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Ciudad de México, todos andan con prisa, en la ciudad el tiempo es dinero: para llegar más rápido a cierto lugar, ya sean distancias cortas o largas, ya es costumbre tomar un uber. Una vez arriba del auto podría pensarse que uno puede relajarse o descansar, pero no, se usa ese tiempo para trabajar desde el celular, consumir publicidad en redes sociales o incluso hacer compras en línea. El tiempo libre es aprovechado para ser productivos o consumir.
Esta es la reflexión que hace la artista Frieda Toranzo Jaeger (Ciudad de México - 1988) en la exposición “Uber: Déjame entrar”, que hoy concluye en la galería Travesía Cuatro.
“Uber (en esta exposición) se vuelve una entidad vampírica, pero en realidad pienso que es una ideología tecnológica, colonizadora porque llega a cualquier lugar es que no importan las costumbres del lugar, sino que implementa sus propias formas de operar, que es muy abstracta. El show plantea las preguntas de dónde vienen estas ideologías”, dice Toranzo Jaeger en entrevista.
La artista también señala que así como los vampiros son seductores, el servicio de uber y otros símbolos del capitalismo seducen a las personas. La idea de relacionar a Uber con los vampiros tienen origen en Karl Marx y su libro “El Capital”, donde dice que “el capital es trabajo muerto, que no se anima más que chupando como un vampiro el trabajo vivo, y que está tanto más vivo cuanto más chupa”.
La exposición está conformada por siete pinturas, que también cuentan con bordados —que hace en colaboración con su familia—, elementos tridimensionales, como trenzas, y algunas están en formato de tríptico. Sobre cómo describir su estilo, la artista dice que algunas de sus pinturas son “buchonas” porque también le interesa reflexionar en torno al buen y mal gusto. “Me gusta trabajar con estas ideas de sus estéticas y sus valores”, comenta.
Con sus obras, Frieda Toranzo Jaeger también apunta cómo el capitalismo contemporáneo quita a los humanos la posibilidad de hacer algo al respecto.
“Por ejemplo en los 70 fue la primera vez que se televisó la guerra y dio pie al movimiento hippie. Ahora también hay guerra y no podemos hacer mucho, porque ya no podemos ser hippies porque tenemos que trabajar, pagar las rentas que está carísima, entre otras cosas”, dice la artista sobre la situación actual.
Toranzo señala que la exigencia de productividad no sólo afecta a los usuarios de Uber, sino también a los conductores, a quienes se les vende la idea de ser su propio jefe, pero para poder sacar una escasa ganancia, tiene que “autoexplotarse” y trabajar turnos de más de 12 horas. Esa idea es mostrada en la pintura “Una serie de ausencias que, paradójicamente, nos hacen percibir nuestra propia presencia”, donde hay un conductor, muy parecido a Jesucristo, muerto al volante.
“El capitalismo es una máquina de miedos que nos quita seguridad, nos hace pensar que hay escasez de todo, cuando en realidad hay desigualdad y todo el tiempo culpa al individuo de esa escasez”, reflexiona la artista.
Las pinturas de Frieda Toranzo Jaeger se caracterizan por retratar automóviles, que la han llevado a tener exposiciones en solitario como “Autonomous Drive”, en MoMA PS1, en Nueva York; “The perpetual sense of redness”, en el Museo de Arte de Baltimore y una recién inaugurada muestra en Modern Art Oxford, en Inglaterra. También ha expuesto en la Sala de Arte Público Siqueiros y en galerías en Los Ángeles, Berlín, Viena, Milán y Buenos Aires.
Sobre el motivo por el que pinta autos, la artista —egresada de la Escuela Superior de Bellas Artes de Hamburgo— explica:
“Me interesa la idea de por qué el coche es masculino, si sólo es un objeto, y por qué es tan importante para la masculinidad. Por qué no está vinculado con la feminidad. Pienso que es porque da la sensación de control, de velocidad y se vuelve una extensión del cuerpo haciendo creer al hombre que se vuelve más poderoso, más rápido, más ruidoso. Me interesa saber cómo podríamos trasladar esas cualidades a lo femenino. También me interesa que ahora los coches se manejarán por sí mismo, entonces me interesa que va a cambiar en un sentido semiológico. El hombre dejará de estar al centro y ahora será la máquina y la inteligencia artificial. Entonces pasaremos del antropocentrismo a un lugar donde la máquina estará al centro”.
La exposición cierra hoy 23 de marzo, pero aún hay mucho más por ver de la artista, pues en abril formará parte de la exposición de la 60º edición de la Bienal de Venecia.