La vino a exacerbar y a potenciar los efectos negativos de la desinformación, afirma el doctor Jonathan Hernández, investigador del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información de la UNAM, quien apunta que la última década ha estado marcada por la mentira, por la falsedad de información, por conceptos como posverdad, , infodemia, fake news, infoxicación, desinfodemia, y justamente desinformación.

“La desinformación es un fenómeno complejo y multifacético que afecta distintas esferas de la sociedad y no sólo eso, además ha estado en la agenda política de organismos multilaterales al más alto nivel. Y esto lo venimos arrastrando desde hace tiempo, desde una crisis que explotó, por así decirlo, por ahí de 2016, 2017 con el primer mandamiento de Donald Trump, cuando empezó la llamada Era de la posverdad y a partir de ahí, se vino todo un fenómeno muy complejo, que se ha convertido en un proyecto interesante para abordarlo, pero también que ha hecho mucho daño a la sociedad”, asegura Hernández.

El doctor en Bibliotecología y Estudios de la Información asegura que pese a la contemporaneidad del término desinformación y su polisemia, principalmente la desinformación tiene que ver con la información falsa deliberadamente difundida, y en la deliberación e intencionalidad radica su complejidad, pero además, agrega, hay un trinomio que impone la desinformación: tecnología, información y salud, de ahí que han surgido muchos términos de la salud relacionados con la información, como infoxicación, que es cuando la gente se siente intoxicada de información, pero también la propia información viral, que alude al término de la viralidad.

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El doctor Jonathan Hernández afirma que la última década ha estado marcada por conceptos como fake news, infodemia, posverdad o infoxicación. Foto: Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información de la UNAM
El doctor Jonathan Hernández afirma que la última década ha estado marcada por conceptos como fake news, infodemia, posverdad o infoxicación. Foto: Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información de la UNAM

El investigador, cuyas principales líneas de trabajo se centran en el acceso a la información, la infodiversidad, la desinformación y el olvido digital, reconoce que en México hay una fuerte polarización política, lo cual merma la confianza, incrementa la desconfianza justamente en las instituciones, y esto también dificulta la lucha contra la desinformación, igualmente se observa un uso importante de bots y de trolls para difundir narrativas desinformativas, para manipular la opinión pública, especialmente en campañas y en ámbitos políticos.

“México es un caso particular, porque tanto la desinformación y la polarización sobre todo, es un problema creciente, especialmente en el ámbito político y sobre todo cuando se acercan elecciones y durante algún tipo de crisis. Y esta polarización la vemos muy marcada justamente en las redes sociales, de las cuales México es un consumidor importante, especialmente X o Facebook o TikTok, pero también hablamos de otros canales, como WhatsApp, que se usa muchísimo por los mexicanos, y otras redes y otros medios”, afirma Hernández.

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Dice que lamentablemente tenemos un lugar especial dentro de América Latina, pero considera que es consecuencia también del tamaño que tiene México, de la penetración de Internet y de la participación, “son muchos los factores que llevan a tener a México justamente en este lugar. Incluso la cercanía a Estados Unidos también es un factor importante, y más ahora que estamos bombardeados con muchas noticias y que México ha sido, de alguna manera, el epicentro de discursos provenientes de países como Estados Unidos, y eso también exacerba todos estos discursos”.

Y cita como ejemplo el tema de la migración y cómo se puede crear una narrativa en redes sociales donde se acrecientan comentarios xenófobos y de discursos de odio.

“De alguna manera sí hay coordinación también entre diferentes actores para generar narrativas desinformativas. Yo no diría que estamos a nivel de países que tienen ya toda una herramienta, todo un sistema complejo y robusto, como China o como Rusia, pero sí de alguna manera están creciendo estas narrativas desinformativas”, señala el autor del texto “Contra la desinformación: verificación e infodiversidad para el fortalecimiento de la participación ciudadana”, publicado en el libro Información, participación ciudadana y democracia.

