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El fotógrafo, semiólogo, ensayista y crítico español Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) habla sobre el futuro de la fotografía dentro de esta era digital, de fake news y de la proliferación de imágenes, ante lo que se hace necesario crear una “pedagogía de la imagen” a fin de poder salir de una zona de confort que está determinada por el consumo de contenidos.

Fontcuberta no sólo es fotógrafo y  autor de obras como La furia de las imágenes, El beso de Judas: fotografía y verdad, Bestiario, La cámara de Pandora,  Ximo Berenguer: el libro como fake, entre otros, también ha sido galardonado con el Premio Nacional de Fotografía (1998), con el Premio Nacional de Ensayo (2011), reconocimientos que otorga el Ministerio de Cultura de España, y con el Premio Hasselblad (2013).

Hace unas semanas, el especialista participó en la novena edición del Festival Internacional de la Imagen (FINI) 2019 —encuentro organizado por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo—, donde aseguró que en la actualidad, en una etapa donde son más comunes los teléfonos móviles que las cámaras fotográficas, la imagen se ha convertido en un lenguaje universal. “Nos hemos convertido en seres homo-fotográficos porque todos podemos hacer fotos sin necesidad de tener previamente un aprendizaje a fondo”.

En la conferencia magistral “Imágenes conspirativas: contra el populismo” indicó que el problema es que esto  ha llevado a la masificación de imágenes de menor calidad y significancia, en donde la habilidad del fotógrafo o el sistema óptico de la cámara toma cada vez menos importancia, pues el proceso de capturar fotografías se ha automatizado.

Hoy, el especialista destaca el uso de las llamadas selfies; dice que todos hacemos fotografías de cualquier cosa y que la imagen se ha convertido en un lenguaje universal. “Hemos pasado de la escritura al lenguaje, hoy todos hablamos con imágenes”.

Para Joan Fontcuberta, la saturación visual propicia la censura, pues “hace olvidar que faltan imágenes realmente trascendentes, críticas, que no nos ahoguen en ese sumidero de imágenes intrascendentes, sino que permitan la emancipación”.

Por ello destaca la importancia del contexto o historia de cada captura de imagen como elementos necesarios para afrontar al poder de la autoridad con que las imágenes nos irrumpen. Del mundo de la fotografía y su actualidad habla Fontcuberta en entrevista con EL UNIVERSAL.

¿En esta era digital, todos podemos ser fotógrafos?

Que seamos o no fotógrafos depende del acceso a dispositivos de captación gráfica, en este sentido, los teléfonos móviles son  los que han ganado la partida a las cámaras compactas. Hoy parece que hay más de 10 teléfonos móviles por cada cámara fotográfica tradicional, entonces estamos en una situación en la que nos hemos convertido en “homo-fotográficos”; el celular se ha incorporado casi a nuestro cuerpo,   porque forma parte de un apéndice y lo utilizamos casi sin darnos cuenta para muchos cometidos de nuestra vida.

La fotografía digital no tiene costo, no requiere una experiencia o un aprendizaje, por lo tanto, todos hacemos fotografías de cualquier cosa y eso ha provocado que la imagen ya no sea sólo una escritura reducida al ámbito de los expertos o de los que pueden tener una cierta competencia técnica en su manejo, sino que se ha convertido en un lenguaje universal, es decir, hemos pasado de la escritura al lenguaje. Hoy todos hablamos con imágenes, decimos las cosas con fotografías para mostrar alguna cosa que merece nuestra atención, para compartir experiencias. En la actualidad las imágenes se mandan como se pueden enviar palabras.

¿Ya no se necesita pasar por la academia para  ser un fotógrafo?

Hoy todos escribimos, pero ¿todos somos escritores? es decir, ¿todos podemos aspirar a ganar el Premio Nobel? Evidentemente no. Entonces, actualmente todos somos fotógrafos en el sentido de que todos somos operarios de cámaras fotografías, pero eso no quiere decir que esa producción de imágenes garantice la calidad o experiencia que sería el ámbito propio de lo que antes considerábamos la categoría de fotógrafo.

Si fotógrafo es un productor de imágenes, entonces   sí, todos somos fotógrafos, sin necesidad de pasar por la academia, porque  un aprendizaje de prueba y error suple a ese paso o experiencia didáctica, pero si de lo que se trata es de armar, con esas imágenes, un determinado discurso que tenga un sentido más allá de lo meramente funcional, entonces sí, el paso por la academia puede ser muy útil.

¿La imagen necesita de algo más para ser interpretada?

La imagen nunca vive sola, la imagen siempre ocupa habitaciones particulares en las que el anclaje conceptual queda supeditado a una constelación de relaciones: imágenes con imágenes, imágenes con palabras, imágenes con otros espacios, imágenes con un determinado contexto cultural y temporal, etcétera.

En el fondo, para que la imagen nos hable, necesitamos de todo un entorno con el que se relacione y con el que se acote su significación.

En época de fake news, ¿cómo podríamos crear lo que define como “pedagogía de la imagen”?

Mostrando la vulnerabilidad de la imagen, su fragilidad. La imagen no es algo resistente a la manipulación sino todo lo contrario, es muy maleable, eso hace que con las imágenes podamos decir cualquier cosa y hacerlo con la autoridad que nos da una determinada historia de la fotografía, entonces todo lo que sea conocer esa historia, esas posibilidades de intervención, de manipulación y saber en dónde estamos y cuáles pueden ser los intereses en el manejo y gestión de las imágenes, pueden ser elementos necesarios para afrontar al poder de la autoridad con que las imágenes nos irrumpen.

¿Cree que en esta era prevalece un público pasivo estancado en una zona de confort?

Hay muchos públicos, y no creo que uno prevalezca sobre otro, se trata simplemente del momento en el que establecemos una estrategia de comunicación y determinamos a quién nos estamos dirigiendo.

Es verdad que hoy tendemos a encerrarnos en unas burbujas de confort y eso hace que los algoritmos, junto con la inteligencia artificial, puedan definir cuáles son las características de esas burbujas para así dejar sólo permeabilidad en  aquella información que corrobore, precisamente, ese confort. Por lo tanto, encerramos nuestra posibilidad de conocer al otro, limitamos la opción del diálogo y de hacer un mundo en el que podamos hablar y entendernos.

¿Hacia dónde cree que se dirige la fotografía?

La fotografía cada vez se diluye más en la imagen, por lo que tiene una entidad menos definida. En el futuro, yo creo que hablaremos de imágenes de forma genérica, porque ya necesitamos más de las pantallas para sobrevivir.

En ese sentido pienso que ahora dedicamos mucho más tiempo para hacer fotos que para verdaderamente apreciarlas.

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