Relajo en La Bella Durmiente

Nos cuentan que, otra vez, hubo broncas en la Compañía Nacional de Danza. Se preparaba para el estreno de La bella durmiente de la versión coreográfica de Mario Galizzi, su ex director artístico, un ballet que no se había bailado en 25 años, que dura cerca de tres horas y que tiene una producción nueva. Ante el reto, se pactaron tres ensayos en Bellas Artes. Sin embargo, nos dicen, las autoridades del INBA avisaron que les iban a recortar media hora de cada ensayo y que con la Orquesta del Teatro de Bellas Artes sólo tendrían dos. Con el tiempo limitado, sin poder ensayarlo completo, con dos elencos, se tuvieron que ajustar no sólo la CND, también técnicos, músicos, ensayadores, vestuario. Todo fue estrés. En pasillos del recinto trascendió que el relajo fue porque el tiempo que se le recortó a la CND se le dio a la Orquesta Sinfónica de Israel. Roberto Vázquez, subdirector del INBA, tuvo que reconocer que en parte los inconformes tenían razón. Hubo quejas de distintas áreas, pidieron más tiempo y hasta audiencia con la directora del INBA, Lidia Camacho, pero nadie les resolvió. Ante ello, nos dicen, empezó a trascender que los bailarines leerían un comunicado previo a la función para acusar a Camacho. La funcionaria, entonces, avisó que los atendería el día del estreno (el domingo pasado), una hora antes de la función. Hubo más molestias porque ella quería usar el tiempo que se necesita para concentración y calentamiento. Y llegó. Llenó de halagos a todo el mundo y trató de convencer a los bailarines de no leer nada y de no decir su nombre. No calmó los ánimos, los aumentó. Entonces fue con los músicos para pedir lo mismo, tampoco lo logró. Al final, los bailarines leyeron su comunicado. ¿Pero qué necesidad? En este sexenio se le dijo a la CND que era la joya de la corona. ¿Cómo estarán los grupos que no tienen tan prestigiado mote?

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