Estas son, a mi juicio, las novelas más destacadas entre las que se publicaron en México durante 2025 (en orden alfabético):
El hombre, Guillermo Arriaga. Alfaguara.
Para lograr esta novela polifónica de muy largo aliento, tan ambiciosa como deslumbrante, que hurga en el pasado en busca de las causas de nuestro convulso presente, Arriaga echa mano de técnicas muy variadas. A partir de las trayectorias de dos personajes (el poderoso empresario Henry Lloyd y su contraparte Jack Barley), Arriaga hace un recuento de un siglo XIX que tiene como epicentro el sur de los Estados Unidos. Desde la recreación de las voces de personajes marginados por la historia (indios apaches, esclavos africanos) hasta la perspectiva de la esposa misma de Lloyd, pasando por la escrutadora mirada de un biógrafo, un coro de testimonios nos permite conocer los hechos desde distintas épocas y perspectivas. Quizá solo así pueden contarse las historias silenciadas detrás de las versiones oficiales.

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Cuerpos sin nombre, Imanol Caneyada. Tusquets.
En el presente distópico en que ocurre esta novela, lo más inquietante coincide con nuestra realidad: en una sociedad caótica y convulsa, desaparecen miles de personas. Tantas, que el Estado se ve rebasado y son los familiares quienes emprenden la búsqueda de los desaparecidos, mientras la burocracia encargada de la procuración de justicia se limita a dar al caos una apariencia administrativa. Narrada en primera persona por una chica ausente, esta trepidante novela Imanol Caneyada utiliza los recursos de la ficción para profundizar en la forma en que se estigmatiza a quienes son capturados por la aceitada maquinaria del crimen organizado, así como las distintas maneras en que los familiares procesan y enfrentan la ausencia de sus seres queridos.
Todos los fines del mundo, Andrea Chapela. Penguin Random House.
“¿Con quién pasarías el fin del mundo?” pregunta un personaje en la página 80 de esta novela que arranca en una distópica Madrid donde el apocalipsis no es una entelequia sino una posibilidad cercana. Angélica, joven mexicana, establece un vínculo con sus vecinos Manu y Susana. ¿Cómo llamar a esa relación? ¿Debe nombrarse de algún modo? “No todos experimentamos la rabia, la tristeza o el deseo de la misma forma”, señala Angélica. Para la segunda parte, el equilibrio del planeta se ha roto sin remedio. No obstante, la tercera y última parte del libro nos exige evaluar de nuevo lo leído. Una novela entrañable y precisa sobre el misterio de las relaciones humanas, sobre cómo el mundo se acaba cada tarde, y sobre cómo la vida, siempre cambiante, nos obliga a replantear conceptos que consideramos inmutables.
Autobiografía de la piel, Ana Clavel. Alfaguara.
A caballo entre la novela, el volumen de memorias y el ensayo, este libro resulta central en la trayectoria de Ana Clavel. En capítulos breves, llenos de tensión y con alta carga sensorial, la voz que narra este libro aborda el tema de la piel desde muy diversas perspectivas: médica, científica, metafórica, lingüística, erótica. Del deseo al miedo, de la admiración a la transgresión, esta autobiografía contada en 65 fragmentos es un relato sobre el sitio que la piel tiene como receptora de caricias y castigos. También aporta claves sobre el proceso creativo de novelas como Las violetas son flores del deseo y El amor es hambre, al tiempo que dialoga con voces esenciales de la cultura universal, de Jimmy Hendrix a Anaïs Nin, de Juan José Arreola a Oliver Sacks.
Los mil ojos de la selva, Omar Delgado, NitroPress.
Se sabe que el baile de homosexuales realizado en 1901 en la Ciudad de México concluyó con una redada, y que Porfirio Díaz decidió mandar a varios de los detenidos a pelear en la Guerra de Castas, conflicto entre blancos e indígenas mayas que se había prolongado por cincuenta años. Este libro, ganador del Premio Bellas Artes de Novela José Rubén Romero, recrea en clave literaria la cruzada de cinco de esos hombres, quienes acompañaron al 54 Batallón del ejército mexicano, soportando fuego amigo y abriéndose paso en el infierno verde. Mezclando ficción y hechos históricos, y echando mano de técnicas propias de la novela epistolar, el relato fantástico, la novela negra y la mitología maya, Omar Delgado pone sobre la mesa una ficción que se lee con avidez.
