La escritora y performer transfeminista Johan Mijail hizo en "Chapeo" (Elefanta Editorial, 2021) una especie de road novel protagonizada por la ciudad de Santo Domingo en República Dominicana.
La propia Mijail emparenta la novela con otras narrativas caribeñas, como la de la escritora y compositora Rita Indiana en “La estrategia de Chochueca” y “Papi”, historias que también suceden en Santo Domingo y cuyo nudo narrativo es, al igual que en "Chapeo", la ciudad y su reconocimiento. Otra referencia que señala la escritora es la obra del poeta dominicano, Frank Báez, para quien la ciudad de Santo Domingo es el eje de la acción. Rita Indiana, por cierto, incluye a Mijail en su antología “Sin pasar por Go. Narrativa dominicana contemporánea”, también publicada por Elefanta Editorial.
La ciudad se entrelaza con las experiencias del narrador, en primera persona, a través de la noche dominicana. “Eso es importante. Nos venden a Santo Domingo como la ciudad que tuvo la primera catedral de América, ¿pero qué significa la catedral si pensamos que su capitolio es lo que comenzó el proceso colonial”, se pregunta la también activista.

Foto: EL UNIVERSAL / Diego Simón Sánchez
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La relación entre los personajes y Santo Domingo es crítica porque Mijail lee en la ciudad una especie de “matriz colonial, el punto de partida del genocidio. Me interesa que el lugar también permita una especie de reconocimiento de la negritud y los cuerpos afrodescendientes en el libro. El reconocimiento de ese cuerpo implica la conciencia de lo que significa ser negro o afrodescendiente. Y en esto está presente el filósofo y revolucionario francés-caribeño Frantz Fanon”, afirma. Pero no sólo el desmantelamiento de las hegemonías del color de piel y del colonialismo son los temas que Mijail explora en “Chapeo”, palabra que, en la jerga dominicana, refiere a ciertos tratos sexuales a cambio de dinero. Para ella también es fundamental desmantelar las hegemonías de género.
“Es un proyecto experimental que se deja afectar mucho desde los espacios”, continúa. Aunque la escritora, quien participó en la película “Sister”, del colectivo Lewis Forever en Berlín, Alemania, sabe que en su búsqueda de una voz original habla desde una periferia ideológica, también es consciente de que su trabajo no es visibilizar ni darle voz a otros. “Cada comunidad, cada persona tiene su propia voz. Yo quiero generar un espacio de resistencia hacia la hegemonía blanca y heteronormativa. Desde allí, establezco la narración de ´Chapeo´”, afirma.
Y en la literatura, como pulsión escritural, Mijail encuentra una plataforma para imaginar la alteración de ciertas tradiciones enterradas en la historia. “Para mí, la literatura es un espacio universalizante para legitimar ciertas corporalidades. Veo a ´Chapeo´ más como una performance que como un libro que pueda enmarcarse en un género literario”.
Una intención que es visible en los elementos que incluye la novela: cartas de amor, estados de Facebook e Instagram, canciones y tablas con las que el escritor hace un collage para contar “otra historia, en minúsculas, relacionada con la forma en que los cuerpos han sido narrados a nivel histórico”.
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Santería y negritud
La primera página de la novela muestra las 21 divisiones de la santería dominicana, una estructura o esquema de los principales espíritus en esta cosmovisión mágica y religiosa. “Lo que yo hago es reconocer los misterios más populares y conocidos en la cultura dominicana. Estos misterios van a determinar lo que pasa en cada momento de la novela. A través de lo ancestral encuentro posibilidades que van más allá de lo religioso para reconocer gestos decoloniales”
El ejemplo que utiliza Mijail es el de Santa Marta, metresa o deidad femenina en la que ella ha encontrado un “espacio” para inventar metodologías travestis. ”Las metresas, es decir, van a cuestionar el pacto histórico que hay en relación al género y al deseo; lo que uno imagina cuando ve un cuerpo. Pero eso se logra primero con el reconocimiento de la negritud dentro de dichos espacios. ¿Por qué los cuerpos negros, en su pulsión e historicidad, no reproducen esa lógica occidentalizadora de la violencia colonial que no deja de repetir que sólo hay hombres y mujeres?”

Foto: EL UNIVERSAL / Diego Simón Sánchez
La imagen de Santa Marta, por ejemplo —explica la performer — no es sólo la de una mujer. “Eso es una definición que se la da al misterio. Como viene de la cultura yoruba, las serpientes son ella; no es sólo una mujer”.
Este tipo de referencias no son sólo los de la práctica religiosa de Mijail, sino que están reflejadas en Chapeo. “En la novela, Santo Domingo no es habitado a través de la heterosexualidad o del proyecto blanco mestizo de dominicanización de la cultura, sino que son las metresas quienes determinan cómo me relaciono con la ciudad. En mi tránsito literario por la urbe, señalo la violencia colonial y la denuncio. El misterio me da casi siempre soluciones performativas, epistemológicas y creativas para generar espacios de autopreservación de la esencia negra”.
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