El mexicano es uno de los más diversos de la escena: hay compositores, intérpretes, arreglistas, directores, entre muchos otros. Y hay también agrupaciones que van de las bandas comunitarias hasta las orquestas sinfónicas. En cuanto a géneros, México es uno de los más ricos porque no sólo tiene folclor y música tradicional, también popular, jazz, clásico, entre otros. Al igual que en disciplinas como el teatro y la danza, en el país no existen cifras oficiales del impacto de la pandemia en el gremio musical, pero sí cientos de historias de quienes tuvieron que dejar sus carreras.

El Estudio de opinión para conocer el impacto del Covid-19 en las personas que trabajan en el sector cultural en México, realizado hace un año por la Difusión Cultural UNAM, concluyó, entre otras cosas, que la música fue una de las disciplinas que más resintió la crisis sanitaria. El 17% de los encuestados --notoriamente más hombres que mujeres, y de menor rango de edad que otras disciplinas--, dijo percibir menos de 15 mil pesos. Sólo 3.6% consideró que la música es un sector que mejor podría recuperarse tras la pandemia.

Las cifras que proporcionó la Secretaría de Cultura en el Sondeo para medir la percepción del impacto del Covid-19 en las economías culturales y creativas en México --publicado en julio--, brindan muy poca información sobre el gremio musical. Por ejemplo, el 15% dijo dedicarse a esta disciplina; y 36.7% dijo haber desarrollado una oferta digital, pero la música fue englobada con otros artes.

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Ninguna de las dos encuestas ofrece cifras de pérdidas económicas y de empleo, y de cierre de espacios para su interpretación. Sus datos fueron recopilados en los primeros meses de la pandemia, por lo que el panorama actual podría ser muy distinto; algunos creen que peor.

En el sector privado, la Corporación Interamericana de Entretenimiento reportó pérdidas en 2020 de hasta 68% respecto a 2019. Lo que sí hay son historias y percepciones de músicos sobre el impacto del Coronavirus.

Dejar la música

Amanda Sundberg es cantante de ópera, egresada del Conservatorio Nacional de Música, sus proyectos musicales son diversos: en su repertorio hay música antigua, ópera, rock, jazz y cabaret. Tiene amigos y colegas que, ante la cancelación de concier tos y cierre de espacios culturales, tuvieron que volver a sus ciudades de origen o dedicarse a otra cosa. Ella se tuvo que dedicar a meserear y a ser hostess en un restaurante. Hoy trabaja en el proyecto “Delirio Tropical”.

“El lugar en donde yo cantaba tuvo que cerrar. Llegué a encontrar otro sitio para cantar como un bar o un restaurante, pero el pago fue mínimo porque nuestro salario depende en buena medida del consumo. Si antes ganábamos poco, ahora es peor. Sé que hubo apoyos gubernamentales, pero no sólo eran pocos, los montos no te ayudaban a resolver lo más mínimo. Lo que vivimos es un momento crítico”, cuenta la cantante.

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Si se reduce el campo a los músicos clásicos, dice el crítico musical, José Noé Mercado, el panorama en México no es tan desolador como en otros países como EU, en donde sus orquestas han padecido la falta de conciertos. Aquí, la gran mayoría son subsidiados por los gobiernos federales, estatales y municipales, o por universidades.

Sin embargo, advierte: “El problema es para los indepen dientes porque los teatros y salas de conciertos están cerrados, si a ello sumamos que muchos también trabajan en restaurantes, bares, iglesias y conciertos privados, pues las cosas empeoran. En este momento, ¿quién contrata a un músico o cantante para amenizar? Nadie o muy pocos. Me enteré de una música que, buscando alternativas de supervivencia, se metió a onlyfans. No es un caso aislado. Algunas y me contaron que las borraron de sus contactos porque se enfrentaron a la estigmatización”.

Mercado refiere otro fenómeno, el pudor de los profesionales para dar a conocer que su situación económica es crítica. “En muchos músicos existe la idea de que no pueden decir que se dedican a otra cosa como dar clases de idiomas o que la pasan mal porque creen que les resta glamour, sé de varios casos así y es muy triste”, dice.

