En las páginas de de junio de 1923, se presentó el más reciente proyecto del cineasta francés Albert Mourlan que consistía en una película con muñecos… ¡que se movían solos! Hoy sabemos que se trata de animación en stop motion, pero por aquella época, el autor del artículo tuvo que explicar a detalle que estos objetos no se movían por iniciativa propia y presentó al lector el concepto de stop motion.

Ha sido un camino largo el que ha recorrido la animación -sus orígenes se remontan hasta 1834, con el zoótropo-, pero hoy en día podríamos dar por sentado cómo se vivió la llegada de nuevos estilos y tecnologías, como la del stop motion. Esta técnica tuvo sus primeras apariciones hacia 1898, pero para la década de los años 20 comenzó a trabajarse con muñecos y plastilina.

En 2023, a 100 años después de la publicación de este artículo, vivimos un momento interesante con la animación, pues el director mexicano se llevó el Oscar a mejor película animada, donde expresó “la animación es cine, no es un género” y la película “Spider-Man: Across The Spider-Verse” ha recibido muy buenas críticas.

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Por Henry Cossira

El 2 de junio, con motivo de la función de gala que ofreció el Gaumont-Palace, en beneficio de las viudas y de los huérfanos, de las diversas asociaciones de la prensa y de los novelistas franceses, se exhibió una película en extremo original: se trata de “Los viajes de Gulliver”, el admirable cuento de Swift, que todavía es la delicia de los niños y el encanto de todos los que comprenden la sana ironía del escritor inglés.

“Gulliver en el país de Liliput…” Sólo el título aviva la curiosidad, porque desde luego se pregunta cualquiera (...) y dónde se han podido reunir los protagonistas susceptibles de interpretar el papel de los pequeños insulares que tenían necesidad de “escalas” para rodear al “hombre montaña”. Los enanos, aún escogidos entre los ejemplares más pequeños, hubieran resultado demasiado grandes.

¡Sólo las muñecas pudieron servir, con éxito, para representar a los pequeños habitantes de Liliput!

Pero las muñecas son fantoches inertes y, sin embargo, en la película famosa, los liliputienses andaban, corrían, gesticulaban y se movían en la pantalla como seres vivos. Esto no quiere decir que delante del operador cinematográfico los fantoches hubieran tenido, ni automáticamente siquiera, el prestigio de manejarse como verdaderos artistas. Ha sido indispensable moverlos y obligarlos a desempeñar sus distintos papeles…

Y el gran artista, el que les dió la vida con sus dedos ágiles, “el animador”, tuvo la obligación de permanecer en las sombras…

Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.

Pero el éxito tanto tiempo esperado llegó al fin y el pintor Albert Mourlan y su inteligente colaborador M. Raymundo Villete, que realizaron en la pantalla el Viaje de Gulliver, notable por su ingeniosidad y por la paciencia necesaria para llevarlo a cabo, pudieron cosechar un caluroso aplauso del inteligente público que llenó los salones del teatro, y que premió así su labor de trece meses de continuo trabajo.

Para hacer muñecos representativos, los operadores se inspiraron en el principio de los dibujos animados; y el pintor Albert Mourlan, que es un especialista en ese género de trabajos, tuvo que consagrarse a una serie de estudios relativos a la descomposición de los movimientos antes de comenzar a filmar su original producción, porque los dibujos animados, tan divertidos en la pantalla, tienen que ser muy esquemáticos. Los movimientos de los personajes de un dibujo animado, son más nerviosos, más bruscos que los de un personaje viviente; porque el dibujo animado se obtiene por la yuxtaposición de una serie de imágenes cuyos movimientos son menos numerosos que los ejecutados realmente por un personaje.

Con las esculturas de “Gulliver en Liliput”, que constituyen una verdadera innovación en el arte cinematográfico, la ligazón es completa y sin brusquedades, el movimiento no tiene esa falta de veracidad de la que adolecen todos los demás dibujos animados.

Estas figuras miden cincuenta centímetros de altura y fueron fabricadas y vestidas según las indicaciones del pintor Mourlan; son, además, perfectamente articuladas y sus articulaciones son todas independientes.

Para llevar a cabo esta película MM. Mourlain y Villete procedieron, hablando en lenguaje apropiado “a vuelta de nivela” o como dicen los americanos a “stop motion”; es decir, ellos cinematografiaron las escenas imagen por imagen. En cambio, para un dibujo animado, basta dibujar las diferentes fases de un movimiento y fotografiar en seguida estos dibujos unos después de otros. Con los muñecos fué necesario proceder de distinta manera. Fué necesario ejecutar todos los movimientos descomponiéndolos previamente con sumo cuidado.

