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Placer y dolor en Cielo Cruel de Maritza M. Buendía

Reseña de Cielo Cruel (Alfaguara, 2023), novela de Maritza M. Buendía, misma que gira en torno del deseo de tres mujeres

Maritza Buendía ganó el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima 2024 por su novela Cielo Cruel. / Nicolás Fong / Secretaría de Cultura
10/08/2025 |01:06Vicente Alfonso |
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“La protección final, que Aureliano empezaba a vislumbrar cuando se dejó confundir por el amor de Amaranta Úrsula, radicaba en que Melquíades no había ordenado los hechos en el tiempo convencional de los hombres, sino que concentró un siglo de episodios cotidianos de modo que todos coexistieran en un instante”, reza el cierre de Cien años de soledad, novela que cuenta la historia de los Buendía. Para hablar de Cielo Cruel (Alfaguara, 2024) novela que en mayo pasado fue reconocida con el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima, quiero evocar este final maestro por dos razones. La primera es obvia: la autora de la novela premiada, Maritza M. Buendía, lleva el mismo apellido que la familia que protagoniza la saga de Macondo. La segunda razón tiene que ver con lo que García Márquez llamaba carpintería narrativa: si atendemos a los indicadores temporales distribuidos en Cielo Cruel podemos afirmar que también abarca alrededor de un siglo de sucesos en la historia de una familia, y al hacerlo, traza un recuento de los problemas y los debates que han desvelado a nuestro país en ese lapso.





Desde la publicación del volumen de relatos Los días en el jardín (Tierra Adentro, 2005), quedó claro que la sexualidad y el erotismo eran una de las preocupaciones de Maritza como narradora e investigadora. Escrito con una prosa rica en evocaciones sensoriales, aquel libro de cuentos era ya un catálogo de obsesiones relacionadas con los impulsos del cuerpo. La cuarta de forros advertía que “el erotismo no tiene un rostro, sino muchos” y que “hace suyos el dolor, la crueldad, el misterio…”. En las dos décadas que han pasado desde entonces, la autora ha sido fiel a esa tarea de explorar los puentes entre el erotismo y los límites de la experiencia humana. En esa búsqueda, su obra ha sido distinguida con galardones como el Premio Gilberto Owen por Tangos para Barbie y Ken (Textofilia, 2016), así como el Premio Bellas Artes de Ensayo Literario por Poética del voyeur, poética del amor, Juan García Ponce e Inés Arredondo (UAM, 2013). Además ha sido becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, de la Fundación para las Letras Mexicanas y actualmente pertenece al Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores.

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Volvamos a Cielo cruel: tanto el título como el epígrafe aportan una valiosa clave, pues conectan la novela con un verso de Ramón López Velarde dedicado a la capital de Zacatecas. El asunto no es menor: si el propio López Velarde hablaba de su “temperamento erótico” como vía para abordar incluso las cuestiones más abstractas, Buendía se inscribe en esa tradición para hurgar en las íntimas turbulencias de sus personajes y, de este modo, hacer un retrato crítico de México en el siglo XX.

En 202 páginas, la novela narra hechos clave en la vida de tres mujeres de la familia Manrique: Belén, Gloria y Mar. Tres generaciones. La primera de ellas, Belén, es todavía una adolescente cuando, en 1921, es reclutada por la recién creada Secretaría de Educación Pública para formar parte de la cruzada vasconcelista, iniciativa cuyo objetivo es alfabetizar al pueblo bajo la premisa de que la educación puede ser el gran factor cohesionante que dé identidad a los mexicanos. La novela echa luz sobre pasajes muy poco conocidos en este capítulo de nuestra historia, por ejemplo, en el hecho de que además de enseñar a la población a leer y escribir, los maestros que formaban parte de la cruzada tenían la misión de impartir charlas sobre educación sexual, iniciativa que no era muy bien recibida en regiones conservadoras: en el capítulo XVII, la novela rescata testimonios sobre profesoras y profesores que fueron torturados e incluso asesinados en distintos puntos del país: en Guadalajara dos maestras fueron violadas frente a su padre, en Veracruz un profesor fue quemado vivo en una hoguera hecha de libros, en Puebla asesinaron a tres maestros frente a sus alumnos. Así, para Belén la misión de educar se convertirá en un asunto de vida o muerte.

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Por su parte Gloria, hija de Belén y segundo eslabón en esta cadena, no encara un entorno más sencillo: obligada a migrar por razones económicas, regresa a Cielo Cruel tras décadas de residir en los Estados Unidos. Corre la década de los setenta y la llamada liberación sexual está en su apogeo. En consonancia con esos aires de libertad, y azuzada por sus más profundas fantasías eróticas, Gloria enfrenta un entorno de rigidez moral para explorar nuevas formas de ejercer su sexualidad. El mayor de sus retos es convencer a Fernando, su esposo, de que es posible amar a más de una persona al mismo tiempo y con la misma intensidad.

El tercer eslabón de la cadena es Mar: nombrada así en honor de una villana de telenovela, es nieta de Belén e hija de Gloria, y crece convencida de que su destino es acarrear desgracias a aquellos a quien ama. Lectora compulsiva desde pequeña, Mar dedica su vida a las artes como profesora universitaria. Si su abuela debió enfrentar a hordas enfurecidas por la educación sexual, Mar enfrenta aquello que Zygmunt Bauman llamaba la era líquida, es decir, una época en donde las relaciones se caracterizan por su fugacidad y su falta de compromiso. Atraída por un alumno mucho menor que ella, la profesora encara uno de los tabúes más sólidos de nuestros tiempos: ¿puede una mujer establecer una relación duradera con un hombre más joven?

En Cielo Cruel, Maritza M. Buendía logra una certera adecuación entre fondo y forma. Para contar la historia de tres generaciones ha elegido una estructura que, en lugar de ordenar los hechos en el tiempo convencional de los hombres, hace que los momentos significativos en la vida de las tres mujeres coexistan en un instante. Trenzadas, las historias de las Manrique se refuerzan entre sí. Por su uso efectivo de los recursos del narrador, y por la forma en que establece puentes con distintas tradiciones literarias nacionales y universales, Cielo cruel es una novela memorable que recompensa a sus lectores con placeres y dolores insospechados.