Ni las salas etnográficas del (MNA), que entraron en proceso de modernización de su discurso curatorial desde febrero de 2023, y que ahora forman parte del, a cargo de autoridades locales y federales, se salvaron de ser abiertas de forma incompleta.

A inicios del año pasado, al cerrar las salas etnográficas ubicadas en la parte superior del museo más visitado del país, el subdirector de Etnografía del MNA, Arturo Gómez, informó que la primera sala se abriría en junio de 2023, y las cuatro restantes, a mediados de 2024.

Sin embargo, los hechos tomaron otro rumbo: fue hasta el 28 de febrero pasado, ocho meses después de lo prometido, cuando autoridades de la Secretaría de Cultura federal y del Instituto Nacional de Antropología e Historia () abrieron dos de las cinco salas: “Fiestas” y “Textiles”, que corresponden a las salas 4 y 5 del renovado discurso curatorial. Una muestra de que ni las renovaciones en materia cultural en esta administración se salvan de ser inauguradas incompletas.

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Las cinco salas etnográficas del Museo de Antropología —en renovación desde 2023, pero dos de ellas inauguradas en febrero pasado— lucen incompletas; falta acomodar piezas, retirar herramientas y cambiar las improvisadas fichas. Esta era la situación unos días antes de iniciar la Semana Santa. Fotos: Cristopher Cabello | El Universal
Las cinco salas etnográficas del Museo de Antropología —en renovación desde 2023, pero dos de ellas inauguradas en febrero pasado— lucen incompletas; falta acomodar piezas, retirar herramientas y cambiar las improvisadas fichas. Esta era la situación unos días antes de iniciar la Semana Santa. Fotos: Cristopher Cabello | El Universal

Pero las tres primeras salas: “Territorios”, “Cultura alimentaria” e “identidades”, nombradas en orden cronológico dentro de la curaduría, aún no son reinauguradas ni abiertas al público.

En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL días previos a la Semana Santa, se aprecia que los espacios destinados a estas salas están vacíos o son ocupados para resguardar piezas desgastadas o materiales como madera, escaleras y cajas.

Lo único que separa las salas inhabilitadas de las salas recién inauguradas es una cortina morada con los logos del MNA. Detrás de ella sólo hay salas vacías, con polvo en el piso y con piezas en desuso y cajas en espera de ser resguardadas en otro sitio. Más al fondo quedó el cartel utilizado el 28 de febrero pasado, día en que la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, inauguró las salas, junto al director del museo, Antonio Saborit, y el subdirector técnico del INAH, José Luis Perea.

La apresurada entrega hizo que las salas se inauguraran dos días antes de la veda electoral, el mismo día que el director del INAH, Diego Prieto, viajó a Yucatán para inaugurar, junto con el presidente Andrés Manuel López Obrador, el Gran Museo Maya de Chichén Itzá, derivado de las obras del

Visitas sin rumbo

Fotos: Cristopher Cabello | El Universal
Fotos: Cristopher Cabello | El Universal

En la ceremonia de inauguración, Perea y Frausto señalaron que las nuevas salas etnográficas y el Gran Museo Maya de Chichén Itzá representaban un logro histórico para las comunidades indígenas y para el patrimonio del país.

En el evento, Frausto presentó algunas de las nuevas piezas para las dos salas renovadas, realizadas por artesanos ahí presentes, a quienes aplaudió su participación.

Desde ese momento, Perea señaló que las nuevas salas etnográficas debían ser entendidas como “un discurso abierto, construido en colectividad”. “Plantea una gestión museológica de carácter participativo, por lo que representa mantener este diálogo entre las comunidades, la colección y lo que queremos decir, la exposición podría ser entendida como un discurso abierto, en construcción colectiva”, apuntó.

Ante la premisa de Perea, recorrer estas dos salas actualmente implica navegar sin rumbo en un mar de información y piezas. No se especifica, en todos los casos, el nombre de los autores de las obras ni su año de elaboración. Tampoco se especifica si son parte de la colección etnográfica del INAH, si son piezas nuevas realizadas por los artesanos que participaron en la nueva curaduría o si son préstamos de colecciones privadas o donaciones. La gran mayoría de piezas sólo viene acompañada de textos introductorios que describen elementos de regiones o técnicas, pero nada más.

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Arriba, una pieza sin cédula. Abajo, en la sala “Fiesta s” hay una cabaña con diversos elementos pero sin información que indique su procedencia, comunidad que representa, cosmovisión, autor ni año de elaboración. Fotos: Cristopher Cabello | El Universal
Arriba, una pieza sin cédula. Abajo, en la sala “Fiesta s” hay una cabaña con diversos elementos pero sin información que indique su procedencia, comunidad que representa, cosmovisión, autor ni año de elaboración. Fotos: Cristopher Cabello | El Universal

Posteriormente, en otro recorrido guiado, el curador de la sala de “Fiestas”, el doctor en Antropología Johannes Neurath, indicó a este diario que la sala se abrió con una lista de pendientes por resolver.

“Hay una lista de pendientes, como siempre, en estos proyectos. Hay piezas que faltan, cédulas, infografías, no se pudo terminar al 100%”, dijo el curador.

El investigador señaló que el proceso para que las cinco salas que conforman todo el discurso curatorial etnográfico abran será gradual. “Faltan las otras salas, creo que será un proceso largo y gradual, tener esta sala al 100%”, apuntó.

Lo dicho por Johannes Neurath se confirma al recorrer ambas salas. En una de las esquinas se aprecia una serie de máscaras de distinto origen y época, sin embargo, no se puede conocer más allá porque no hay fichas museográficas que indiquen la información de las piezas.

La única información para los visitantes (que pagan 95 pesos por entrada) es un texto adjunto que apunta que las máscaras tienen una relación con los procesos rituales de las comunidades.

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