Algo se está haciendo muy mal en Morelos, y no hablamos de los gravísimos problemas de inseguridad y violencia que atraviesa la entidad y que el gobierno estatal no resuelve, sino de asuntos de promoción cultural, económica y turística. Nos cuentan que, definitivamente, Morelos ya no será sede del festival Pixelatl, que es una plataforma que desde hace al menos ocho años se realizaba en la ciudad de Cuernavaca y generaba una derrama económica muy importante y representaba un atractivo cultural para el estado, pues su vocación es promover las industrias creativas de México y América Latina, así como el desarrollo de propiedades intelectuales originales.
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Los últimos años que se realizó en Morelos, el festival tuvo que sortear —y muy bien— la pandemia; sobre todo tuvo que enfrentar la pobreza ya franciscana y cultural de la administración del gobernador Cuauhtémoc Blanco, que ha llevado a los organizadores a buscar un nuevo estado que los cobije y lo han encontrado en Jalisco, lo cual está bien porque el festival continuará, pero está muy mal porque abandona Morelos un proyecto cultural que tiene como objetivo profesionalizar y vincular internacionalmente la industria mexicana para convertirla en una palanca de dignificación, desarrollo y reconciliación para México. Otro ejemplo de falta de visión cultural.
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