La pérdida de autonomía e independencia del campo cultural frente al poder Presidencial; la “destrucción irresponsable” del Fondo de Cultura Económica (FCE); la forma como Cultura Comunitaria genera divisiones innecesarias ; la falta de proyecto para Los Pinos y Chapultepec; ocurrencias como traer una sede del Pompidou a México; pero también el alto profesionalismo de los equipos de algunas áreas de las instituciones o el planteamiento de apoyar a los archivos y el rescate de la memoria histórica son características del actual gobierno señaladas por un grupo de escritores y artistas, a un año de esta administración.
La poeta María Rivera, el curador y crítico de arte Cuauhtémoc Medina, el artista Antonio Gritón, y los historiadores Jean Meyer y Alfredo Ávila expresaron sus opiniones en torno a lo que ha sido la Cultura en este año del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Medina encuentra arbitrariedad y falta de profesionalismo en cómo este gobierno ve el arte: “La idea que tiene el Presidente de que la Cultura no es un campo sustantivo, que sólo le importa cuando le permite conmemorarse, no ha sido buena”.
Para Rivera, presidenta del PEN México, es uno de los peores momentos de la historia de la cultura en el país: “Se ha exacerbado la política económica neoliberal, pero al mismo tiempo, los pocos recursos públicos se destinan a la creación de propaganda usando a indígenas y grupos marginados”.
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La poeta ve retrocesos en el rubro editorial y literario que incluyen la unificación de las editoriales estatales bajo una sola visión ideológica, “la imposición de una nueva mafia burocrática, y la descarada institucionalización de la discrecionalidad como criterio editorial”.
Jean Meyer es contundente frente a este tema: “Me consterna la destrucción irresponsable del Fondo de Cultura Económica”.
El FCE también le preocupa a Medina: “El aparato editorial del Estado mexicano ha quedado sumido a órdenes presidenciales. Un grupo ha interrumpido los procesos de selección colegiada de lo que era la política editorial del Fondo; ha generado disminución de títulos, pérdida de producción y pone en riesgo una editorial que ha alimentado la vida académica y el proceso literario del continente”.
Algo positivo, coinciden algunos de los entrevistados, es el profesionalismo de varios integrantes de las instituciones, en particular en el área de Museos del Instituto Nacional de Bellas Artes; aún así, el curador Cuauhtémoc Medina se pregunta si cuentan con los recursos y herramientas para trabajar.
“No todo es negativo: Lo justo es decir que la secretaria (Alejandra Frausto) ha hecho lo que ha podido con los cinco pesos que les dieron. Toda la comunidad estaba esperanzada de que hubiera una explosión cultural en México, pero para que hubiera sucedido tendría que haber un presupuesto 10 veces mayor”, plantea Antonio Gritón.
Un programa como Cultura Comunitaria, alerta Medina, ha generado divisiones innecesarias en el sector:
“Cultura Comunitaria puede ser un proyecto que distorsione la misma producción de esas comunidades al volverlas un objeto de uso político folclórico. Es indudable que es importante que haya una mayor diversidad de prácticas culturales atendidas por el Estado, pero no queda claro ni siquiera que estemos ante un proceso en donde haya habido proyectos concretos de fomento y de visibilidad. La autoridad lo ha planteado de una forma protagonista y confrontacional; como si fuera un proyecto contra las prácticas de los académicos, intelectuales, artistas”, señala.
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María Rivera opina que con Cultura Comunitaria se han concebido desde el gobierno dos tipos de cultura: la alta y centralizada, para unos cuantos privilegiados, y la comunitaria-aficionada, para pobres. “Esto ha dejado a los artistas profesionales sin trabajo y el presupuesto se va en pagar una enorme nómina de gestores que ‘coordina’ actividades que se presentan demagógicamente como ‘redistribución de la riqueza cultural’. Un timo completo”.
Otro tema que cuestiona Cuauhtémoc Medina es el de Los Pinos y Chapultepec, un proyecto del que no se sabe nada y que se entregó a un artista “constituido como el oficial (Gabriel Orozco), con una comisión que va a tener consecuencias enormes y sobre la cual no hay ni siquiera un mínimo de vigilancia pública”. Considera que “el principio de operación es inapropiado porque reitera el vicio de operación del Estado mexicano de ligar las cosas del campo cultural a la Presidencia de la República”. El curador también señala la absurda sugerencia de crear una sucursal del Pompidou en México: “espero que haya pasado al archivo de las malas ideas”.
Para Alfredo Ávila, aunque fue muy positivo el anuncio de una Coordinación de Memoria Histórica, “hasta el momento no hay un programa, al menos público, de las metas, objetivos y estrategias de la Coordinación”. Considera que es contradictorio el recorte de recursos al Archivo General de la Nación y cuestiona también los recortes a los investigadores.
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Para María Rivera. el gobierno de López Obrador ha sido un gran golpe para la comunidad artística, que en lugar de ser beneficiada es afectada por un gobierno que acaba con la economía artística, devalúa el trabajo y precariza aún más a los creadores, lo que merma la producción y la oferta:
“Es una gran traición a quienes apoyaron al Presidente, fueron usados. No tengo ninguna esperanza en que esto cambie, creo que empeorará y que el único futuro que la comunidad artística tiene, y ojalá así lo entienda, es la organización. El daño que la política cultural está causando sobre las instituciones y los artistas es enorme. Más que una decepción, a la larga, la política cultural será una tragedia para la vida artística y cultural del país”.
Respecto al Presidente, Cuauhtémoc Medina opina: “Era imprescindible que llegara a la Presidencia la opción de López Obrador, pero al mismo tiempo creo que llegó demasiado tarde para haber aprendido algo. Estamos ante una izquierda que era la que queríamos hace 50 años. Me parece inquietante que no tenga relación con la cultura contemporánea, no entiende que es importante que haya estructuras institucionales que no respondan a un mandato ideológico específico. Es un personaje con una complejidad que no puede uno caricaturizar; me incomoda infinitamente el caudillismo, pero el hecho de que tengamos caudillos en este continente es un error que va más allá de los caudillos mismos. Y el hecho de que la injusticia que estamos generando no encuentre alivio, explica por qué el caudillismo es imprescindible. Veo a López Obrador como un círculo vicioso, él es la recaída en un modelo de gobierno que no se ha podido revisar para avanzar y va a ser una oportunidad perdida. Percibo en el gobierno una noción de historia patria que no está vigente desde épocas de Torres Bodet, no interactúa con ninguna producción historiográfica viva, es pura historia de bronce. Apostar a un consumo de la historia patria es apostar mal, es apostar a un campo moralista”.