caricaturista venezolana censurada en 2014 por criticar al gobierno de, reflexiona desde su exilio sobre la cultura de cancelación, acto que considera como una nueva forma de censura que “muchas veces son maquinarias digitales pagadas para promover estos silencios en las redes sociales”.

Ante esta práctica, Rayma defiende el uso del humor como una herramienta que lleva a la reflexión. Y pese a trabajar con el humor, no se considera optimista al hablar del estado político de América Latina, tema recurrente en sus cartones, pues dice que “las democracias se han ido deteriorando” y que “muchos gobiernos corruptos y militaristas se están disfrazando de gobiernos de izquierda”.

La venezolana ha dibujado a en varias ocasiones. En un cartón coloca al Presidente en compañía de los mandatarios Daniel Ortega, de Nicaragua; Nicolás Maduro, de Venezuela y Miguel Díaz-Canel, de Cuba, para ilustrar que “quizás un presidente demócrata no debería nivelarse con un dictador”, afirma en entrevista con EL UNIVERSAL.

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Rayma Suprani ha vivido en piel propia la migración, en su caso fue por persecución política. Ahora, la residente de Estados Unidos ha viajado por el mundo para presentar su muestra Yo inmigrante, que ha estado en Miami, Houston, Madrid, Barcelona y ahora México, hasta el 23 de octubre en Joaquín García Icazbalceta 39, Col. San Rafael.


 "¿Dónde empieza y dónde termina la libertad de expresión?, ¿quiénes son las personas que pueden realmente lograr determinar qué se puede decir y qué no?” 

—Con Las dos Fridas, una venezolana y otra mexicana, unidas por sangre y empacadas en una maleta, Rayma ilustra la migración: “pareciera que es la misma persona, pero como si estuviera dividida en dos. Con la migración, uno siente que deja a una persona y se va otra”.

La caricaturista adapta la muestra a la ciudad en la que se presenta. En este caso, Frida Kahlo, la lucha libre, la comida picante, la Virgen de Guadalupe y otros elementos típicos están en sus dibujos humorísticos. “Esta muestra es una forma de acompañar a un país que en este momento no tiene territorio. Es una manera de hacer terapia colectiva”.

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Dibujó a Andrés Manuel López Obrador con el “combo de dictadores” (Daniel Ortega, Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Canel. Y escribe que “hay amistades que no son buenas para un demócrata”.

Ese cartón lo publiqué cuando el presidente López Obrador fue a Cuba, hace poco. Digamos que su conducta y sus declaraciones fueron muy pro de la dictadura cubana. Obrador sí es un gobierno demócrata porque ha sido elegido con votos, pero la dictadura cubana no. Yo planteo en ese dibujo que quizás un presidente demócrata no debería nivelarse con un dictador, como Díaz-Canel.

¿Cuál es su visión sobre la política de Latinoamérica y su libertad de prensa?

"Maquinarias pagadas, las nuevas formas de censura”: Rayma Suprani, caricaturista venezolana
"Maquinarias pagadas, las nuevas formas de censura”: Rayma Suprani, caricaturista venezolana

¿Se siente optimista?

—No, para nada. Por ejemplo, las etiquetas de izquierda y derecha se están volviendo bastante extremistas. Quizás muchos gobiernos corruptos y militaristas se están disfrazando de gobiernos de izquierda. Llegó la ultraderecha a Italia. Pareciera que el mundo se está polarizando cada vez más. Hay muchos temas ahorita para la caricatura, muchas cosas que nos obligan a ver a nosotros los dibujantes y a tratar de traducir y de interpretar, sobre todo, lo que se esconde entre los intereses.

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¿Cómo vive los debates polarizados en redes sociales?

—El tema con las redes sociales es que o es blanco o es negro, eso limita mucho el diálogo. En las redes sociales pareciera que hay una estructura totalitaria donde todo es muy lapidario. En mi caso trato de preservar el lado humano, creo que está presente en mi humor, pero no necesariamente en el de otros caricaturistas.

¿Qué hacer para no perder su lado humano?

—En mis dibujos trato de buscar alma, de alguna forma. Por lo general, la política no tiene alma y por eso es quizás difícil conseguirle alma a un cartón político, porque es reflejo de la realidad que acontece. Pero cuando hablamos de la sociedad, del éxodo, de la migración, de duelos, de reconstruirnos, renacer, de la vida y la muerte, del tiempo, son temas con mucha alma. En esta muestra es lo que he querido plasmar.

En medio de la polarización, ¿cómo conservar el sentido del humor?

—El humor para mí es una manera de transformar la tragedia en comedia y en reflexión. Creo que cuando uno ve un dibujo que toca un tema doloroso, pero logra sacarnos una sonrisa, es una forma de usar la inteligencia a nuestro favor. El humor tiene muchas vertientes, como el humor sexista, machista. Pero, ¿dónde empieza y dónde termina la libertad de expresión?, ¿quiénes son las personas que pueden realmente lograr determinar qué se puede decir y qué no? Creo que la caricatura implica un compromiso de poder mirar completamente los temas para poder expresar lo que se esconde dentro de ello. Muchas veces las etiquetas hacen que miremos solamente con un ojo. Es decir, si yo soy de izquierda, voy a criticar a la derecha y viceversa. Pero hemos tenido dictaduras de izquierda, como Cuba, y dictaduras de derecha, como Pinochet en Chile. Ahí nos damos cuenta que cuando pensamos en hacer una caricatura tenemos que verlo todo en su amplio espectro.

La cultura de cancelación ha surgido como parte de esos límites sin definir de la libertad expresión, ¿cómo lo vive?

—Uno siente que te cae una bola de críticas y se estrella. Son las nuevas formas de censura que tratan de hacer que no sigamos con nuestro trabajo, denunciando que afecta intereses y muchas veces son maquinarias digitales pagadas para promover estos silencios en las redes sociales.

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¿Cree que la cultura de la cancelación espante a aspirantes de la caricatura?

—Para ser caricaturista no puedes tener miedo, tienes que asumir la responsabilidad que amerita el trabajo que hacemos. Es uno de los mejores oficios que pueda haber. Para hacer caricaturas hay que estar del lado opuesto del poder, eso es muy importante. A los caricaturistas que quieran un cargo público o beneficiarse con un gobierno, pues ahí hay un quiebre, y lo más sano es dejar de hacer el trabajo.

Ya casi se cumplen 10 años de la censura que sufrió. Hoy ¿cuál es su reflexión?

—Es un antes y un después. Ha sido un tiempo de reinvención, de buscar nuevas alternativas de un país diferente. También ha sido tiempo de reconstruirme a nivel creativo, esta muestra enseña parte de lo que ha sido mi trabajo en los últimos años. Me gusta abordar temas como éste (migración), que son temas más humanos y quizás consecuencia de los temas políticos.

¿Siente miedo? ¿Qué es lo que la impulsa a seguir abordando temas críticos en sus caricaturas?

"Maquinarias pagadas, las nuevas formas de censura”: Rayma Suprani, caricaturista venezolana
"Maquinarias pagadas, las nuevas formas de censura”: Rayma Suprani, caricaturista venezolana

Sobre la caricaturista 

Rayma Suprani tenía casi 10 años trabajando en El Universal de Venezuela cuando fue censurada.

Vive en Estados Unidos. Ahí expuso Amor en tiempos de Trump. 

Ha ganado premios como el Internacional Vaclav Havel a la Disidencia Creativa, en el Oslo Freedom Forum, en 2019.
Participó en el documental Caricaturists, Fantassins de la Democratie, que se estrenó en 2014 en Cannes.