Las vacaciones de verano son una oportunidad para visitar Palacio Nacional, aunque desde julio de 2019, cuando se mudó oficialmente el presidente Andrés Manuel López Obrador al recinto, el ingreso se ha restringido cada vez más, el recorrido se ha limitado y el proceso para visitarlo toma más tiempo.

Para entrar se debe sacar cita, pero también es posible acceder si se llega antes de las 10 horas, ya que a mediodía los accesos se agotan. Hay dos circuitos de recorrido, el primero es de exteriores, donde el foco son los murales de Diego Rivera. El segundo es sobre el recinto homenaje a Benito Juárez.

El ingreso es gratuito aunque engorroso: el punto de encuentro es en el Museo de Arte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en Moneda #4, donde se debe esperar a que los guías formen a la gente, según una lista con los nombre de los visitantes. Luego, en fila india, los dirigen a Palacio Nacional.

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El ingreso es por la entrada que usa la prensa para ir a las conferencias del Presidente. Ya no es por la puerta principal, como en el sexenio de Vicente Fox.

Una vez dentro, ante militares se toma a la gente la temperatura con un termómetro con cámara facial; los bolsos pequeños deberán pasar por rayos X. El protocolo de pronto recuerda a una revisión en el aeropuerto.

Los recorridos duran una hora con 15 minutos, que no alcanza para apreciar los espacios, las obras ni para ir al baño.

En el primer circuito se camina por el jardín botánico, se ve de fuera la primera casa de fundición de la Casa de la Moneda, que actualmente resguarda el archivo Ortiz Mena; de pasada se ve el patio central, sin atravesarlo, para llegar velozmente a los murales de Diego Rivera. El pintor diseñó el mural con distintas formas de lectura, una de ellas es que el espectador lo lea conforme sube las escaleras. Sin embargo, no se puede hacer este ejercicio porque las escaleras ya no se pueden usar y sólo se ve el mural a distancia. Entre los páneles con la obra de Rivera se encuentra la sala Rafael Tovar y de Teresa, espacio que antes era usado para exposiciones temporales, pero que ahora está cerrado.

Al final de este primer recorrido, la guía deja que los visitantes den un vistazo al recinto parlamentario, pero rápido porque ya viene el otro grupo y los guardias hacendarios están pisando los talones. Antes de ese espacio hay una sala de exposiciones con objetos históricos y obras de arte que no se pueden admirar porque no hay tiempo. “Sólo la recorremos en visitas especiales, no da tiempo. Si quieres verla con calma tendrías que hacer una solicitud aparte y vemos cómo le hacemos”, explica la guía cuando se le reclama por no ver esa última sala. “Antes estaba un poco más libre, no era necesario una visita guiada y lo podías hacer a tu ritmo”, agrega.

Durante la pandemia se sumó una sala dedicada a “las huellas de la transformación” en el Recinto homenaje a Benito Juárez. Foto: Drida Juárez / EL UNIVERSAL
Durante la pandemia se sumó una sala dedicada a “las huellas de la transformación” en el Recinto homenaje a Benito Juárez. Foto: Drida Juárez / EL UNIVERSAL
Hasta el sexenio de Vicente Fox se podía entrar por la puerta principal de Palacio Nacional. Foto: Carlos Mejía / EL UNIVERSAL
Hasta el sexenio de Vicente Fox se podía entrar por la puerta principal de Palacio Nacional. Foto: Carlos Mejía / EL UNIVERSAL
La fundición de la Casa de la Moneda se ve sólo por fuera. Foto: Carlos Mejía / EL UNIVERSAL
La fundición de la Casa de la Moneda se ve sólo por fuera. Foto: Carlos Mejía / EL UNIVERSAL

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En el Recinto homenaje a Benito Juárez se indica que una vez avanzado el recorrido no se puede regresar a las salas anteriores. Inicia con la noticia del estreno de su museografía. Se cambió durante la pandemia para que fuera “más realista”, indica el guía. En este espacio se explica la vida y obra de Benito Juárez y se puede tener una mirada más íntima al ver sus fotografías familiares, su ropa y una recreación de cómo era su casa en Palacio Nacional. “Ay, va muy rápido”, dice una mujer cuando el guía ya está en otra sala y ella apenas lee las fichas museográficas con el guardia ya a sus espaldas.

