Apenas nos disponíamos a protestar con todo en esta columna por el anunciado cambio de nombre de la calle , cuando casi como por arte de magia salió publicado el 29 de junio en la de la Ciudad de México que se dejaba sin efectos el Acuerdo por el que se modificaba la nomenclatura de esa histórica calle de la colonia San Rafael en la Ciudad de México.

El aviso de ese Acuerdo se había publicado apenas dos días antes en la Gaceta y ahí se consignaba que el Acuerdo era de la (a nuestros ojos) cada vez más cuestionable Comisión de Nomenclatura de la Ciudad de México . Al final, para nuestra tranquilidad, don Serapio se quedará tan Rendón como siempre en la San Rafael, pero que funcionarios contemporáneos tuvieran la ocurrencia de echarlo al basurero del olvido es un escándalo y una vergüenza por lo que ahora vamos a explicar: don Serapio fue uno de los mártires demócratas del golpe de estado de Victoriano Huerta contra Madero en 1913.

Lamentablemente es mucho menos conocido su nombre que el de Pino Suárez o Belisario Domínguez, por mencionar a algunos, pero acabó igual que ellos: con un tiro de gracia en la nuca. Su delito fue haber protestado como diputado contra los asesinatos de Huerta. Lo secuestraron frente a la Glorieta de Colón (que como todos sabemos este gobierno también desmanteló), lo maltrataron, lo ejecutaron en una cárcel de Tlalnepantla y trataron de desaparecer su cuerpo en una fosa común, de donde un grupo de médicos peritos rescató sus despojos en 1914, en una escena fotografiada por los Casasola.

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La familia Rendón exigió durante décadas justicia contra el asesino intelectual, Aureliano Urrutia, el infame secretario de Gobernación de Huerta, pero nada, la justicia nunca llegó: Urrutia murió calientito en su casa de exiliado en Texas en 1975, a los 103 años de edad (más longevo que Luis Echeverría...). Esa es nuestra historia, debe ser parte de nuestra educación y cultura.

A la calle de Serapio Rendón la Comisión de Nomenclatura le iba a poner calle Digna Ochoa y Plácido , en honor a la defensora de los derechos humanos asesinada en 2001, que sin duda también merece ser recordada en OTRA calle. ¿El nombre de una víctima desplazado por otra víctima más actual? Si así vamos a honrar a nuestras víctimas históricas esa no es reparación de la memoria , es pantomima; no es pensar en la justicia para las víctimas es pensar en los aplausos para los burócratas en turno, es usar la nomenclatura de la ciudad como fosa común, arrojando un nombre que tapa otro de alguien más olvidado.

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¿Quién aserorará a esas ilustres personas de la H. Comisión de Nomenclatura de la Ciudad de México? Es cierto que recapacitaron (¿regañados?) pero ya hicieron un hermoso oso, silencioso y vergonzoso. Gracias por su ayuda: con esto ya confirmamos que o no trabajan como se debe o no saben lo que hacen o todo junto...

¿Cuál será su siguiente error?

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