En la explanada del, 49 personas esperan en fila para acceder a la especie de carpa donde se instalaron 11 salas, distribuidas en mil 850 metros cuadrados, de la muestra . La experiencia inmersiva. A través de videomapping, realidad virtual y aumentada, salas inmersivas de 360 grados, réplicas exactas y certificadas de piezas de la época, que se exhiben en El Museo Egipcio de El Cairo, el mundo del faraón más conocido llega a México después de su itinerancia, de 2022 a 2023, por Nueva York, Boston, Los Ángeles, Vancouver y Washington, ciudades en las que se rompió el récord de más de 275 mil visitante durante su estancia. Impaciente, la hilera de personas, que dobla la esquina, ingresa alrededor de las 10:30 horas a un primer vestíbulo y cruza pasillos recubiertos de tela negra.

Aspectos de la exposición " Más allá de Tutankamón" la experiencia inmersos en el monumento a la madre ubicado en avenida insurgentes sur y calzada villalongin. Foto: Fernanda Rojas/EL UNIVERSAL.
Aspectos de la exposición " Más allá de Tutankamón" la experiencia inmersos en el monumento a la madre ubicado en avenida insurgentes sur y calzada villalongin. Foto: Fernanda Rojas/EL UNIVERSAL.

El punto de partida de la muestra fue, además, una efeméride. El descubrimiento de la tumba del rey Tut, el 4 de noviembre de 1922, quizá el hallazgo arqueológico más popular del siglo XX: hace 3 mil años, en enero o febrero del 1325 Antes de Cristo, un niño subió al trono del Antiguo Egipto. No vivió mucho: falleció una década después, a los 19 años, en circunstancias que la tecnología actual no ha podido determinar. El azar lo convirtió en la figura más popular de una cultura cuyas huellas fueron borradas por el colonialismo británico y los saqueadores, quienes ya habían hurtado a manos llenas en Guiza y Saqqara. Tras la muerte del faraón niño, el ministro Ay ascendió al trono y suplantó el espacio destinado para el enterramiento de Tut. Como una ironía del tiempo, el que su tumba quedara relegada, la protegió y le permitió sobrevivir a través de los siglos en perfecto estado, la volvió una “cápsula del tiempo”, lejos de la vista de los saqueadores en el llamado Valle de los Reyes.

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Fue hasta el ya citado 4 de noviembre de 1922 “cuando el nombre de Tutankamón volvió a ser dicho” gracias a que el arqueólogo y egiptólogo inglés Howard Carter lo descubrió bajo los restos de antiguas viviendas. La tumba de Tut arrojó luz sobre ciertas zonas borrosas en la comprensión del Antiguo Egipto, “una civilización sofisticada que surgió en el desierto”; permitió, además, que las piezas descubiertas en exploraciones no salieran del país y que un mito, alrededor de la tumba de Tut y de la mística egipcia, se expandiera en la cultura popular, alimentada por la prensa y el cine. Con el descubrimiento del peldaño que condujo hacia muros de oro que resguardaban la tumba de Tut, se abrió una puerta para entender los rituales funerarios y el interés profundo que los egipcios tenían con la muerte. En la antecámara, el anexo, el tesoro y la cámara funeraria, las cuatro áreas en las que Carter dividió la tumba, había 413 estatuillas shabtis para ayudar al faraón después de su renacimiento en el más allá; dagas para pelear con demonios y hasta juegos de mesa, por mencionar un par de objetos, todo lo que Tut necesitaría tras morir. Alrededor de esta historia: la del descubrimiento de una tumba intacta, la del rito funerario y la de la vida después de la muerte, se desarrolla la muestra.

Aspectos de la exposición "Más allá de Tutankamón" la experiencia inmersos en el monumento a la madre ubicado en avenida insurgentes sur y calzada villalongin. Foto: Fernanda Rojas/EL UNIVERSAL.
Aspectos de la exposición "Más allá de Tutankamón" la experiencia inmersos en el monumento a la madre ubicado en avenida insurgentes sur y calzada villalongin. Foto: Fernanda Rojas/EL UNIVERSAL.

Lo primero que recibe al público son réplicas en tamaño real, fidedignas, hechas con impresoras 3D: la máscara mortuoria, colocada sobre cabeza y hombros de Tut; un collar de escarabajo; una diadema de oro y las sandalias de Tut, junto a un marco de grandes dimensiones que simula la portada de la revista National Geographic, detrás del cual la gente se coloca, se toma fotos.

“Hay grandes diferencias entre lo que se exhibió en Estados Unidos y lo que llega a México, aspectos que no hubo en otras exhibiciones. Tenemos la máscara mortuoria más grande del mundo, hecha con una impresora 3D, que mide más de 2 metros de alto. Está por llegar, también, el sarcófago de Tutankamón, que tiene más de 3 metros de longitud”, afirma el actor Mark Tacher. Su empresa Bidur, de la que es socio, y José Antonio Valencia, de Plan B, compañía de entretenimiento, se reunieron con Paquin Entertainment Group, empresa canadiense a la que Nat Geo le prestó la investigación museográfica y le dio la licencia para digitalizar el material exhibido.