Este circuito es rematado por una sala de muros color guinda dedicada a las “huellas de la transformación” de México. Hay un busto de Benito Juárez y una pintura de David Alfaro Siqueiros donde se muestran “las tres transformaciones” que ha vivido México: la Independencia de México, con Miguel Hidalgo; las leyes de Reforma, con Benito Juárez, y la Revolución Mexicana, con Francisco I. Madero. Una sala muy ad hoc al discurso del gobierno actual, reconoce el guía.

Un visitante pregunta por el Museo Histórico de Palacio Nacional, que está dentro del recinto y que actualmente está cerrado. “No hay fecha de reapertura ni conversaciones”, dice el guía. Este museo, antecedido por la Galería Nacional, se inauguró en 2018 por recomendación de la UNESCO para crear un museo de sitio en Palacio Nacional por tener declaratoria de Patrimonio de la Humanidad. Ahí se exhibían piezas como la colección Windsor, arte virreinal y objetos históricos como la silla presidencial de Lázaro Cárdenas, explicó en entrevista Rafael Ríos, exguía de Palacio Nacional, quien calcula que hoy sólo se puede visitar 40% de lo que estaba abierto al público. La capilla de la emperatriz, así como sus jardines, el edificio polivalente, el Salón Tesorería (donde se hacen las conferencias) también están restringidos.

Antes del Recinto Parlamentario hay una sala de exposiciones que el público no puede apreciar por la prisa con que el guía hace el recorrido.  Foto: Carlos Mejía / EL UNIVERSAL
Antes del Recinto Parlamentario hay una sala de exposiciones que el público no puede apreciar por la prisa con que el guía hace el recorrido. Foto: Carlos Mejía / EL UNIVERSAL
La silla presidencial de Lázaro Cárdenas, que estaba en Palacio Nacional, ahora se exhibe en Los Pinos con escasas medidas de seguridad. Foto: Frida Juárez / EL UNIVERSAL
La silla presidencial de Lázaro Cárdenas, que estaba en Palacio Nacional, ahora se exhibe en Los Pinos con escasas medidas de seguridad. Foto: Frida Juárez / EL UNIVERSAL

La experiencia en Los Pinos

En septiembre de 2018, como presidente electo, López Obrador anunció que se mudaría a Palacio Nacional, pero que no cerraría el recinto. Entonces resaltó que convertiría Los Pinos en museo.

Durante el recorrido en Palacio Nacional se señala que objetos históricos que solía albergar el recinto ahora se encuentran en Los Pinos, algunos de ellos dentro de la Casa Presidencial Lázaro Cárdenas, pero son tan pocos que pueden contar con los dedos.

Lo que abunda son copias de mala calidad de documentos históricos y obras de arte de Diego Rivera, Arnold Belkin y otras, de las que no se pueden identificar a sus autores ni títulos porque la mayoría no tiene ficha.

Exhibir imágenes falsas en lo que simula ser un museo hace entendible la escasa vigilancia que hay en la Casa: un sólo policía vigila ese espacio de dos pisos. Sin embargo, extraña que en la sala donde se exhiben las únicas piezas originales que estaban en Palacio Nacional —que son la silla y la banda presidencial de Cárdenas— no haya más seguridad. Hay gente que cruza la línea de seguridad sin ser reconvenidos y otros que respetan la distancia con el objeto histórico.

La mayoría optó por el respeto, quizá los años de llamadas de atención de guardias de seguridad en otros museos educaron a los visitantes.

Además de estas piezas no hay más objetos de Palacio Nacional en Los Pinos. ¿De qué piezas históricas y obras de arte se estará privando al público?, ¿Al final del gobierno actual, esas obras serán exhibidas nuevamente?, se preguntan algunos.

“Yo pienso que después de este gobierno se podrá visitar nuevamente”, dice una guía durante el recorrido en Palacio Nacional.

“No sabemos qué va a pasar en el futuro, si el nuevo gobierno seguirá con la lógica de que será la residencia oficial. Esto es una enorme inestabilidad en el uso de los bienes porque están sujetos a intereses políticos”, concluye Bolfy Cottom, especialista en legislación de patrimonio cultural.

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