Si algo disfruto en esta vida es viajar. Y en esta ocasión, decidí cerrar el 2019 y comenzar el 2020 en el Tíbet . Llegar hasta allá no fue sencillo, y no tanto por las infinitas horas de vuelo (nos tomó casi tres días llegar), sino porque es una región compleja para visitar por los conflictos políticos, religiosos y sociales por los que atraviesa.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Tuvimos que conseguir un permiso especial y siempre viajamos con un chofer y guía asignados por el gobierno Chino. Da un poco de miedo traer una cámara en la camioneta en la que viajas y sentirte vigilado todo el tiempo. Eso sin dejar de lado el trago amargo que sufrimos al tratar de salir del Tíbet y estar detenidos por la policía y el ejército Chino por casi 30 horas sin nuestros documentos. Pero, ¿les digo algo? Valió la pena, y en esos ocho días que pasamos recorriendo este país conocí mejor la filosofía budista, y a mí misma.

Cuando viajo, me vuelvo histérica cada vez que vamos a sitios en donde las tradiciones ancestrales siguen muy arraigadas y en donde la globalización no ha hecho lo suyo. Si quieren viajar en el tiempo en cuanto a cultura, tradiciones, arquitectura y formas de vida, en el Tíbet te vuelves loco. La mayoría de las personas visten tradicionalmente, y no solo eso: hay variaciones en las vestimentas de acuerdo a la región, lo cual te brinda un espectro gigante de posibilidades y de inspiración. Esta moda es onírica e inolvidable.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Las mujeres y los hombres por igual suelen llevar el pelo largo . Las trenzas tibetanas son una hermosura. Algunas chicas llevan el cabello tejido en trenzas diminutas, mientras otras solo llevan una trenza larga. Las mujeres no se tiñen el pelo, pero sí les gusta decorarlo. Para ello usan piedras, telas o hilos que entrelazan en las trenzas. ¡Se ve increíble! Hoy en día este tipo de peinados lo vemos en pasarelas de París, Milán y Nueva York, como una tendencia mundial. También llevan otros adornos en la cabeza como sombreros o tocados de tela grandes y vistosos. Complementan con grandes aretes que van envueltos en el oído con cadenas.

Las tibetanas no usan tanto maquillaje. Van muy naturales y, por el clima, tienen un tono bronceado y rojizo en las mejillas que hace parecer que llevan blush e iluminador . El clima frío en constante contacto con su piel hace que tenga un aspecto brilloso y porcelanizado. Sus facciones son muy angulosas y tienen una mirada brillante. ¡Se ven hermosas!

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Otra cosa importante que aprendí es que, por varios factores climáticos y religiosos , los tibetanos solo se duchan en ocasiones importantes, probablemente tres o cuatro veces en su vida. Ellos creen que este ritual solo se debe hacer en momentos muy especiales y, por ende, es toda una ceremonia . ¿Ustedes podrían bañarse solo una vez al año?

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Regreso del Tíbet súper inspirada, y con la batería llena para crear muchas historias inspiradas en el estilo tibetano.

Con cariño,

Gina

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