Aspectos de la exposición "Más allá de Tutankamón" la experiencia inmersos en el monumento a la madre ubicado en avenida insurgentes sur y calzada villalongin. Foto: Fernanda Rojas/EL UNIVERSAL.
Aspectos de la exposición "Más allá de Tutankamón" la experiencia inmersos en el monumento a la madre ubicado en avenida insurgentes sur y calzada villalongin. Foto: Fernanda Rojas/EL UNIVERSAL.

Tras el paso del vestíbulo se proyecta una película breve sobre el descubrimiento de la tumba. A los espectadores —28 personas que ven la pantalla—, un presentador les explica que son un grupo piloto, por ser los primeros que ingresan.

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Siguen el camino: pasillos en los que las pantallas simulan el descubrimiento de ciertas piezas egipcias durante exploración, o que reproducen fotografías de las cámaras descubiertas; un mapa de Egipto; una portada del Times del 12 de diciembre de 1922, una semana después del hallazgo de la tumba, que fue abierta hasta febrero del 23. Sobre los muros también se estamparon jeroglíficos. Siguen cuatro pantallas, distribuidas en cada punto cardinal, que abundan en la historia de la tumba, mientras una voz reproduce el testimonio de Carter, a quien, entonces, le impresionaron los muros de oro. Pero esto antecede, como la estructura de toda la muestra —pasillos y vestíbulos antes—, una gran sala en la que se detallan piezas dentro de la tumba: efigies, símbolos y objetos, como el Halcón Solar o Anubis, el dios con cabeza de chacal; guantes, diademas y representaciones de Tut.

A la derecha, los espectadores se sientan, posan, son histriónicos y toman fotos sobre una réplica de la silla del faraón niño. Detrás se exhibe el árbol genealógico de Tut. Al centro, dos bloques reproducen un juego de mesa que se llevó al otro mundo: el Senet, que recuerda al ajedrez y al go. Sus reglas se desconocen, pero se especulan; dos chicos lo juegan y una pareja ve las instrucciones.

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A la próxima sala la corona, entre dos pilares, la leyenda “Journey to the afterlife”, umbral que al cruzarse muestra lo importante que era la muerte para los egipcios y la comparación que hacían con el estado de sueño. En el caso de Tut, el largo rito funerario desembocó en el momento en que los sacerdotes abrían la boca de la momia para que ésta pudiera respirar y hablar durante el viaje fuera de su cuerpo; la lucha con demonios y el juicio final en el que Anubis coloca su corazón en una balanza junto a una pluma tomada del ala de la diosa Maat.

Son dos etapas: el jurado de dioses presidido por Osiris; y Anubis, que toma su corazón y lo pesa en una balanza para que cuelgue en equilibrio con una de las plumas tomada de las alas de la diosa Maat.

Aspectos de la exposición "Más allá de Tutankamón" la experiencia inmersos en el monumento a la madre ubicado en avenida insurgentes sur y calzada villalongin. Foto: Fernanda Rojas/EL UNIVERSAL.
Aspectos de la exposición "Más allá de Tutankamón" la experiencia inmersos en el monumento a la madre ubicado en avenida insurgentes sur y calzada villalongin. Foto: Fernanda Rojas/EL UNIVERSAL.

El siguiente paso en la muestra es “Verses for immortality” con la réplica de la barca de viaje por el inframundo y una pantalla que recapitula el impacto que tuvo el hallazgo de la tumba en la cultura popular: desde el cine hasta un desfile de Dior, con temática egipcia, en la primavera de 2004 o una puesta en escena de la Aida, de Giuseppe Verdi, en Guiza en 1999. Al centro, la réplica de la momia acompaña al misterio de su muerte.

En la sala de inmersión se reproduce a gran escala la barca por la que transita quien muere y se cuenta, con videomapping y una pieza entre documental y animación, el viaje de Tut tras su muerte. Mientras que en la experiencia VR, un escarabajo de oro guía al espectador por un vuelo arriba de las pirámides y la esfinge, y al interior de la tumba.

Varios espectadores, como Erick, que se dedica a la industria restaurantera y tiene 32 años, o Rogelio, de 19 años, que estudia Administración, se mostraron entusiasmados y especialmente curiosos por esta experiencia inmersiva y la realidad virtual.

“Para quienes han estudiado la historia de Egipto, es un recordatorio de lo ya leído. Pero para los estudiantes o los que no lo conocen puede ser muy atractivo porque los introduce en el mundo de los faraones”, concluye Mati, abogada.

Aspectos de la exposición "Más allá de Tutankamón" la experiencia inmersos en el monumento a la madre ubicado en avenida insurgentes sur y calzada villalongin. Foto: Fernanda Rojas/EL UNIVERSAL.
Aspectos de la exposición "Más allá de Tutankamón" la experiencia inmersos en el monumento a la madre ubicado en avenida insurgentes sur y calzada villalongin. Foto: Fernanda Rojas/EL UNIVERSAL.

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