Lucina Jiménez, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), cuenta que la pandemia ha traído enseñanzas "duras y dolorosas", porque a lo largo de los últimos cinco meses no sólo se han registrado contagios de Covid-19 en el personal, también se han reportado al menos 20 muertes, aunque -advierte- no todas por Coronavirus. La funcionaria no precisa datos de los casos, pero asegura que hoy cuentan con un gran número de protocolos sanitarios para el universo laboral de la institución, así como con un sistema de monitoreo riguroso que diariamente, a las 18 horas, le permite saber el estado de salud de cerca de 7 mil personas que laboran en la dependencia, sin distinción de su esquema de contratación o área de trabajo.

"Hemos tenido un aprendizaje muy duro y en algunos casos, doloroso. Hicimos un sistema un monitoreo muy organizado, sabemos qué pasa con cada trabajador, sin importar su forma de contratación, que nos permite saber, incluso, si alguien ha tenido a un familiar contagiado. Todo esto nos ha permitido tener una pirámide de tendencia, ubicamos en dónde tuvimos un brote y cómo se controló, también supimos en dónde hubo una circunstancia de riesgo que resultó negativa. Hemos adquirido un conocimiento y un sistema de organización social en un contexto muy difícil", cuenta la funcionaria en entrevista con EL UNIVERSAL.

Ahora, dice, ese conocimiento adquirido, les permite tener un control sobre cada espacio. A la fecha, incluso, hay lugares en donde se registró un contagio y siguen cerrados. "Tenemos un rango para saber casos muy específicos y que no podemos abrir porque hubo contagio y no lo abriremos hasta que tengamos la garantía de que todo ese núcleo de personal está sano y completamente reestablecido", explica.

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La pandemia, añade, cambió muchas cosas. Por ejemplo, la dinámica del sistema de pagos, y es que, dice, hay personas que deben ir al Palacio de Bellas Artes a cobrar. Además, se creó un reporte diario sobre el estado de salud de los trabajadores.

"Al día de hoy hacemos un reporte diario del monitoreo, a las 6 de la tarde hacemos un cierre, que incluye a todo el personal, pero también a maestros y estudiantes. Lo entregamos antes de las 9 de la noche a la Secretaría de Cultura. Ese monitoreo nos permite saber si alguien estuvo en riesgo, con quién convivió y en dónde estaba; si tenemos un caso de esta naturaleza todo el núcleo pasa a resguardo. Este conocimiento no elimina el cuidado que tenemos todos", precisa.

Ante la reapertura al público, primero de los museos de Arte Moderno, Rufino Tamayo, y Sala de Arte Público Siqueiros, y a partir del 2 de septiembre del Palacio de Bellas Artes, y frente al inminente regreso paulatino de otros recintos museísticos y teatrales, así como de áreas al aire libre como la Plaza Ángel Salas, la funcionaria asegura que si acaso hubiera un caso de contagio en cualquier lugar que sea responsabilidad del instituto, se tomarán medidas contundentes como el cierre.

"Es importante que haya solidaridad y de no discriminación, tenemos claro que es un asunto de responsabilidad sobre nuestra propia salud y sobre la salud de los demás; hemos estado insistiendo en estos temas y creamos una intranet para tener una comunicación oficial para que todos sepamos en qué momento estamos. Hemos tenido capacitaciones porque no queremos un momento de angustia, en lugar de tener un letrero de máximo riesgo, lo cambiamos por zona de máxima protección", dice.

Además, Jiménez explica que, a lo largo de estos casi seis meses, se han elaborado protocolos de salud para grupos artísticos y para empleados; además, se ha hecho una revisión para saber quién puede continuar trabajando desde casa y quién está en condiciones de regresar de manera paulatina y escalonada, y para definir que la población de riesgo no podrá retomar sus actividades presenciales hasta que haya semáforo verde.

"En el caso de las agrupaciones artísticas, tenemos un acuerdo de monitoreo de salud permanente. Los artistas, además, tienen su propio protocolo para ingresar, por ejemplo, al Palacio, ellos lo harán por las puertas laterales y tendrán su propia circulación, se ha pensado que en ningún momento tendrán contacto con los públicos. Pero cada teatro, cada museo, cada recinto de trabajo tiene su propio protocolo, cada uno responde a su naturaleza laboral, al recinto, y a la actividad artística que se desarrolla. Digamos que no es lo mismo lo que necesita el Coro de Madrigalistas, que lo que necesita la Compañía Nacional de Danza. Y no es lo mismo lo que se necesita en el Museo Nacional de Arte, que lo que se requiere en el Centro Cultural del Bosque. Tenemos un protocolo para oficinas, otro para escuelas, para centros de investigación, para museos, para los espacios concesionados, para el Centro Cultural del Bosque, para los teatros", dice.