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Hernández afirma que como fundamentalmente las sociedades nos informamos a partir de las redes sociales, el fenómeno de la desinformación seguirá en crecimiento por lo que se hace más pertinente y urgente la discusión sobre este tema. Dice que van a seguir emergiendo conceptos, términos y perceptivas en torno a la desinformación y que, de hecho, el año antepasado la ONU lanzó su documento “Principios globales sobre la integridad de la información”, que se refiere a las amenazas de nuestro ecosistema informativo que son la desinformación, la información errónea y el discurso de odio.

También la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias (IFLA) impulsa acciones sobre entornos de información saludable, cuya meta es establecer estrategias para evitar que estas amenazas de la desinformación tengan un impacto en nuestros ecosistemas.

Pero dice que también es importante que la sociedad esté alerta y sobre todo elaborar estrategias conjuntas: academia, sociedad civil y gobierno. Entre las estrategias hay respuestas éticas, normativas y de mejores prácticas. “El problema radica muchas veces en la falta de infraestructura para llevar a cabo estas respuestas y en la falta de una coordinación para aterrizarlas. Pero sí hay distintas formas de tratar de mitigar este complejo fenómeno, pero a menudo la tecnología va más rápida que las estrategias y nos rebasa”.

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En ese contexto, el doctor Jonathan Hernández organiza en el Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información de la UNAM, el encuentro académico “Desinformación: diálogos interdisciplinares y con la sociedad civil”, que arrancó el mes pasado y concluirá en junio de 2026 y en el que se analizará la desinformación en problemáticas como Migrantes, Cambio climático, Bibliotecas, archivos y museos, Sesgos cognitivos y teorías conspirativas, Arte, Verificación, periodismo y plataformas, Inteligencia Artificial y tecnologías, Procesos electorales, Diversidad sexual y género, y Discurso de odio y libertad de expresión.

“En el Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información ya hemos abordado este tema desde hace poco más de 10 años a través de publicaciones, a través de investigación. Coincidimos en que realmente se necesita una agenda de investigación orientada a comprender estos fenómenos, el impacto que tiene desde la manipulación algorítmica, la polarización y la difusión de todos estos contenidos desinformativos”, señala Hernández.

Entre los temas más complejos destaca la discusión sobre la Inteligencia Artificial y las tecnologías, que dice han amplificado no solamente el alcance de la desinformación, sino la fabricación de contenidos desinformativos a través de las deep fake, los videos, el audio sintético, etc.; pero también otro tema como la desinformación en los procesos electorales, pues en los últimos años la desinformación de alguna manera ha moldeado varios procesos electorales. “Muchos procesos electorales han estado marcados por fuertes campañas desinformativas que utilizan muchísimos mecanismos, utilizan inteligencia artificial, utilizan narrativas, nada nuevo, pero ahora con las tecnologías las dimensiones y el impacto es más fuerte”.

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Otro de los temas que enfatiza es el de la verificación, el periodismo y las plataformas, pues dice que justamente las batallas contra la desinformación y la verificación son una respuesta a la desinformación, y apunta que en muchos países, incluido México, la verificación la ha ostentado también el propio gobierno, y entonces se ostenta como el árbitro de la verdad como ha ocurrido con secciones como ¿Quién es quién en las mentiras?

Pero también le importa mucho la desinformación respecto a la salud y cita como ejemplo la pandemia contra el Covid-19 que en 2020 representó una crisis de salud, pero también fue una crisis de desinformación, al grado que la OMS la denominó infodemia.

“Cada crisis de salud genera crisis de información y de incertidumbre. Lo vimos con la pandemia, pero lo hemos visto también en otras crisis de salud, como el virus del Zika o en los 80, con el virus del VIH y con otras enfermedades que además traen mucha xenofobia”.

Durante la presentación del encuentro académico, Jonathan Hernández afirmó: “En los últimos años, hemos sido testigos de cómo las narrativas falsas se infiltran en cada esfera de la vida social. Hemos visto desfilar distintos términos para abordar este complejo problema, desde la posverdad hasta la infodemia, la esencia se mantiene: una distorsión deliberada de la realidad que ataca distintos ámbitos. La desinformación ya no es un fenómeno marginal; se ha convertido en un arma para polarizar sociedades, desacreditar la ciencia y sembrar el odio, erosionando la confianza sobre la que se sostiene la convivencia”.

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