— Ella, Janet nacida en Texas hace 51 años y residente de Orlando, Florida, E.U. es una fiel creyente de la inteligencia y sabiduría de los mayas y por eso viajó hasta esta legendaria zona maya para “llenarme de esta potente energía”, relató la turista que viajó acompañada de su esposo José Yu y su hijo Gael, de 12 años.

“Vienen cambios muy fuertes para la humanidad, evoluciones, yo creo en eso” comentó Janet, quien sostuvo que de acuerdo a su lectura y sus indagaciones sobre fenómenos astrológicos como el descenso de Kukulkán en El Castillo principal de , en este siglo vendrá la transformación de la humanidad.

“Los mayas con su sabiduría hicieron enormes edificios, fueron únicos en muchos descubrimientos, su inteligencia sometida a muchas pruebas”, comentó mientras alzaba los brazos hacia la pirámide de Kukulkán.

Ellos, junto con otros 13 mil espectadores presenciaron el fenómeno de luz y sombra que inició a las 4:20 de la tarde y concluyó alrededor de las 4:57, cuando se formaron todos los tríangulos isóseles sobre los escalones del legendario edificio, semejando el descenso de la serpiente emplumada.

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En medio de gritos y abucheos y al grito de “¡Sientense!”, los espectadores reprocharon a quien se atrevió a pararse en el momento en que se formaba el fenóneno. Incluso, Margarita, una turista de Sonora fue invitada a retirarse de la pirámide de Chichén Itzá, debido a que se atrevió a ponerse de pie... “¡Fuera!, ¡Fuera!”, se escuchó con fuerza el grito de los turistas. Incluso el director de la zona maya, Marco Santos Ramírez la invitó a sentarse en otro sitio.

El fenómeno se vió en todo su esplendor con un Sol radiante y temperaturas de 34 y 36 grados. En tanto, Janet, la estadounidense, alzaba los brazos hacia la pirámide, “es extraordinaria, el Sol es energía” y otros tantos turistas celebraban la cultura maya, los artesanos viven en la incertidumbre. Ya fueron informados que éste será el último año en que podrán vender sus productos en la zona maya. Serán reubicados por las nuevas obras del Tren Maya. Ariel Puc Martínez, artesano desde hace 13 años, dijo que apenas venden sus artesanías porque “ya hay mucha competencia” y que apenas sale para la comida.


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