Frente al mar Adriático, enclavado en las orillas del golfo de Trieste , con unas vistas marinas impresionantes, está un hermoso castillo de blanca cantera que deslumbra a los turistas por sus paisajes y esplendorosidad.
Se trata del Castello di Miramare o Castillo de Miramar, a unos seis kilómetros al norte de la ciudad italiana de Trieste, y que esconde en sus paredes una parte de la historia de México.
Pero, espera. ¿Por qué hay elementos mexicanos en un castillo ubicado en una región que colinda con Eslovenia y Austria? En Destinos te contamos los detalles.
Foto: Unsplash
La historia nos obliga a hablar de los propietarios de este castillo que, en parte también fue inspiración suya; son viejos conocidos de nuestro país: Maximiliano de Habsburgo y Carlota de Bélgica, quienes después de casarse mandaron edificar este sitio para habitarlo.
En un terreno de 22 hectáreas, construido entre 1856 y 1860, fue concebido como los castillos españoles a orillas del océano Atlántico y, justamente, de ahí proviene el nombre, de la contracción del español “mirar al mar” o miramar.
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Tranquilamente, persiguiendo mariposas en el enorme jardín del castillo o simplemente viendo el vaivén del Adriático, disfrutando de su acomodada vida, así vivía la pareja hasta que México (o algunos mexicanos) los mandó llamar.
Los conservadores mexicanos no estaban nada felices con la administración de Benito Juárez y, nostálgicos por el Primer Imperio, buscaban una nueva monarquía.
Así, un grupo de ellos viajó hasta Trieste para reunirse con Maximiliano y Carlota en el citado castillo, con la intención de ofrecerles la Corona mexicana. Ambos aceptaron.
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Zarparon de Europa a tierras aztecas en abril de 1864, dejando atrás su fastuosa residencia para emprender una misión que terminaría con sus vidas y que, también, influiría en la decoración de su morada de ensueño en Italia.
Durante su estancia en el país no descuidaron su hogar en el país europeo, pues llevaron algunos árboles para su extenso y exótico jardín, entre los que se encuentran cipreses californianos y mexicanos , entre otras especies locales.
Adicionalmente, el interior de sus habitaciones exhibe mapas, banderas, vírgenes de Guadalupe, cuadros con paisajes y momentos de la historia mexicana , como el que retrata la firma del archiduque para coronarse como emperador o, en repetidas ocasiones, el lema “Equidad en la Justicia”, entre otros objetos más.
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Las águilas mexicanas y el escudo del Segundo Imperio no son ajenos al Castillo de Miramar , pues ya sea pintados en muebles, en herrería o esculpidos en la fachada, México está presente en Italia.
Son los recuerdos de una pareja que gobernó nuestro territorio fugazmente y que, sobre todo, se enamoró de este, tanto así, que decidieron decorar su propiedad con plantas y piezas provenientes México.
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El Castello di Miramare se convirtió en un museo desde 1955. Muestra la vida de Maximiliano y Carlota en sus habitaciones con muebles de época y en las llamadas “salas de estado” en la planta superior.
Foto: KLMircea. Flickr
Por la localización del castillo , una de las alas del complejo fue el lugar ideal para instalar el BIOdiversitario Marino, un museo inmersivo del área marina protegida de Miramar.
Por si hace hambre o calor, el complejo cuenta con una cafetería y, si quieres comprar algún libro, no dudes en acudir a su librería .
Para entrar al castillo y su museo, la tarifa es de 10 euros por persona (mayores de 18 años); para menores de 12 años la entrada es libre.
El jardín está abierto gratuitamente al público y el BIOdiversitario tiene un costo de ocho euros por persona.
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