Considerado por Goethe como un “prodigio de estilo” y “uno de los más puros y elegantes escritores de Francia”, el poeta y traductor Gérard de Nerval se caracterizó por tener una obra febril y fantasmagórica , propia del mito, que abrió las puertas por las que llegarían a este mundo los vientos del simbolismo y el surrealismo.

Nerval

se supo poeta desde siempre, a los 17 años escribió su primer poemario, y sólo dos años más tarde, en 1827, se embarcó en la traducción de la primera parte de Fausto . Sin embargo, estas mismas letras serían su firma con sangre de una de las existencias más trágicas del siglo XIX.

Gérard de Nerval

llegó a este mundo antes que Rimbaud y Baudelaire , cuando ser maldito todavía no era una virtud literaria y las biografías no pesaban tanto como los versos, aunque en su caso todo eso ya se avecinaba, como una condena.

En 1834 recibió una herencia de su abuela materna, pero no le duró mucho. Se gastó la mayor parte en una lujosa revista de teatro Le Monde dramatique.

Durante esa época conoció a Jenny Colon, su gran amor no correspondido . Nerval nunca se olvidaría de ella, y sus lecturas, sobre todo la de Fausto , no hacían más que avivar una llama imaginaria.

En 1841 tuvo su primera muestra de locura clínica, que capeó entrando y saliendo de distintas clínicas. Al principio le diagnosticaron una “manía aguda de probable curación”, pero su segundo doctor, Émile Blanche, lo declara “incurable” y le recomienda como terapia que escriba mucho.

Nerval empezó a tomar notas para Aurelia, una de sus más grandes piezas literarias. Pero esta lucidez literaria se vio opacada con la muerte de su amada Jenny Colon ; por lo que cayó en una profunda depresión.

A partir de este momento, el poeta se vio perseguido por sus demonios y una espiral de obscuridad y drogas. El cannabis , que consumía con pasión, le acercaba a Dios, tal y como afirmaba en uno de sus cuentos exóticos.

Tampoco le hacía ascos al alcohol: “ Los bebedores de agua solo conocéis la apariencia más superficial y tosca de las cosas del mundo. La embriaguez, si bien enturbia los ojos de lo físico, ilumina los del alma” , sentenciaba.

No en vano estamos hablando de uno de los ilustres miembros del llamado Club de los hachisianos, un lugar por al que acudían personajes de la talla de Baudelaire, Dumas, Balzac, Flaubert o Délacroix para experimentar con los efectos del opio y del hachís.

Luego de un viaje por África y Asia, el cual inspiró a escribir Viaje a Oriente, el poeta ya tenía clara la superioridad del sueño sobre la realidad, y con esa certeza comenzó a pergeñar los sonetos que componen Las Quimeras , una obra poblada de una mitología personalísima, de seres que no están aquí y allí, sino en su imaginación, que también es memoria.

Pasó casi una década entre cavilaciones, odiseas, delirios y otros empeños hasta que culminó este sublime poemario. Fue en 1854, cuando su locura ya estaba desatada y los médicos hablaban de esquizofrenia y sonambulismo. Mientras tanto, él se dedicaba a conjurar espíritus con ritos extraños.

Aunque su salud mental empeoraba, fue una época muy prolífica en lo creativo , como si encontrara luz en sus tinieblas. O monstruos y demás criaturas. "Yo he soñado en la gruta que habita la sirena", escribía en su célebre poema El desdichado … "Es la época en la que peor se encuentra y en la que más trabaja. La convivencia de lo imaginario con lo real, lo visible con lo invisible , con el objeto de alcanzar la realidad esencial, son sustanciales en su obra", explica el traductor en la introducción.

El 1 de enero publica la primera parte de Aurelia en la "Reuve de Paris". Sería su último logro. Porque ese mes, el día 26, hacia las tres de la madrugada , Nerval se ahorcó en un callejón oscuro de la capital francesa. Tenía 46 años. El día anterior le había escrito a su tía una breve esquela que terminaba así: "No me esperes hoy, porque la noche será negra y blanca".

akc

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