Desde hace más de 100 años se encuentra en Francia un objeto que había sido denominado como pues fue descrito como un “objeto que le perteneció al último Emperador de México”. Sin embargo, en 2018 especialistas de México y Francia emprendieron una investigación y ahora, casi tres años después, pudieron determinar que no es un penacho y que tampoco perteneció a algún soberano mexica, aunque falta determinar “si se trata de un objeto o del componente de un objeto”, y los resultados de otros estudios.

“La ingeniería propia del objeto: su mecánica, la manera en que pudo haberse manipulado de un lado o del otro, su forma, sus componentes estructurales y su tamaño. Todas las cuestiones formales no son propias de un tocado y de hecho no hay manera de que en ninguna posición se pueda colocar sobre una cabeza humana. No es un tocado”, sostiene María Olvido Moreno, quien forma parte del equipo de especialistas.

"Penacho de Cuauhtémoc" en tela de juicio; lo estudian expertos de México y Francia
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Una de las líneas de investigación es determinar la biografía del objeto que se encuentra en el Musée du quai Branly, en París, Francia, y se ha podido documentar que la pieza ingresó a las colecciones del Musée d’Ethnographie de Trocadéro (antecesor del museo Branly) en 1878.

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Filloy señala que aún no cuentan con muchos datos sobre su biografía cultural y por ahora sólo se conocen dos fechas clave: 1875, cuando Boban le vendió la pieza al explorador Alphonse Pinard; y 1878, año del registro de su ingreso a las colecciones de Trocadéro.

“La documentación en los museos no es profunda, suelen ser etiquetas y listados con datos distintos y en ocasiones dispares. Pueden indicar las trayectorias de las piezas y apuntar, por ejemplo, si estuvieron en depósitos o en colecciones particulares. En este caso la historia es muy fragmentada y la ficha de registro sólo nos indica que ingresó a la colección gracias a la sesión al Estado francés de mil 400 piezas arqueológicas y etnográficas americanas que incluía esta divisa de plumas”, dice Filloy.

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80 GRAMOS pesa el mal llamado penacho de Cuauhtémoc. Tiene forma circular de 28 centímetros de diámetro y en su centro tiene otro círculo con 211 ba stoncitos

Investigación en proceso

El mal llamado penacho de Cuauhtémoc pesa 80 gramos. Tiene una forma circular de 28 centímetros de diámetro y en su centro tiene otro círculo de 8.5 centímetros de diámetro al que se le tejieron 211 bastoncitos “que rematan con elementos florales confeccionados con las técnicas del mosaico y del atado de plumas”.

Filloy y Olvido Moreno señalan que están en proceso varios estudios, como el de Carbono 14, cuyos resultados se han retrasado por la pandemia.

"Penacho de Cuauhtémoc" en tela de juicio; lo estudian expertos de México y Francia
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Una de las tareas pendientes, indica Moreno, es contabilizar la cantidad de plumas y estudiar cuántas tuvo en su estado original, “pues al observar con el microscopio, nos percatamos que había faltantes: vimos muchos nudos que conservan sólo una pluma, nudos que sujetan la sección inferior de una pluma y nudos que están totalmente vacíos”. Agrega que “tampoco se sabe cuál es la magnitud de los faltantes, ya que aún no sabemos si se trata de un objeto o quizás de un componente de una divisa más compleja y que haya perdido algunas partes”.

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Lo que ya se inició es un estudio ornitológico para determinar el tipo de aves a las que pertenecieron las plumas; investigación que realiza Jacques Cousin, del Museo Nacional de Historia Natural de Francia.

“El doctor Cousin piensa que se trata de plumas que provienen de aves endémicas del continente americano. Menciona loros, oropéndolas, guacamayas, espátulas y trogones, aunque falta que esto se confirme. Todo este conjunto plumario conserva su brillo e iridiscencia, una amplia gama de colores en atractivas tonalidades; y en su manufactura se combinan técnicas de mosaico y anudado”, explica María Olvido Moreno.

Para poder determinar un posible uso, detalla Filloy, es necesario consultar fuentes como los códices, la cerámica, la escultura y la pintura mural: “Recurrimos a documentos en los que se aprecian las insignias, las divisas y los objetos que se utilizaban, quiénes los empleaban, los contextos de uso y el marco de su producción, entre otros aspectos. Por esto, es posible determinar que no se trata de un penacho, porque justamente en la iconografía mexica no aparecen tocados semejantes”.

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Para determinar el área geográfica en que fue elaborada la pieza también se analizan muestras de fibras en el Instituto de Biología de la UNAM: “El problema es que las fibras utilizadas para los soportes y amarres, así como las aves, tienen una amplia distribución en nuestro continente”, detalla Laura Filloy. Por ejemplo, hay algodón, material que se usó desde Mesoamérica hasta Sudamérica. “Hacer el análisis tecnológico de los sistemas de amarre y del pegado de las plumas ayudará a acercar al objeto hacia una tradición tecnológica determinada”.

“Lo que sí sabemos es que hay estilos tecnológicos en el trabajo de la pluma que son particulares de cada área cultural. Tanto el trabajo de la plumaria amazónica, como el del área andina, tienen características propias y son diferentes entre sí, y lo mismo sucede en Mesoamérica. Hacer el análisis tecnológico de los sistemas de amarre y del pegado de las plumas, ayudará a acercar al objeto hacia una tradición tecnológica determinada”, dice Filloy. 

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Un lejano final

El objeto fue elaborado con materiales orgánicos, todos expuestos a un proceso de envejecimiento natural, pero está “estable porque se ha resguardado en un ambiente controlado”.

La restauradora Moreno participó en la comisión binacional para el estudio y restauración del “Penacho de Moctezuma”. Señala que “no son objetos comparables, ni por sus técnicas de manufactura ni por su condición, pues las dimensiones de cada uno y su ingeniería son distintas: el atribuido a Cuauhtémoc tiene 28 centímetros de diámetro y el que se encuentra en Viena mide 1.78 metros de largo y 1.30 metros de alto”. La pieza que se encuentra en Paris está muy estable y conserva los suficientes elementos para poder hacer trabajos prospectivos e interpretaciones”.
 
Si bien faltan resultados de análisis y otros estudios ¿sería una pieza “falsa”?, se le cuestiona a las investigadoras. 
 
“Sea cual sea el resultado de este proyecto, no hay que perder de vista que se va a enriquecer de manera significativa el conocimiento sobre las tradiciones plumarias en América. Si partimos de que se trata de un penacho que perteneció al soberano mexica, entonces estaríamos frente a un falso. Pero si enunciamos que investigamos una pieza de plumaria antigua elaborada con plumas de aves endémicas del continente americano, es correcto decir que estamos trabajando una pieza original de plumaria americana antigua”, ataja Moreno. 
 
Filloy y Moreno enfatizan que su estudio sobre el objeto plumario está en proceso y señalan que no tendrá un final próximo, no sólo por la emergencia sanitaria, sino también por los calendarios de trabajo que se establezcan con otros museos e instituciones universitarias, tanto de México como de Francia, involucradas en esta investigación.