El llanto del aire, Bernardo Fernández, “Bef”. Océano.
A veinte años de la publicación de Tiempo de alacranes, la primera novela negra que obtuvo el prestigioso premio Una Vuelta de Tuerca, Bef ha dado constantes muestras de su versatilidad. Con El llanto del aire inicia una saga de ciencia-ficción que parte de una premisa: la humanidad ha logrado salir de la Tierra y expandirse. Lo que ha sido imposible es erradicar viejos vicios humanos: inequidad, explotación irresponsable, falta de ética. Esta primera entrega de la saga tiene como contexto a Cuicatlán, planeta periférico cuyo acondicionamiento debería ser rutinario, pero no lo es. Ya se sabe que, aún en las expediciones más rigurosas, muchas cosas pueden salirse de control.
Las mansiones de Zatar, Kyra Galván. FCE.
21 de octubre de 2057: Liliana Spert, paleontobióloga afamada, descubre que su hijo de veinticinco años se ha cortado las venas tras haber iniciado sesión en un juego llamado Las mansiones de Zatar. Dagaz, suerte de perro-robot asignado para apoyar a Liliana en la lucha contra la depresión, emprende una pesquisa en torno a la muerte del muchacho. Una novela sobre la forma en que superamos los períodos de duelo, sobre el papel de la tercera edad en nuestras sociedades y sobre los dilemas éticos que plantea la existencia de planos virtuales en donde recrear cualquier experiencia es posible.
Los sueños de Patanjali, José Gordon. Grijalbo.
Gordon nos demuestra que la noción de realidad que construimos los humanos es una edificación muy frágil. Para lograrlo, pone en práctica el viejo adagio: show, don’t tell. Una constelación de personajes, pertenecientes a distintos tiempos y ámbitos, coinciden en ir tras la respuesta a preguntas esenciales ¿qué es y cómo surge la consciencia? ¿Podemos trascender al tiempo y al espacio? Tomando elementos de la ciencia, el yoga, la historia, la literatura y la neurología, el autor nos introduce en un fascinante juego de cajas chinas que nos obliga a replantear nuestro lugar en el universo.
El terror de las puertas, Ethel Krauze. Alfaguara.
Con una prosa pródiga en imágenes, algunas tiernas y otras incómodas pero todas memorables, Ethel Krauze reconstruye el mundo de una niña de once años, quien hurga tras toda clase de puertas para descubrir el mundo. Puertas que cierran y puertas que se abren. Puertas que se cruzan para no volver jamás. Como la libreta de autógrafos de la protagonista, esta novela está forjada con su propio lenguaje: palabras que son como sus entrañas mismas. Las memorias, como las flores, pueden conservarse para siempre.
La ausencia, Mónica Lavín. Planeta
Esta novela recurre a elementos de lo fantástico y del thriller para construir un entramado apasionante: Lavinia Melín, escritora mexicana, viaja en el tiempo para entrevistar a tres de sus autoras favoritas: Carson McCullers, Katherine Anne Porter y Eudora Welty. Pero algo más une a estas escritoras: las tres coincidieron en 1941 en una residencia donde Beth, una cuarta escritora, desapareció mientras nadaban en un lago. ¿Huyó, fue víctima de un crimen? Mónica Lavín conjuga la tensión de la novela policial, la profundidad del ensayo y la concisión del cuento para poner sobre la mesa valiosas reflexiones en torno al arte de narrar, la vocación literaria, el arte de la biografía.
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El hombre en el jardín, Gilma Luque. Hachette.
Una madre que se fue, una jardín con árboles y abuelos, perros, gatos, una tortuga de orejas rojas y una pareja que se enfrenta al hecho de que el amor es eterno sólo mientras dura, son los ingredientes de esta novela que, narrada en capítulos breves, nos enfrenta a la memoria de una mujer llamada Inés Lambarri, quien perdió a su madre muy joven. Con una estructura fragmentaria, la novela es pródiga en reflexiones en torno a temas tan actuales como imperecederos ¿qué hace que una familia lo sea? ¿En qué consiste ser madre? ¿Y ser hija? Mientras Emilio, pareja de Inés, se empeña en vivir en el jardín de la casa, el ruido de las máquinas excavadoras se acerca a la propiedad amenazando con derrumbar no sólo el presente, también el pasado.
