Hoy, que se cumplen 40 años del , una de las grandes heridas en la memoria mexicana, ¿cuáles han sido las fortunas y desventuras de un grupo de artistas a partir del movimiento social que fue fértil en ese tiempo? “Los artistas dejamos atrás nuestro trabajo artístico para poder apoyar. Llegamos con una idea: la ayuda, el rescate, la solidaridad con las personas que tenían una situación de emergencia. Y nos dedicamos a eso, sin bailar o cantar, sino más bien como seres que acopiábamos y apoyábamos. Después, el evento artístico empezó a ser importante para ampliar la comunicación e instaurar a los artistas también como parte del pueblo que estaba sufriendo una situación tan difícil”, cuenta Cecilia Appleton, directora de Contradanza, agrupación que trabajó activamente en las brigadas, recorrió campamentos y se presentó en encuentros callejeros durante los días que siguieron al 19 de septiembre.

“En un principio no sólo éramos bailarines o teatreros, sino una comunidad artística donde integrábamos nuestro trabajo para, desde una forma interdisciplinaria, fortalecernos también nosotros mismos. Y nos fuimos dando cuenta que había muchísimos problemas”, agrega.

Para Laura Rocha, coreógrafa y directora de Barro Rojo Arte Escénico, la crisis que se vivió con el sismo fue tan fuerte que marcó un antes y un después para la independiente en México: “Las agrupaciones tomamos las calles, los campamentos y estuvimos ahí a pie de cañón con la gente. Eso fue un golpe de conciencia en donde ahí estuvimos codo a codo, pala a pala, con las uñas, con las manos y también bailando”.

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Fotografías de las presentaciones de la pieza Algunos instantes, algunas mujeres, que ofreció la compañía tras el terremoto de 1985. Fotos: César Arvizu
Fotografías de las presentaciones de la pieza Algunos instantes, algunas mujeres, que ofreció la compañía tras el terremoto de 1985. Fotos: César Arvizu

La apertura de horizonte, dice, fue más allá del terreno artístico y empujó a los creadores a involucrarse con una sociedad que, en varios sentidos, es la que propicia su andar. Ambas agrupaciones, además, surgieron poco antes del sismo: Barro Rojo vio la luz en 1985; Contradanza, en 1983. Hoy sobreviven y su experiencia en el sismo es crucial al contar la historia de cada una: “Sí se dio un cambio notable, sí se evidenció, aún más, el gobierno que teníamos, sí se abrieron conciencias. Insisto, fue un golpe de conciencia muy fuerte para varios. La juventud, de alguna manera, tuvo que madurar un poco más aceleradamente para responder a todas estas cuestiones que se estaban viviendo, pero también dio la posibilidad de la construcción de varias organizaciones, como Costureras y Costureros 19 de septiembre Asociación Civil. Si bien es cierto que desde hace tiempo ellas ya se estaban organizando para hacer un sindicato porque sus condiciones no eran ni siquiera las mínimas necesarias para un buen trabajo o un salario digno. Y esto obviamente aceleró ese trabajo y empezaron a organizarse, como la Unión de Vecinos y Damnificados 19 de septiembre, en donde también ya se venía con esta problemática de la vivienda”, continúa Rocha y subraya que hubo cierto fortalecimiento de la sociedad civil a partir de la desgracia.

Para no dejar que el pasado se trague estas memorias y analizar los hechos a 40 años de distancia, ayer empezó “Cuando la Tierra habló”, iniciativa de Barro Rojo Arte Escénico, organizada por un pequeño grupo de artistas e investigadores: Laura Rocha, Patricia Chavero, Jesús Laredo y Héctor Garay con el apoyo de la Coordinación Nacional de Danza, la Secretaria de Cultura y organizaciones independientes como La ciudad y quienes la habitamos. El proyecto abarca encuentros callejeros, mesas de debate y homenajes en sedes como el Kiosco de la Alameda, la Plaza Solidaridad, la explanada del Palacio de Bellas Artes y la Plaza de las Tres Culturas.

En estos encuentros, uno de los temas centrales es la relación del artista con el espacio público. Y volver a presentarse, después de cuatro décadas, en lugares como el Zócalo o la Plaza de las Tres Culturas, es un hecho significativo.

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“No estamos reapropiándonos, como sociedad civil, del espacio público. Lo que hay es la reapropiación del Estado del espacio público para hacer una manifestación cultural y artística, para tirar su línea, su discurso y su propaganda. Porque si un grupo independiente como nosotros quiere hacer eso, requiere, quizá, cinco permisos, una ambulancia, una patrulla, para poder tener esos permisos (...) Para poner un puesto de palomitas o de algodones en la Alameda, lo único que se necesita es un permiso y un pago”, afirma Miguel Ángel Díaz, quien está al frente del Grupo de Experimentación Artística Asaltodiario.

En los meses posteriores al 19 de septiembre, Díaz bailó en los albergues, como parte de Contradanza y junto a otros artistas que, tan sólo dos años después, en 1987, le dieron vida a Asaltodiario en su origen. Entonces, bailar en la calle era una forma de protesta ante la falta de atención a las necesidades del gremio dancístico y una vía para relacionarse con la sociedad civil desde el arte. Appleton dice que empezar a vincularse con la danza urbana fue una forma de empoderamiento y reflexiona sobre el presente y la importancia de determinar si hay que darle o no continuidad a las apuestas políticas y estéticas que nacieron del sismo: “En lo personal no tengo una mirada muy positiva. Yo creo que el movimiento fue muy fuerte en su momento porque vivía una coyuntura que nos llevó a varias de nosotros a actuar. Pero que en realidad todos regresamos de alguna manera a nuestras actividades cuando se fue normalizando la vida. Las miradas se fueron poniendo hacia otros temas. Ahora estamos trabajando de manera independiente y eso es preocupante porque tenemos que ver cómo lograr otra vez consolidarnos con las organizaciones civiles, con aquellas que siguen luchando por mejorías sociales, de calle, de habitación. Ahí es donde creo que se perdieron muchos vínculos”.

Las palabras de Cecilia Appleton se empalman con las de Miguel Ángel Díaz: “Las becas son para las personas, no para los grupos. Ahora ya, después de mucho tiempo y de que lograron la desmovilización, sacaron las becas de México en Escena para algunos grupos, y no alcanzan para todos. Eso es lo que hemos perdido. Con tanta beca, tanto apoyo individual, nos hemos vuelto individualistas”.

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En “Cuando la Tierra habló”, que tendrá actividades hasta mañana, Barro Rojo, Contradanza y Asaltodiario presentan sus piezas emblemáticas de la época del sismo: Septiembre, otoño en el olvido (a la memoria de Arturo Garrido), Algunos instantes, algunas mujeres y Todo aquel sorprendido, todo aquel consignado, respectivamente; obras cargadas de fervor y expresividad sobre las luchas sociales.

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