Venezuela fue para algunos en Latinoamérica un modelo a seguir. Para otros era la advertencia de lo que ocurriría en otros sitios si la izquierda llegaba al poder. En años pasados la mayoría de los venezolanos sostuvo a Hugo Chávez en el poder hasta su muerte producto del cáncer; pero hoy, con la derrota del chavismo en las urnas para elegir parlamento, por primera vez parece desmoronarse el sueño de un “socialismo del siglo XXI”.

La economía ha sido el punto de quiebre del cambio político en el país sudamericano y así lo ha admitido el propio sucesor de Chávez, el presidente Nicolás Maduro. ¿Se debió a un complot estadounidense? Así lo afirma el mandatario. La realidad es que las dificultades de Venezuela se resumen a la total dependencia que tiene del petróleo, cuyos precios han caído estrepitosamente desde 2012.

Los defensores del régimen chavista tenían buenos argumentos para abogar por el sistema. De acuerdo con datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) —coincidentes con cifras de la ONU—, la pobreza en Venezuela disminuyó consecutivamente desde 2007 hasta llegar a sólo 23% de la población en 2011. Sin embargo, para 2013, tras la caída del crudo, la pobreza creció de nuevo a 32%. El informe de la Cepal corresponde a enero de este año, pero es previsible, dados los bajos precios de los hidrocarburos, que el dato de pobreza venezolano se incremente en análisis por venir.

Los cuestionamientos internacionales eran cosa menor para la mayoría de la gente que veía comida en su mesa y servicios públicos al alcance de todos. ¿Qué son la imposición en las urnas, el encarcelamiento de opositores y las presiones a la prensa frente al dinero en el bolsillo? No es sorpresa: incluso poblaciones de países con gobiernos ortodoxos, como México o Chile, al ser encuestados expresan tolerancia ante la falta de libertades políticas si con ello ganan prosperidad económica.

El mérito del chavismo es haber intentado un modelo de reparto de riqueza distinto, que durante un tiempo logró los mejores resultados sociales en el continente. Desafortunadamente, como muchos economistas advirtieron aun en tiempos de jauja, Venezuela creaba un castillo de naipes. México lo aprendió de fea manera en 1982 cuando una crisis económica estalló luego de derrochar una riqueza petrolera que era temporal.

¿Significa el fracaso del gobierno de Maduro que la ideología de izquierda tiene la batalla perdida frente al llamado neoliberalismo económico? No. El cambio en Venezuela ofrece la lección de que no hay fidelidad eterna a ninguna ideología. La gente creerá en quien le brinde bienestar, sea cual sea la bandera que enarbole.

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