Cristina Romero comenzó su fanatismo por el tenis porque “pasaban la en televisión”. Con el paso de los años, le tocó vivir la emoción de ese nacionalismo; no como tenista, fue como juez de silla, puesto al que la hoy supervisora de la WTA llegó “por casualidad”. Hizo un examen con el fin de competir en el club, sabiendo todas las reglas... Ahí, todo cambió para siempre.

“En el Deportivo Chapultepec, invitaban a ser árbitros regionales. Yo era estudiante de preparatoria. Para mí, era fácil hacer exámenes escritos y pasarlos. Se me hizo sencillo lo de las reglas [de tenis]. Después, te involucras más y te va emocionado subir de nivel”, comentó la capitalina, en entrevista exclusiva con .

Romero detalló que es un proceso largo de crecimiento que va ligado al desempeño individual.

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“Empiezas con torneos de juniors o de profesionales a nivel de desarrollo de ITF. Cuando vas mejorando, vas a escuelas que la ITF propone y vas subiendo de nivel, con base en tu experiencia”, detalló.

Cristina inició su carrera en México en 1994, “primero como juez de línea, juez de silla; después, tuve un tiempo en el que mi categoría como juez de silla subió a bronce, plata y oro”. Ese crecimiento la llevó a trabajar para torneos de ITF, WTA y ATP. Por eso, pudo estar en “cancha central de US Open, la Billie Jean King Cup”.

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