El sí avanza pero sólo en los anuncios de reasignaciones y en los boletines de Cultura federal. Sin embargo las obras no se ven. En cambio surgen nuevas dudas sobre lo que representa. Aunque los gobiernos federal y local optaron por hacer ver el proyecto como social —como si con ello cualquier cuestionamiento al proyecto naufragara—, el exdirector del INAH Sergio Raúl Arroyo advirtió del disfraz que encierra esa palabra. En la mesa “Proyecto Chapultepec. Política cultural y ordenamiento territorial” —dentro de los “Diálogos Ciencia y Cultura”— dijo: “Se dice que se van a incorporar sectores que han estado marginados, ese es un cuento que a estas alturas nos debería causar vómito. Es un acto despótico muy cargado de ideología en el que se utiliza la marginalidad como un argumento clave, una coartada, para justificar lo que se dice y hace”. Añadió algo más: este proyecto tiene mucho de simulación y control, y sus contradicciones son parte de una cultura estructural. ¿Será por esa simulación que no avanza nada en este proyecto prioritario?

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En abril se realizaron las “Jornadas de Reflexión sobre el sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación que necesitamos para el futuro”, donde participaron representantes de universidades públicas y privadas. Como resultado dieron a conocer 15 puntos que se deben contemplar para la elaboración de la Ley General de Ciencia y Tecnología, en la que trabaja Conacyt. Pero el no podía quedarse atrás y comenzó sus mesas en las que convocó a investigadores a exponer lo mal que está el sector debido a la ciencia neoliberal, y ha convocado a que la comunidad participe en la plataforma de consulta para el Anteproyecto (consulta.conacyt.mx), para que expresen sus críticas. Dicen por ahí: “El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones” y es que para participar el interesado se debe registrar y dar su correo electrónico. ¿Por qué Conacyt querría saber de quién proceden las críticas?, El Anteproyecto ya estuvo en la Conamer y ahí recibió cerca de 300 comentarios que no se tomaron en cuenta. De nuevo el Conacyt hace como que escucha.