Amos Oz
, uno de los escritores israelíes más leídos en el mundo, pacifista e izquierdista, y que murió el pasado viernes a los 79 años a causa de un cáncer, fue despedido hoy por amigos, lectores y políticos en una emotiva ceremonia, no exenta de humor, en un teatro de Tel Aviv.
"Nuestro querido Amos, han pasado ya dos días y no sé cómo escoger las palabras, si hablar de mi Amos o del de todos", pronunció el presidente de Israel, Reuvén Rivlin, frente a la abarrotada sala del teatro Tzavta, en la que estaba presente la familia de Oz y un amplio número de políticos, personas de la cultura y público venido de todo el país.
El presidente, viejo amigo del literato, con el que fue al colegio durante la infancia, posó las dos manos sobre la caja cubierta con una tela negra y cuatro coronas de flores, donde yacía el cuerpo de Oz, y se puso una kipá negra (solideo) sobre la cabeza, en señal de respeto religioso, diciendo: "Amos no se enfadaría", aludiendo al laicismo militante del escritor.
Rivlin eligió recordar a su amigo como aquel chico que no jugaba al fútbol, pero hacía visitas a los compañeros que caían enfermos: "Como una vez que tuve gripe, vino a visitarme y durante tres horas me explicó la diferencia entre sionismo político y sionismo místico. Tres horas. Y teníamos 14 años. Él era mucho más maduro. Os podéis imaginar con qué dolor de cabeza volví a la cama...".
Pero también habló del hombre que no tenía miedo "de que le llamasen traidor", refiriéndose a las diversas ocasiones en que Oz entró en conflicto con las instituciones israelíes conservadoras.
"Al contrario", añadió el presidente, "la palabra le parecía un título honorífico".
Oz tuvo tres hijos con su esposa Nili Zuckerman, y la mayor de ellos, Fania Salzberg-Oz, dijo a los presentes que "un escritor tiene que morir un viernes, aunque todos sabemos que los sabios judíos mueren en sábado".
"Cuando mi padre nos dejó, en este larguísimo fin de semana, y dimos la noticia poco antes del shabat (día sagrado del judaísmo que comienza el viernes al atardecer y acaba el sábado con la caída del sol), la gente tuvo tiempo, durante el sábado lluvioso, de pensar en él, leer sus obras. Un escritor debe morir en viernes", concluyó la primogénita, que recordó que su padre realmente creía en una sociedad humana reparable.
"La esperanza de paz entre israelíes y palestinos era algo en lo que insistía porque creía que había progreso y que los seres humanos se podían hacer mejores. Su resumen de los Diez Mandamientos era 'no hagas daño'. Y su día se resumía en eso: levantarse a las 4 de la mañana, dar un paseo y sentarse a no hacer daño", dijo la primogénita de Oz.
Dos de los nietos del escritor, Nadav y Div Salzgberg, también subieron al podio y recordaron las costumbres de su abuelo.
"Mi abuelo era un funcionario de la escritura: amanecía antes que los pájaros, daba un paseo, se tomaba un café y miraba si algún cuadro de la pared estaba torcido. Luego se ponía a escribir como un funcionario", recordó Nadav, quien también dijo que su abuelo lamentaba irse de este mundo dejando a sus nietos el planeta en peores condiciones de lo que le hubiera gustado.
Entre las muchas personas que acudieron a dar el último adiós al que Rivlin llamó en varias ocasiones "el mayor escritor israelí", estaban la jefa de la oposición Tzipi Livni; el parlamentario Ayman Odeh, de la Lista Árabe Unida; Ehud Barak, ex primer ministro laborista, o la ministra de cultura, Miri Reguev.
A la ceremonia también asistieron representantes de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), así como Ron Huldaí, alcalde de Tel Aviv y antiguo vecino de Oz en el kibutz en el que ambos crecieron, donde el +escritor fue posteriormente enterrado.
El director del acto de homenaje y conocido dramaturgo, Oded Kotler, leyó también una misiva del presidente palestino, Mahmud Abás, en honor al escritor.
Oz era uno de los escritores israelíes más leídos en el mundo, con más de 35 novelas traducidas a 45 idiomas.
Nació con el nombre Amos Klausner, en Palestina bajo mandato británico, en 1939, y aquella ciudad fue el paisaje de muchas de sus novelas y cuentos, como "La caja negra" y "En la tierra de Israel". Tras el suicidio de su madre, a sus 12 años, se fue a vivir al kibutz, donde cambió su apellido a Oz, que en hebreo significa fuerza y valentía.
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