Vuelve Sunny Pascal, es el clamor general y, en efecto, el irónico, mujeriego, peleonero, inteligente y bebedor detective de F.G. Haghenbeck está de regreso en un extraño caso que lo lleva a España, donde participa en un entramado de sensaciones que implica a Sergio Leone en plena filmación, a la Guardia Civil, al mundo del dinero sucio y a una hermosa morocha a la que el sol embellece hasta cuando se oculta; además, Luis Buñuel le ordena olímpicamente: “Quiero que vayas y mates a Dalí”. Tal es una visión de la novela Por un puñado de balas, publicada por Océano exprés en junio de 2016, en la ciudad de México, que es el origen del revuelo.

Con un humor arrebatado, el autor lleva a Sunny Pascal hasta Almería, donde Sergio Leone dirige a Lee Van Cleef, Clint Eastwood y a Gian María Volonté en un western donde la música la aporta Enzio Morricone. Tiene un encuentro a golpes con Klaus Kinski que termina en borrachera. Son los años 60. Está en busca de una tumba, y desde que llega a Barajas topa con obstáculos que sólo usted podrá dilucidar en su momento. El detective se encuentra a Frank Hunt, un gringo simpático, rico y bebedor que lo involucra en asuntos que amenazan su vida y su buen juicio. Pascal termina por entender que trata con un jugador experto que lo llevará de misterio en misterio. Desde luego hay muertes aparentemente injustificadas que enturbian el trabajo del detective, que después de buscar la tumba, debe encargarse de Dalí, algo que su parte gringa disfrutará porque, “matar a un surrealista era aceptable en algunos estados de la Unión Americana.” No podemos decir lo mismo de su parte mexicana.

La madre de Sunny tiene un novio que lo contrata para encontrar la tumba de su primera esposa, una líder de izquierda asesinada por los falangistas en la guerra Civil. Se llama Izaguirre y trabaja y bebe martinis con Luis Buñuel en los estudios Churubusco. En Madrid sólo percibe que su búsqueda se enreda, un guardia civil le seguirá los pasos. Entonces va a Almería, donde filma Leone y se hace contratar como doble. Tiene amigos allí porque es un detective vinculado a Hollywood y a sus personajes. De trago en trago y de pleito en pleito consigue avanzar en su investigación y conoce a la chica, una hermosa maquillista que trata de entender a este joven que es gringo mexicano y un seductor nato que come “lenguado rebozado, pulpos, patatas bravas y croquetas de jamón serrano”, y que tiene mala suerte para encontrar buen vino. Con precisión artística, Haghenbeck desarrolla una investigación sin fisuras demostrando que es un maestro de la novela negra.

Por un puñado de balas es una novela muy entretenida, llena de buena música, tragos y frases sarcásticas y demoledoras: “La política es como una pelea de gallos. Sólo uno gana y el otro muere.” Aunque algunos sospechosamente se resistan. O esta joya que podría aplicarse a nuestro país, “la política es dejar que la gente luche para quedarse como estaba”. Gatopardo presente. Encontrarán expresiones extremas: “Tomó su extremidad y le agitó con el cariño de un niño estrangulando un conejito hasta ahogarlo”. No cabe duda de que el autor conoce el western, vean cómo lo define: “El western fue creado por Homero… es el territorio de nuestros sueños”. Homero es el maestro de la tensión generada por las debilidades humanas. Del choque constante de intereses y de cómo el perfil de los personajes es esencial en el desarrollo de una buena historia. Sunny Pascal responde a esa técnica de contar.

F.G. Haghenbeck es el señor de las historias. Siempre está contando algo y todo le queda muy bien. Es uno de los pocos autores que puede trabajar por horas sin descansar y no se pierde en sí mismo. Ama lo que hace. En esta novela, además, nos brinda un compendio de tragos y canciones. ¿Ya probaron The Winchester? Pues llegó la hora, ustedes mismos pueden armarlo, y no olviden escuchar “Los siete magníficos tocada por Los Dorados.” No se pierda el Godfather con “Go Home”, de Jacqueline Perez como fondo, ni el Rusty Nail escuchando la versión de “Apache”, de Jorgen Ingmann, tan ligada al género western. Ah, en algún momento toparán con Benito Taibo, que nació con un libro en cada mano y que es fiel seguidor de Buñuel en eso de que “la edad es algo que no importa, a menos que usted sea un queso.” Si quiere ejercer su derecho a pasarla bien, lea esta novela. No tiene desperdicio.

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