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El fin de semana anterior estuve de paseo con la más grande de mis nietas, que apenas tiene seis años. Estuvimos en un pueblo, se puso su traje de baño, se colocó sus goggles, y fuimos a una alberca que disfrutó en calidad de pequeña delfina acrobática. Carcajada ambulante, también jugó con los chorros de agua que emergían de una fuente brotante (o fuente seca), como si en su alma si hiciera grandota y se hiciera chiquita -pero sin mal humor- la vieja canción de Cri-Cri, el Grillito Cantor.
Luego de nadar comimos un rico lonche y coronamos la felicidad absoluta en el atardecer con dos exquisitas paletas de chocolate que no tenían madre, abuela, ni parentela alguna (diría mi novia, Julia Santibáñez), y nos embarraban con abundancia los dedos y la ropa, tal como marca el verdadero protocolo chocolatero.
En algún momento, mientras ella brincoteaba y manoteaba en medio de aquellos chorros de agua que le hacían exhalar alegría desbordada sin preocuparse de absolutamente nada, sentí un soplo helado en todo el cuerpo. Me angustié pensando cuándo y cómo le voy a explicar que en México (y el mundo) existe un día que le llamamos #25N. Me inquietó muchísimo imaginar el momento en que me pregunte qué es eso del veinticinco ene, abuelo Juan Pablo. Uta. Cómo y cuándo le explico lo que significa eso. Cómo y cuándo le explico que, debido a que hay tantos hombres machos, misóginos, maltratadores, golpeadores, violadores y feminicidas, existe un Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Cuándo y con qué palabras le explico lo que son los depredadores de niñas y niños, que en su mayoría se desenvuelven en los círculos familiares y de amistades de las víctimas. Es decir, cuándo y cómo le enseño a desconfiar de todo mundo hasta en su casa, en su propia familia. Cuándo y cómo le mato la inocencia, la ingenuidad, tal como deberían hacer todas las madres y todos los padres de las niñas mexicanas y de los niños de este país.
A qué edad y con qué frases le voy a explicar lo que es un macho, lo que es un misógino, lo que es un violador, lo que es un maltratador, lo que es un feminicida. ¿Por qué en México matan a las niñas y las mujeres, abuelo Juan Pablo? ¡Uf! Qué carajos le voy a decir.
Cuándo y cómo le tendré que platicar de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los hogares (ENDIREH) 2021 (la más reciente que existe). Seguramente será difícil explicarle las cifras de ese museo del horror. Por ejemplo, decirle que en México la mitad de las niñas, adolescentes y mujeres de 15 años y más (51.6%) ha padecido violencia psicológica a lo largo de su vida.
Y claro, le tendré qué explicar qué es eso de violencia psicológica para que no lo vaya a aceptar, consentir, normalizar y padecer. Detallarle, para empezar, lo que es el gaslighting, ese tremendo abuso emocional. También lo que implica el ghosting. Igual lo que representa el despiadado y cínico bropiating.
Cuándo y cómo le tendré que informar que prácticamente la mitad de las adolescentes y mujeres mexicanas (49.7%) de 15 años y más han padecido violencia sexual a lo largo de su vida. Que tres de cada diez (34.7%) han sufrido violencia física. Que al menos dos de cada diez (27.4%) han sido objeto de violencia económica, patrimonial y/o discriminación. Vaya, que en México siete de cada diez niñas, adolescentes y mujeres (70.1 %) de 15 años y más han vivido algún tipo de violencia al menos una vez en su vida.
Quizá deba advertirle ya acerca de la escuela, porque tres de cada diez niñas, adolescentes y mujeres (32.3 %) han padecido violencia a lo largo de su vida escolar y los principales agresores son sus compañeros (43.4 %), que las dañan con violencia psicológica (40.2 %), física (40.3 %) y sexual (48 %).
También tendré que prevenirle sobre el trabajo, para que tenga cuidado cuando sea mayor: 27.9 % de las mujeres han sufrido algún tipo de violencia en su área laboral, ya sea psicológica, física/ sexual o a través de la discriminación. Y claro, los agresores en su mayoría fueron sus propios “compañeros”.
La calle, los peligros de la calle, de eso también deberé alertarla porque, de acuerdo al INEGI, “en la comunidad” cuatro de cada diez mujeres (45.6 %) han padecido algún tipo de violencia. Vaya comunidad. ¿Quién son los agresores psicológicos físicos y sexuales “en la comunidad”? En siete de diez casos, “desconocidos”. Cualquier patán que ande por ahí.
Y claro, luego viene la pesadilla del amor tóxico, macho, virulento. El enemigo en casa: cuatro de cada diez mujeres (39.9 %) ha padecido algún tipo de violencia de su pareja actual o de la última pareja, ya sea psicológica, económica y/o patrimonial, física, o sexual. Maltrato emocional, control y tortura a través de los recursos, golpes y violaciones o degradaciones sexuales.
Y me regreso al principio, a la infancia: cuatro de cada diez mujeres de 15 años y más (41.8 %) experimentaron violencia durante su niñez. ¿De qué tipo? El 21.6 %, violencia psicológica. El 33.9 % física, lo cual es terrible porque entonces 3 de cada 10 niñas creen que es “normal” que les peguen. Y el 29.3 %, “violencia sexual / abuso sexual / violación o intento de violación”, lo cual es una aberración (perdón por la cacofonía). ¿Qué demonios tiene que tener alguien en el alma y en la cabeza para violar a una niña, carajo?
10.6 %.
Cuando fui a dejar a mi nieta, me sonrió y me abrazó porque le leí un cuento completo y eso me dejó una sensación de plenitud, de profundo amor nietesco, pero al subirme a mi coche volvió la desolación, la tristeza, la preocupación por vivir en un país rotundamente macho y peligroso para cualquier niña, adolescente o mujer.
Qué vergüenza que un abuelo tenga que explicarle a una niña que las mujeres de México marchan en las calles porque los monstruos mexicanos no entienden que No es No y que por tanto las golpean, las maltratan, las violan, las desaparecen, las asesinan todos los días.
Nosotros extirpemos, señores hombres, todas las formas de machismo, hasta las más minúsculas, porque ahí, en las pequeñas agresiones, pueden iniciar todos los infiernos que padecen las mexicanas. Y, por supuesto, no consintamos las de otros hombres.
Twitter: @jpbecerraacosta