Asimismo, agrega, cada área del INBAL tiene una base de datos de todo el personal, con las labores que realiza y con las posibilidades de trabajo en casa y de retorno de escalonado. Todo el universo del INBAL son siete mil personas, si se incluyen los distintos contratos existentes. Incluso, cuenta, hay un monitoreo de los casi 10 mil estudiantes. "Nunca habíamos trabajado tanto para dejar de hacer cosas y para mantener la actividad", dice Jiménez.

A lo largo de septiembre irán reabriendo diversos espacios. Por ejemplo, el día 2 reabre el Museo Nacional de Arquitectura, el área de murales del Palacio Nacional de Bellas Artes, el Museo Mural Diego Rivera, el Museo Nacional de San Carlos, el Museo Nacional de Arte y el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca; el 8 de septiembre se abre la Galería José María Velasco y, en el Palacio de Bellas Artes, el público podrá visitar la exposición El París de Modigliani y sus contemporáneos.

De momento, dice Jiménez, en los espacios museísticos no se permitirán actividades culturales como conciertos, salvo en casos controlados como el que ocurrirá en el Palacio de Bellas Artes, en donde un quinteto de la Sinfónica Nacional ofrecerá recitales en el marco de la muestra sobre Modigliani.

A partir de octubre se prevé la apertura escalonada de recintos escénicos; primero abrirá el Centro Cultural del Bosque y el Teatro Héctor Mendoza, de la Compañía Nacional de Teatro. El repertorio y programación estos espacios, asegura Jiménez, ya está listo.

"En este momento ya sabemos quién va a ensayar, cuándo, cuántos técnicos, qué tipo de escenografía tienen, cuántas personas habrá. Y es que para todo tenemos protocolos. Por ejemplo, las compañías no pueden compartir maquillaje, los vestuarios se desinfectarán después de su uso. Hay muchísimo rigor no sólo para los artistas, también para los técnicos; es más, tenemos protocolos hasta para los proveedores. El cuidado es máximo y, en medio de todo, hay que mantener la esperanza", dice la funcionaria.

En el caso de la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, el plan es reabrir cuando haya condiciones sanitarias, es decir, cuando el semáforo marque el color verde. Sin embargo, se prevé que haya ensayos que podrían ser grabados y existe la posibilidad de hacer streaming de algunas de las primeras funciones. "No pretendemos tener circunstancias de riesgo", advierte la directora.

"Además, los protocolos nos marcan que cada artista será responsable de sus cosas, por ejemplo, los estuches de los músicos serán desinfectados. El flujo también está indicado para que los grupos no se encuentren con el público, tampoco habrá camerinos en un primer momento. En el Palacio y en el CCB habrá servicio médico", ataja.

El Ballet Folklórico, cuya sede es la Sala Principal, también cuenta ya con su propio protocolo. Y cada grupo artístico que no pertenezca al INBAL deberá presentar un protocolo, que será aprobado por las autoridades del instituto. Asimismo, el resto del año no habrá renta del palacio para ninguna actividad cultural. "El servicio al público de la Sala Principal, será sólo en semáforo verde. Todo esto nos ha cambiado la vida, así que tenemos que hacer las cosas con prudencia y con responsabilidad", dice Jiménez.

Se ha considerado usar la Sala Principal, pero a puerta cerrada, porque la Compañía Nacional de Ópera será parte de la programación del Festival Internacional Cervantino que este año se llevará a cabo de manera virtual. "Tenía mucho tiempo que las agrupaciones del instituto no formaban parte del Cervantino, ahora regresaremos y la producción que tendremos será virtual. En el caso de la ópera, vamos a usar la Sala Principal, pero será a puerta cerrada y en streaming. Lo que haremos será algo que nunca se había visto, se utilizará la sala como nunca antes se ha hecho", adelanta.

La directora insiste en el exhaustivo trabajo que se ha hecho para garantizar la salud del personal, de los artistas y del público. Asegura haber estado acompañada de un gran equipo con participación transversal a todos los niveles. La prioridad, dice, será la salud, pero sin perder de vista que la gente necesita volver con "confianza y con esperanza".

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