Ya piden eliminar puestos en INAH
Académicos y profesores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) entregaron ayer en las oficinas del virtual presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, una carta en la que le solicitan una reunión para hablar de temas sustanciales para la institución. Uno de esos asuntos que le proponen hablar es revisar la parte burocrática del INAH, la cual dicen que se ha multiplicado en los últimos años. De acuerdo con los investigadores, están de acuerdo en que se eliminen puestos de funcionarios o área administrativas que consideran que no tienen razón de ser, como la Coordinación Nacional de Centros INAH, ahora encabezado por José María Muñoz Bonilla, y la de Desarrollo Institucional, que ocupa Javier Antonio Ortega. Lo que quieren, dicen, es que se le dé menos importancia a la parte administrativa, pero que se refuercen las áreas de investigación y conservación.
Trabajadores inician despedida de la Secretaría de Cultura

Los pendientes que arrastra la Secretaría de Cultura con sus trabajadores no son pocos y ante la falta de respuesta, la molestia va en crescendo. Pero esta vez, los trabajadores eligieron otras formas para protestar, como el muñeco de una rata que, elegantemente vestida representaba a la misma Secretaría de Cultura; también salieron con un llamado —emulando a los trabajadores del INBA y su celebrado #YaPágameINBA— por un ‘Pago justo y puntual ayúdanos a hacerlo viral’, o los recordatorios de los tiempos que corren, como se vio en un letrero a las afueras del edificio de la Secretaría en Reforma: “Están apurados cubriendo sus malos manejos que no les interesa nuestro pago”.
¿Ópera para todos?
Las transmisiones en vivo de las funciones de la Ópera de Bellas Artes no cuentan con un público cautivo. Hay figuras que observan con preocupación que los números, al menos en redes sociales, son realmente muy malos. Por ejemplo, cuando Otello de Verdi, un título muy esperado que contó con un muy aplaudido tenor, llevaba una hora en vivo había sólo nueve personas atentas. El esperado estreno en su versión escénica de El jardín de los insectos, de Federico Ibarra, corrió con la misma suerte, había momentos en los que incluso sólo había tres observadores. Nos dicen que los números no son más optimistas en la página web si se considera que es gratuito y que el alcance es potencialmente alto. ¿Por qué ocurre este fenómeno? Está probado que existe público dispuesto a ver esta expresión a través de una pantalla, hay casas de ópera que cobran por ello. ¿Entonces, qué pasa?