La bruma y el detective, Mauricio Montiel. Salto de Página.
Ambientada en la brumosa San Francisco que inspiró El halcón maltés a mediados del siglo XX, esta novela es protagonizada por un detective que ha heredado el oficio y hasta el viejo sombrero stetson de su padre. Se trata de un hombre “proclive a la niebla de la melancolía” que atraviesa una “bancarrota emocional”. Envuelto en esa niebla anímica, el detective intenta dar con el paradero de una mujer llamada M. Con una solución que rechaza la ortodoxia del género y un ritmo frenético que contagia al lector de la enturbiada subjetividad del protagonista, La bruma es un homenaje a los orígenes del suspenso.
El amigo muerto, Antonio Ortuño. Seix Barral.
La premisa de esta historia es tan sencilla como poderosa: el personaje-narrador comienza a recibir en su teléfono mensajes de texto de un amigo cercano. El problema es que ese amigo, Carlitos Villaurrutia, ha muerto meses atrás, durante un violento episodio en un mercado donde su hermano tiene un puesto de piratería. ¿Quién, por qué envía esos mensajes de ultratumba? Al enigma van añadiéndose elementos: una llave, unos enigmáticos discos compactos… Escrita con la prosa veloz, efectiva y contundente que es ya un sello en la literatura de Ortuño, esta historia hurga en los rincones más sórdidos de la sociedad. Esos que, a veces, son también los más exclusivos.
El inextricable caso de la banda del automóvil gris, Juan José Rodríguez. Grijalbo.
“El ingenio siempre debe estar activo porque se pierde” aconseja un editor a un novel reportero, gloria del periodismo provinciano, en las primeras páginas de esta novela. Se trata de un joven que, dispuesto a probar suerte en la capital, se topa con los diarios de su bisabuelo: lo primero que nota es que, hace cien años, la vida era sospechosamente parecida a la actual. Combinando sus conocimientos históricos y literarios, Juan José Rodríguez nos conduce por un alucinante recorrido del porfiriato a la era del tiktok y de regreso, y en el trayecto nos hace comprender que, bajo la engañosa cáscara de la cotidianidad, se esconde una realidad más fascinante que cualquier novela de aventuras.
Corazón habitante, Daniela Tarazona. Almadía.
Esta novela se desarrolla en tres momentos: durante la prehistoria una mujer de la época de las cavernas explora su entorno, durante el siglo XVII el médico William Harvey realiza estudios anatómicos en torno a la circulación sanguínea, y en un futuro no muy lejano, un astronauta es al mismo tiempo sujeto y objeto de intensos estudios científicos. No obstante, a medida que avanza la lectura encontramos puntos en común en los tres planos: si bien las nociones de tiempo y de espacio van cambiando, la curiosidad del ser humano es constante. Con una estructura muy bien trazada y voces narrativas construidas con pericia, Tarazona pone sobre la mesa una estrujante novela que —bajo el elemento simbólico del corazón— explora la esencia humana y las maneras en que nos relacionamos con el entorno.
Cuentos: si bien el objeto de este recuento es la novela, no puedo dejar de señalar que 2025 ha sido, también, un año pródigo en libros de relatos: algunos de ellos son Terrestre, de Cristina Rivera Garza (Penguin Random House), Las máquinas enfermas de Alberto Chimal (Páginas de espuma), Soñarán en el jardín de Gabriela Damián Miravete, Los inocentes de Hiram Ruvalcaba (Era) y Ruinas líquidas de Zeth Arellano (UANL).
Es también un año generoso en reediciones, pues han vuelto a circular obras importantes como La derrota de los días de Mauricio Carrera (FCE), Nostalgia de la sombra de Eduardo Antonio Parra (Era), los primeros tres títulos de la saga de El Zurdo Mendieta y Un asesino solitario de Élmer Mendoza (Penguin Random House), así como No hay tal lugar y La Invasión de Ignacio Solares (Alfaguara).