Convencido de que como consejero cultural de la CDMX tiene una misión, que dar ideas es parte de eso y que no hay mejor tribuna para ellas que las redes sociales, el flautista le mandó preguntar a la jefa de gobierno vía Twitter por qué no cambiar el nombre de la calle , concientizado —se autodefinió así— del daño que hizo a judíos y moros al expulsarlos por su religión, y al haber patrocinado la Conquista con sus subsecuentes daños. La idea, obvio, tiene como antecedentes las decisiones de la jefa de gobierno de renombrar Puente de Alvarado y la plaza del Árbol de la Noche Triste. Pero si el flautista esperaba algo como el efecto Hamelin, se equivocó: cientos de tuiteros reviraron su propuesta. Al afán por cambiar la historia que guarda su mensaje le respondieron con preguntas como por qué no deja entonces de interpretar todo lo que viene de Europa y nada de ni de Bach. Ahí no respondió el flautista; eligió responder que su ideología y convicciones no tienen que ver con un gobierno, pero se enredó culpando al mestizaje de haber traído racismo, clasicismo y corrupción a toda la sociedad; eso sí, no dijo que también trajo el barroco. Sin duda, la memoria es selectiva. El flautista acabó con unos cuantos golpes y señalado como “bufón de la corte”.

En el Canal 22 los problemas de operación crecen

Nos cuentan que en Canal 22 hay conflictos laborales que podrían desembocar en problemas operativos. Despidos, renuncias y cambios de personal de un área a otra sin contar con el perfil necesario han enrarecido el ambiente. Esto, nos dicen, cobra relevancia porque se trata de áreas operativas. Por ejemplo, en medio de los problemas, no se han autorizado los mantenimientos necesarios que, de no hacerse, pondrían en riesgo las transmisiones; también nos cuentan que durante el periodo más complejo de la pandemia, los equipos para realizar los streaming fueron obsoletos. Y nos enteramos de que el Canal "prestó" una fibra óptica a TVUNAM que no ha sido devuelta. La preocupación es real.