz verde para comenzar las pruebas, pues aún falta la aprobación de otros comités éticos institucionales y de la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos antes de proceder a la siguiente etapa.

Como este ejemplo existen muchos en el panorama científico actual, que ilustran la importancia de la reflexión ética para la labor científica, y la necesidad de la formación de recursos humanos en ciencias y humanidades que puedan ayudar a resolver estos conflictos, desde una perspectiva interdisciplinaria.

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