De los 304 recintos que opera la de la Ciudad de México, sólo 31 de ellos, ubicados en cuatro alcaldías: Cuauhtémoc y Gustavo A. Madero (dos recintos), Magdalena Contreras (cuatro recintos) y Venustiano Carranza (23 recintos), volvieron a operar durante tres meses, entre el 1 de septiembre y la primera quincena de diciembre, desde que inició la pandemia por el Covid-19. El semáforo rojo, que inició el pasado sábado, obligó de nuevo al cierre de puertas.

La pandemia puso en evidencia viejos y nuevos desafíos en las bibliotecas públicas de la capital donde se concentra el mayor número de recintos bibliotecarios en el país. El intento por regresar a la “nueva normalidad” el 27 de agosto, como lo marcó la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum en la Gaceta de la Ciudad de México, no se logró porque la red tiene problemas multifactoriales.

Un análisis realizado por la Dirección de Acervo Bibliohemerográfico de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México, confirmó que era imposible reabrir los 304 recintos debido a que un porcentaje significativo del personal de las bibliotecas es población vulnerable, son adultos mayores, en su mayoría es personal sindicalizado, y las alcaldías e instituciones no contaban con los insumos necesarios que garantizaran la seguridad del personal y de los usuarios, además algunas bibliotecas se encuentran dentro de colonias de alto contagio.

Previo a que se decretarara el semáforo rojo en la Ciudad de México, la dependencia informó a EL UNIVERSAL que aunque no es privativa, “sí es una característica presente en la Red de Bibliotecas Públicas de la Ciudad de México” que los responsables de los recintos sean adultos mayores.

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“De acuerdo con lo manifestado por distintos miembros de la Red Nacional de Bibliotecas en los encuentros que convoca y coordina la Dirección General de Bibliotecas de la Secretaría de Cultura federal, se advierte que esta característica también está presente en las redes estatales” según la tarjeta informativa que envío a este diario la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación.

Antes de la pandemia, las bibliotecas ya enfrentaban varios retos, entre ellos: incrementar el número de sus usuarios. “Este desafío se ha vuelto más complejo, pues es claro que el balance entre mantener cerradas las bibliotecas y minimizar los riesgos de contagio se inclina más hacia lo segundo”, señaló la dependencia.

10 USUARIOS Se registraron en promedio. Antes de la pandemia eran 30

Covid evidencia carencias de bibliotecas públicas
Covid evidencia carencias de bibliotecas públicas

Juan Toledano y Rosa Hernández Sánchez, dos de los responsables de la biblioteca Abitia, señalaron que alrededor del 60% de sus compañeros son adultos mayores o tienen problemas de salud, y que sólo habían vuelto entre cinco y 10 usuarios, de los 20 y 30 que iban antes de la pandemia.

Todo era distinto en las bibliotecas públicas: tapetes desinfectantes, gel en la entrada y en cada mesa, distancia social en mesas y sillas, señaléticas de entradas y salidas, y jabón para manos. Además, no había acceso directo a los libros en estanterías, y libros que eran prestados entraban a cuarentena.

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“Nunca me habían dado tanto material de limpieza como ahora, eso es muy bueno”, relató Patricia Mejorada Chávez de la biblioteca Abasolo, quien a o largo de 15 años de trabajo es un ejemplo de la promoción de la lectura y el uso de las bibliotecas en la Ciudad de México. Ella ha impulsado proyectos de fomento al libro que pocos emprenden, y aunque no se reactivó la normalidad en su recinto, sí había logrado cierta “normalidad” que con la vuelta al semáforo rojo se paralizó de nuevo.

Retos que el Covid multiplica

Al parecer, en 2017 se realizó el último diagnóstico que guarda la Red de Bibliotecas Públicas de la Ciudad de México, asegura la Dirección de Acervo Bibliohemerográfico.

“No obstante, en los expedientes disponibles en el área no encontramos un registro del mismo. La Dirección de Acervo Bibliohemerográfico ha avanzado en el instrumento “Encuesta para conocer las prácticas de lectura, las preferencias literarias y el uso de la Red de Bibliotecas Públicas de la Ciudad de México”, mismo que esperamos aplicar cuando las condiciones sanitarias lo permitan”, señala la dependencia.

La realidad es que cada biblioteca presenta diferencias respecto a sus dimensiones, condiciones ambientales, recursos, ubicación o personal que brinda los servicios. De los 304 recintos que conforman la Red de Bibliotecas Públicas de la Ciudad de México, 244 corresponden a las alcaldías, mientras que el resto pertenece a diversas instituciones públicas de la ciudad.

244 BIBLIOTECAS Son competencia de las alcaldías: el resto pertenecen a instituciones

En el contexto del retorno a las actividades, tal como lo confirmaron en septiembre en la reapertura de espacios, es fundamental reconocer que el regreso no será igual para todos los recintos de la Red y que este retorno gradual dependerá fundamentalmente de la valoración que cada una de las alcaldías e instituciones realice sobre las condiciones de los recintos bibliotecarios y de su personal. Lo que hoy se sabe es que los usuarios de las bibliotecas públicas de la Ciudad son en su mayoría estudiantes de nivel básico.

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Ante ese panorama tan diverso y con el análisis general que tienen, la Dirección de Acervo Bibliohemerográfico planea desde el año pasado realizar trabajo en tres líneas de acción: actualización del acervo, capacitación y fomento a la lectura; pero el Covid-19 lo ha impedido.

Covid evidencia carencias de bibliotecas públicas
Covid evidencia carencias de bibliotecas públicas

Sin embargo, la realidad ha vuelto a poner en una situación de mayor desventaja a las bibliotecas, aunque a través de las redes sociales han intentado activar una serie de actividades no lo han logrado porque no estaban preparados. Hay iniciativas como el podcast Estantería abierta, un proyecto de la Red de Bibliotecas Públicas de la Ciudad de México que permite a los escuchas recorrer distintos estantes, como si estuvieran al interior de una biblioteca, pero no sumado grandes adeptos todavía.

“La pandemia ha representado una oportunidad para el personal bibliotecario que ha incursionado o incrementado su actividad en redes”
Dirección de Acervo Bibliohemerográfico

Han subido videos con lecturas en voz alta, videos con recomendaciones literarias, han compartido actividades de ferias virtuales del libro y calaveritas literarias, en los que participan algunos bibliotecarios, pero sin que sea una estrategia general en toda la red y en la que participen todos los responsables de las bibliotecas.

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Tampoco en el acervo físico hay avance. De acuerdo con la información proporcionada por la Dirección General de Bibliotecas, durante el 2019 se distribuyeron 273 colecciones de mantenimiento en la Ciudad de México, y han recibido 16 colecciones de materiales en lenguas, una por cada alcaldía.

Entre enero y marzo de 2020, la Dirección de Acervo Bibliohemerográfico distribuyó 6 mil 489 ejemplares en 301 bibliotecas de la Red. “En cuanto el semáforo epidemiológico lo permita, realizaremos otra entrega de material bibliográfico”. Pero eso aún se vislumbra lejano.