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El historiador mexicano Andrés Reséndez se adentró en un tema que permanecía en el olvido, incluso para los historiadores de esa época: el esclavismo de indígenas en México, el Caribe y el sureste de Estados Unidos. Tras siete años de investigación publicó The Other Slavery, un libro que documenta esa otra esclavitud desde la llegada de Cristóbal Colón a tierras americanas hasta finales del siglo XIX, un trabajo por el cual en 2016 fue uno de los cinco finalistas del National Book Award, el premio literario más importante de Estados Unidos.

Reséndez, nacido en la Ciudad de México y profesor del Departamento de Historia de la Universidad de California en Davis, asegura que la esclavitud de africanos está muy documentada, pero poco se sabía de la esclavitud de los indígenas, tema central de su libro La otra esclavitud. Historia oculta del esclavismo indígena, que publicado en México Grano de Sal.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Reséndez afirma que en su investigación tuvo varios hallazgos que no había contemplado en el arranque, por ejemplo, “que a diferencia de la esclavitud de africanos, que en su mayoría son hombres adultos, en el caso de la esclavitud de indios estamos hablando fundamentalmente de mujeres y de niños”; pero además descubrió que los indígenas mismos participaron en el tráfico de esclavos indios.

“La esclavitud de indios no fue una cosa que inventaran los europeos, ya existía en el continente americano antes de la llegada de los españoles y de otros imperios”, señala Reséndez, quien asegura que fueron los indígenas quienes empezaron a venderles esclavos a los europeos, incluso en tianguis; y que básicamente los europeos pasaron a ser consumidores de este tipo de esclavos.

El autor de los libros A Land So Strange: The Epic Journey of Cabeza de Vaca, Changing National Identities at The Frontier: Texas and New Mexico, 1800-1850, y Crónica del 47, en coautoría con José Emilio Pacheco, explica que aunque la esclavitud indígena fue prohibida desde la Colonia, los esclavistas buscaron otras maneras de acceder al trabajo forzado.

“El sistema penal fue una manera de esclavizar, y las deudas fueron otra manera de lo más común de mantener el control sobre esta mano de obra forzada. El peonaje empezó desde el principio de la Colonia, no es una cosa del siglo XVIII o XIX, no es una cosa del Porfiriato, es una cosa vieja del siglo XVI; encontré obrajes donde había esclavos negros y donde indígenas vivían encerrados, la justificación de mantenerlos encerrados era que tenían deudas. De esta manera entendemos un poquito mejor la historia de México”, afirma el historiador.

Desde lo histórico y geográfico, Reséndez aborda “la otra esclavitud”; desde regiones en las que hubo una mayor incidencia de la explotación de mano de obra indígena, como en Parral, Chihuahua, en las minas de oro; y también desde territorios de Estados Unidos y Canadá.

Círculo vicioso. En su amplio trabajo de investigación, Andrés Reséndez también da cuenta de cómo es que las guerras, así como el desequilibrio político, las revoluciones y los desplazamientos de poblaciones ayudaron al aumento de la esclavitud indígena.

“Enfermedades y esclavitud van de la mano, no son fenómenos separados. Cuando en la escuela nos dicen que grandes poblaciones de esclavos murieron por la viruela y enfermedades que trajeron los españoles, contra las cuales los indígenas no tenían resistencia, es cierto... pero al mismo tiempo lo que vemos es que hay una relación muy cercana entre la esclavitud y estas enfermedades; lo que quiero decir es que la esclavitud indígena es justamente el vehículo por el que se difunden estas enfermedades”, afirma el historiador.

Como los grupos de esclavos eran contagiados y llevaban estas enfermedades a las reservas a donde los trasladaban, la mortalidad era muy fuerte y era necesario hacer más esclavos y, por lo tanto, organizar más campañas para esclavizar a más indios, lo que lleva a decir a Reséndez que hay un vínculo muy claro entre estas enfermedades y la esclavitud, es un círculo vicioso, las dos cosas van muy de la mano.

Práctica moderna. El historiador egresado de El Colegio de México concluye su investigación alrededor de 1900, pero en La otra esclavitud plantea una reflexión con la idea de entender esa esclavitud del pasado y el tipo de mano de obra forzada que existe ahora en el mundo, incluso cita a organizaciones que hacen un estimado de que en la actualidad más de 40 millones de personas están sujetas a algún tipo de esclavitud moderna.

“Si queremos entender los mecanismos y la realidad de estos 40 millones de víctimas, lo mejor que podemos hacer no es pensar en la esclavitud africana, porque en última instancia fue una esclavitud excepcional, es decir, fue una esclavitud en donde los estados coloniales de aquella época la permitían, y esa no es la situación que impera ahora, ahora la esclavitud está prohibida en todas partes del mundo y sin embargo se da”, dice Reséndez.

Asegura que los mecanismos subyacentes entre la esclavitud del pasado y la actual son similares a pesar de que los detalles y los actores son distintos a los de hace 120 años.

“Aunque yo no estudio el siglo XX trato de dar el argumento de que a pesar de que los agentes son distintos y las condiciones son distintas que hace 120 años, los mecanismos subyacentes son los mismos. Hay esclavitud de gente que ha sido acusada de un crimen y está haciendo su condena, hay esclavización de gente que tiene deudas, de la misma manera que ocurría en los siglo XVI, XVII, XVIII, y las deudas es un motivo central en este tipo de esclavitud”, dice.

No basta la abolición. Una más de las lecciones del libro es que no basta con abolir la esclavitud. La Corona española trató de abolir la esclavitud en 1542 y luego en 1680; el gobierno mexicano trató de abolir la esclavitud durante la Independencia en 1821, el gobierno americano trató de abolir la esclavitud de indios después de la Guerra Civil entre 1864 y 1866.

“En cada uno de estos casos lo único que se hizo fue hacer que la esclavitud de indios se volviera clandestina y se más difícil de erradicar. Esa es una lección que nos debe quedar ahora; no es suficiente con prohibir la esclavitud sino que hay que mantener y reconocer que este es un problema muy difícil de erradicar y hay que mantener la guardia constantemente en alto”, afirma.

El impacto de La otra esclavitud en EU fue tal despertó el interés de otros investigadores. Incluso, indica el especialista, hay un nuevo libro sobre peonaje y más cosas que vienen.

“Sigo publicando sobre el tema, pero ahora estoy metido en un trabajo sobre el Océano Pacífico, un tema distinto, pero también muy olvidado y fascinante”, concluye.

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