En enero, Música UNAM lanzó una serie de convocatorias, una de fue para intérpretes, se postularon más de 350 y 69 fueron elegidos; la de compositores recibió más de 450 postulaciones y se seleccionaron 34. José Wolffer, titular de la esa dirección universitaria, dijo en su momento: “La respuesta fue muy nutrida y eso nos indica, claramente, que la gente está buscando un ingreso ante la situación tan crítica que se vive”.

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Analí Sánchez Neri fue de las compositoras seleccionadas en esa convocatoria; también se dedica al teatro musical, donde ha trabajado como directora musical. “Me he dedicado a escribir, pero también hago arreglos y transcripciones, en ese sentido no me ha ido mal porque el trabajo no ha parado. Pero todo lo que tiene que ver con lo performático sí le ha ido mal. Es verdad que existe una virtualidad que nos ha permitido hacer proyectos y enlazarnos con músicos de otras regiones, pero en términos generales lo laboral está paralizado. A los músicos de escena, si bien ha habido proyectos en streaming, les ha ido mal”.

Sánchez Neri, quien da dirección vocal en el Tecnológico de Monterrey, también advierte que hubo una sobreoferta en línea, y que un año después sólo sobreviven aquellos que pudieron adquirir herramientas tecnológicas y que ofrecen proyectos creativos. “La mudanza a lo virtual ha sido muy complicada, que ensaye un ensamble a distancia es prácticamente imposible. Lo que sí hemos hecho es aprender a grabar y editar. Yo sólo he tenido un proyecto en streaming en todo este tiempo. Lo presencial no tiene fecha próxima. Ahora en lo que estamos es en búsqueda de becas y convocatorias, el problema es que somos demasiados”, lamenta.

Rodrigo Garibay López es clarinetista y saxofonista, ha colaborado con orquestas como la Filarmónica de la UNAM y la Filarmónica de la CDMX, y ha realizado grabaciones y compuesto música para cine. La pandemia, cuenta, lo llevó a profesionalizarse en otras áreas para poder seguir trabajando. “Soy músico independiente y sí me ha afectado, no puedo tocar, pero me he dedicado a campos que no han parado como la música para cine, pude colaborar con compositores. Muchos hemos podido hacernos de pequeños estudios para hacer grabaciones que nos solicitan. Necesitaba ampliar mi campo de acción y por eso tuve que aprender producción e ingeniería en sonido”, cuenta.

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Arturo Martínez Zanabria, compositor y guitarrista, que acaba de ganar el Premio Nacional de Composición Orquestal “Raíces” 2020, dice: “Todo lo presencial está parado, hay obras que no sé cuándo podrán ser estrenadas y eso genera una gran incertidumbre. Sin embargo, encontré en lo virtual una oportunidad para hacer proyectos, es como si se hubiera descentralizado la música, estoy en contacto con músicos que en otro momento habría sido muy difícil”.

Sylvia Rittner es directora de la compañía Arpegio Producciones, dedicada a la ópera, especialmente para niños. “Tuvimos que suspender nuestro trabajo y no hay en este momento una fecha probable de retorno, nosotros no nos propusimos mudarnos a lo virtual porque los niños ya están en las pantallas para su educación, no queremos saturarlos. Pero también suspendí los festivales que hacía en Baja California, así como las presentaciones en el Teatro de la Ciudad La Paz, que yo dirijo”, dice.

¿Qué hacer frente a esta realidad? Rittner, propone: “Promover los conciertos en redes en formatos híbridos, en teatros con aforo reducido, necesitamos dar trabajo a los músicos independientes, abrir los espacios y ofrecerles los insumos de producción para que puedan trabajar. La infraestructura institucional se tiene que poner al servicio de los independientes. Los artistas no sólo necesitan becas, necesitan trabajar”.

68% DE PÉRDIDAS en 2020 respecto a 2019, reportó la Corporación Interamericana de Entretenimiento.

Frases

"La infraestructura institucional se tiene que poner al servicio de los independientes. Los artistas no sólo necesitan becas, necesitan trabajar”. Sylvia Rittner. Directora de Arpegio Producciones.

"En muchos músicos existe la idea de que no pueden decir que se dedican a otra cosa como dar clases de idiomas o que la pasan mal”. José Noé Mercado. Crítico musical.