Los textos escritos no por un musicólogo o un crítico, sino por un artista que explora y reúne sus gustos y fobias desde su condición melómana están reunidos —cuenta, en entrevista, el director de Publicaciones de El Colegio Nacional, Alejandro Cruz Atienza— en el segundo tomo del Cuaderno de música , de Mario Lavista , que se publicó en noviembre, en el marco del primer aniversario luctuoso del compositor, con el apoyo de Arte y Cultura Salinas.
Ambas compilaciones (el primer tomo se publicó en 2013) reúnen algunas de las conferencias que Lavista dictó antes de los conciertos que organizaba en El Colegio Nacional, ensayos, artículos (publicados en revistas como Letras Libres o Pauta, que él mismo fundó) y discursos seleccionados por el compositor; sus temas van de Mozart al impacto de la música popular, por ejemplo, y tienen algo, dice Cruz Atienza, de misceláneo y glosa musical.
El formato (tapa dura, camisa color crema) corresponde al de la serie Obras, que compila la producción intelectual / artística de cada uno de los miembros colegiados. Entre los artistas de hace varias décadas, el editor enlista al Dr. Atl y Diego Rivera; de los contemporáneos, a Eduardo Matos Moctezuma, Gabriel Zaid y Ruy Pérez Tamayo, cuya obra ya alcanzó los 27 tomos. El conjunto unitario de lo que produjeron es el espíritu de la colección.

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En el caso de Lavista el título fue cambiado adrede. “No es fortuito que en lugar de llamarse Obra se llame Cuaderno de música; es una declaración de principio, Mario es un gran compositor y su obra, principalmente, es la de un compositor musical. Los textos reunidos en estos dos tomos los hizo por encargo o iniciativa propia”.
Si bien, el segundo tomó se publicó hace cuatro meses, Lavista entregó en 2015 una posible versión de lo que éste sería, incluso antes de publicarse la segunda edición del primer cuaderno. ¿Por qué pasó tanto tiempo?, se pregunta Cruz Atienza.
“Darle forma al libro fue un ir y venir en el que la obra nunca estaba terminada y se iba decantando. Cada que iba al Colegio, Mario entregaba una serie de manuscritos. Entre 2018 y 2019 el libro ya estaba bastante formado. Mario, en su búsqueda de cambio, se lo da a leer y cuidar a la editora Aridela Trejo, que entonces colaboraba con nosotros”.
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No es que su intención no fuera clara, precisa Cruz, sino que él era cambiante en sus sensibilidades sobre cómo configurar el libro. Pero la pandemia de Covid-19, en un principio, y luego el deceso de Lavista impidieron que el proyecto fuera terminado.
“Con el impacto que tuvo para México y para El Colegio Nacional surgió la necesidad de publicar el segundo tomo”. Ciertas anotaciones que Lavista le dio a Trejo, fueron tomadas como última voluntad: el índice fue el último que él avaló; minucias que quedaron en lugar de otras posibilidades. La falta de iconografía, por ejemplo, se debe a que el compositor no alcanzó a seleccionarla. “Los Cuadernos son un espacio de expresión que publicamos, respetando los originales, por el deseo de homenajear a Lavista a un año de su muerte”, concluye Cruz Atienza.
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