Por: Edgar Corzo Sosa

Conocí la UNAM por primera vez en uno de sus más emblemáticos edificios: el Colegio de San Ildefonso, donde mis padres, al igual que mis hermanos, estudiaron la preparatoria. A mí sólo me queda el recuerdo de haberlos acompañado y haber conocido el maravilloso anfiteatro Simón Bolívar y el salón El Generalito… porque precisamente el año en que ingresé a la preparatoria cerraron San Ildefonso y al plantel 3, que tenía el turno de la tarde y en el que yo quedé inscrito, lo enviaron a San Juan de Aragón y Eduardo Molina, al norte de la Ciudad. Si tuviera que contar mi vida universitaria mediante sensaciones especiales escogería, sin dudarlo, tres de ellas. La primera, cuando supe que había pasado el examen de ingreso a la preparatoria al recibir la aceptación. La segunda, al caminar por primera vez como alumno por la explanada de la Facultad de Derecho, lo que antes había hecho acompañando a mi padre, pues me adentraba a un mundo desconocido, lleno de esperanzas y con ganas de conocer a mis profesores y a mis compañeros. Y la tercera, cuando visité por primera vez el Instituto de Investigaciones Jurídicas, en la Torre ii de Humanidades, en donde trabajaban algunos de mis profesores y a donde soñaba con ingresar.

Después de haber terminado mi carrera y tras varios años de ayudante de investigador, la Universidad me becó para realizar estudios de posgrado en el extranjero, en Francia y España, en donde hice una maestría y un doctorado en Derecho Público. A mi regreso, obtuve la plaza de investigador.

La investigación ha sido mi vida, la docencia y la formación de recursos humanos mi pasión y gran compromiso. Por ello, atesoro como si fuera mi tercera hija la publicación Cuestiones Constitucionales Revista Mexicana de Derecho Constitucional, creada en julio de 1999, la cual cumplirá su vigesimoquinto aniversario el próximo año y que se ha consolidado como una de las principales revistas jurídicas del país y de América Latina.

Gracias a la UNAM tuve la oportunidad de trabajar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en donde conocí la realidad jurídica de nuestro país; mientras que la realidad social la pude constatar al haber trabajado en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y hacerme cargo de temas tan relevantes como la migración, la trata de personas, y la defensa de periodistas y defensores de derechos humanos.

Hace cuatro años, motivo de la propuesta hecha por el gobierno federal, ingresé como integrante del Comité de Trabajadores Migratorios de la ONU, y hace dos años fui electo su presidente, junto con la responsabilidad de ser, al mismo tiempo, presidente de las 10 presidencias de los Comités de Derechos Humanos de la ONU, cargos, estos últimos, que nunca antes habían sido desempeñados por un mexicano. En junio de este año 2023, de nueva cuenta a propuesta del gobierno federal, fui reelecto como integrante del Comité de Trabajadores Migratorios para el periodo 2024-2027.

Nada de esto hubiera sido posible sin mi Universidad. Por estas y otras razones valoro la labor de la Fundación UNAM, que ayuda económicamente a estudiantes de escasos recursos, haciendo posible que sus sueños de estudio se conviertan en una realidad. Celebro que la Fundación UNAM cumpla sus primeros 30 años y mantenga su programa de aprovechamiento de espacios universitarios de valor histórico, incluyendo el antiguo Colegio de San Ildefonso, sin importar que en su momento no hubiera tenido la oportunidad de estudiar ahí mi preparatoria.

Investigador universitario y presidente del Comité de Trabajadores Migratorios de la ONU

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