Dos efemérides simultáneas deberían servir como pretexto para consolidar la recuperación del legado del compositor : la primera se celebró el año pasado: el de su natalicio; la segunda, los 75 años de su deceso, que se conmemoran este 24 de abril. Quizá después de unos meses, cuando pasen las efemérides, será necesario seguir luchando a contracorriente, dice la pianista Argentina Durán, quien participa en varios conciertos que se enmarcan en dicho aniversario y está en contacto con Omar Herrera Arizmendi, fundador y director de The Ponce Project, organización privada asentada en Texas desde la que se trabaja en el rescate de la obra del compositor mediante conciertos, grabaciones y publicaciones.

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Los eventos que prepara el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), el propio proyecto Ponce y aquellos festivales y conciertos en los que participa Durán, más allá de enmarcarse en el aniversario luctuoso, son parte del trabajo por saldar una deuda histórica para recuperar y difundir el legado del compositor.

El INBAL informó a EL UNIVERSAL que el viernes 28 de abril, la maestra Conchita Julián participará con un programa dedicado a Ponce en el centro cultural Casa Nuestra (Xicoténcatl 9, Centro Histórico), además de que se preparan actividades en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla con el pianista Héctor Rojas; las piezas de Ponce tendrán un lugar en la programación de actividades infantiles del Fondo de Cultura Económica (FCE).

Durán, por su parte, lo interpretará en las Jornadas Candelario Huízar en Zacatecas, del 4 al 8 de mayo; en la Sala Beethoven de Monterrey, el 17 y 18 de mayo, y en el Foro Boca, casa de la Orquesta Filarmónica de Boca del Río, el 17 de junio. De septiembre a diciembre serán los conciertos que prepara The Ponce Project en Houston.

Esta agenda es la punta de un iceberg: Ponce escribió entre 240 y 250 obras para piano; de éstas, menos de la mitad han sido publicadas. “En cantidad, son más de las obras que hizo Chopin. De las publicadas se tocan siempre las mismas: Balada mexicana, Intermezzo, Scherzino mexicano, entre otras”, explica Herrera Arizmendi, quien también es sobrino-bisnieto del compositor. Sobre sus canciones, continua, hay alrededor de 150 y cuando mucho, la mitad ha sido editada.

El objetivo de la fundación es poner a disposición del público, en el transcurso de los siguientes dos años, este archivo familiar, que se conforma por manuscritos, cartas y fotos inéditas. Herrera cuenta que su intención era que el acervo fuera dado a conocer en el marco del 75 aniversario, pero es una tarea ardua. Esta colección privada perteneció al doctor Raúl Herrera Ponce, sobrino nieto de Ponce (su mamá fue sobrina del músico). Mientras que José Braulio, hermano mayor de Ponce y abuelo del tío-bisabuelo de Herrera guardó dichos documentos que después pasaron a manos del ya mencionado doctor Herrera Ponce (no sobra decir que es la familia directa de Ponce quien se encarga de la fundación y el acervo es propiedad de la misma). Tampoco se descarta colaborar para que se actualice el catálogo de Jorge Barrón Corvera y Paolo Mello.

Uno de los parteaguas rumbo a la recuperación de su obra sucedió en 1998, cuando la Escuela Nacional de Música recibió, en donativo, el archivo integral de Manuel M. Ponce por parte de Carlos Vázquez, heredero universal del compositor. “Todo lo que se tenía se donó a tres lugares: la Facultad de Música, el Museo de Aguascalientes y al de Zacatecas, donde gran parte del acervo ya ha sido catalogado”.

Para Durán, son muchas las razones por las que no se ha valorado tanto no sólo la música de Ponce, sino, en general, la de los músicos mexicanos: “Mucho tiene que ver con el canon establecido que hay y se pide en concursos internacionales o con el canon que piden en las universidades: toca una obra de Bach, una de Mozart, una romántica. No tiene mucho que se ha incluido en el canon de algunas escuelas a compositores mexicanos o latinoamericanos, Sobre todo aquí en México. En el caso de los intérpretes que quieren ir al extranjero y ganar concursos internacionales, ahora ya se usa el término de obra libre, y allí puede entrar una obra mexicana”.

En otras palabras, el legado de Manuel M. Ponce se ha enfrentado a un cliché que ya se empieza a borrar: que el repertorio de la música clásica mexicana peca de sencillo o no es relevante.

Theo Hernández, investigador del catálogo de música de concierto de la Fonoteca Nacional, encuentra diferentes razones para que sea lenta la recuperación del legado de Ponce, quien murió, tras “una larga y pesada agonía”, debido a una enfermedad renal crónica. “No era una persona con dinero y no pudo acceder a ningún tipo de pensión, a pesar de que en el año de su muerte ganó el Premio Nacional de Ciencias y Artes; fue el primer músico mexicano que ganó este premio”.

Su viuda, continúa el investigador, quedó en una situación desfavorable para difundir su obra. Fue clave, reitera, el donativo, décadas después, a la que entonces era la Escuela Nacional de Música y que hoy es la Facultad de Música, al cuidado del musicólogo Paolo Mello, quien después de un trabajo enorme logró el nombramiento Memoria del Mundo México por la UNESCO. Recuperar su obra requiere un trabajo minucioso y crítico que va a cuentagotas y en el que están involucrados varios expertos en diferentes instrumentos de la Facultad de Música.

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“Pero esto pasa con todos los compositores, desde Carlos Chávez hasta Mario Lavista”, señala Hernández. “Si nos quedamos en que Ponce es sólo un compositor, perderemos la gran influencia que tuvo en el medio cultural mexicano: fue editor de revistas, fue crítico musical, fue maestro y, en términos generales, la gran influencia para que apareciera el nacionalismo en México con sus escritos teóricos”, dice y subraya que dejó el terreno allanado para otros compositores, como el ya mencionado Chávez.

La revaloración de Ponce requiere abarcar esta figura completa: hacer homenajes que lo vean en el aspecto global.

Por último, Herrera dice que parte del proyecto es hacer grabaciones frescas de toda la obra de Ponce para piano, con músicos extranjeros o mexicanos, en la región de América del norte. “Eso va a detonar que se haga más investigación”; es también la razón por la que ha estado en contacto con Durán.

“El plan es tener varios pianistas. Tenemos músicos de primer nivel en España, Canadá, Estados Unidos, Alemania e Italia. Y entre todos se dividirán la obra y la van a tocar para que se dé a conocer y coordinar todo con la edición de la música y que tenga un mayor impacto”, concluye Herrera.

Se puede consultar más información en ThePonceProject.org y a través de esta página se aceptan donativos.

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