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Cada frase era fotografiada separadamente, dándole vuelta a la manivela; es decir que una vuelta completa del aparato especial para tomar las escenas, coincidía con una fotografía; en tanto que, en un aparato ordinario cada vuelta de manivela corresponde a la fotografía animada de ocho imágenes distintas.

Cuando la película, tomada imagen por imagen, fué proyectada con una velocidad de diez y seis imágenes por segundo, el movimiento se vio reconstruido casi normalmente. Para dar idea del enorme trabajo desarrollado por los creadores de esta curiosa película, baste decir que fueron necesarias doce fotografías para representar el movimiento de la mano de uno de los muñecos cuando se pone el sombrero.

Pero donde escasearon los recursos fué sin duda alguna cuando se trató de que los muñecos gesticularan, dando así una prueba de humanidad, de vida… Y sí a esto se agrega que en la escena maniobran simultáneamente veinte o treinta y que todos ellos ejecutan distintos movimientos, la complicación técnica se hace cada vez más grande.

La vista del emperador de Liliput a Gulliver, que en la pantalla tiene una duración de nueve segundos, requirió tres días para ser filmada, no obstante que la cinta solamente mide en esta escena tres metros escasos.

Fué necesario mover, con este fin, quince personajes, siguiendo la teoría rigurosa de la descomposición de los movimientos. A razón de diez minutos para componer y filmar una fase del movimiento, nueve horas de trabajo fueron necesarias para impresionar un metro de película de cincuenta y dos imágenes.

“Gulliver en Liliput”, que mide novecientos metros, comprende más de cuarenta escena sin contar algunas que se tomaron normalmente.

Porque los inventores del sistema que el naufragio de Gulliver, por ejemplo, no podía ser desempeñado por muñecos, ya que los liliputienses solo aparecen cuando el héroe de la novela, escapado del naufragio, fué arrojado sin sentido sobre la playa de la isla.

Siguiendo al pie de la letra el texto de Swift, los realizadores se preocuparon de los incidentes aislados que pudieron divertir al público.

Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.

Así, Hurgo (gran señor de Liliput) que se atrevió a efectuar el primer interrogatorio al enorme intruso, irritó al “Hombre Montaña” y fué lanzado muy lejos por éste. Entonces Hurgo busca la huída en un agujero subterráneo a la manera de los topos, dejando adivinar su trayecto subterráneo, por la ondulación de la arena debajo de la cual caminaba.

Esta ondulación del terreno fué obtenida gracias al mismo principio de los dibujos animados, agrandando y reduciendo sistemáticamente una banda de arena.

La escena en donde Gulliver fué acribillado por las flechas, cuando trató de romper sus ligaduras que lo tenían fijo en el suelo, dió mucho que hacer a los autores de la película. La entrevista de Gulliver con el Emperador Golbesto Momen, el paseo de Gulliver en las calles de Mildendo, la capital, y el incendio que apagó Gulliver con la ayuda de… su sombrero lleno de agua, están consideradas como las más divertidas escenas.

La partida del “Hombre Montaña” para regresar a Inglaterra fué tomada en Fecamp. Esta es, con el naufragio, las únicas partes que fueron tomadas al aire libre. Las demás escenas fueron tomadas en los estudios de Montfermeil.

En cuanto al papel de Gulliver, fué encomendado a un gran artista, siempre que se necesitaba un juego de fisonomía en el primer plano; en los demás casos un maniquí de talla ordinaria, representaba con éxito al “Hombre Montaña”.

Los directores de escena, Mourlan y Villete, tuvieron necesidad de hacer ejecutar a sus fantoches todas las fases de los movimientos exigidos por las cincuenta mil fotografías que en los 900 metros de cinta tuvieron que tomarse. Admitiendo que la película por término medio haya necesitado alrededor de ocho personajes por escena, moviéndose simultáneamente, es fácil calcular que para obtener 50,000 fotografías que componen en total el maravilloso film, el pintor Mourlan, que era el encargado especialmente de hacer representar a los liliputienses sus papeles, logró ejecutar alrededor de 50,000 movimientos de cuatrocientos mil movimientos en toda la película.

Henry Cossira

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