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Los políticos, los medios de comunicación, los artistas, los funcionarios, todos tienen una opinión sobre la frontera entre El Paso y Ciudad Juárez. Cuando se refieren al lugar, casi siempre hablan del muro, y el imaginario que impera es el de la violencia absoluta.

Pero, ¿qué se cuenta adentro?, ¿qué pasa en lo cotidiano entre los dos lugares?, ¿cuáles son esas narrativas que aquel otro discurso ha acallado?, ¿qué queda de un pasado común donde aún no se imponía una línea divisoria?

Hallar esas voces es la propuesta de una de las obras más ambiciosas que realizará el artista mexicano Rafael Lozano-Hemmer (Ciudad de México, 1967). Se llama Sintonizador Fronterizo y ocurrirá entre los dos países “con el fin de hacer visibles las conversaciones que ya existen entre las dos ciudades”, como lo explica en entrevista el artista, quien ha desarrollado una obra especializada en arte electrónico que combina tecnologías y que demanda la participación activa de la sociedad.

Es una pieza que ocurrirá tanto en El Paso como en Ciudad Juárez; que involucrará el espacio público y la participación de habitantes, visitantes, artistas, turistas; y que ocurrirá por 12 noches, del 13 al 24 de noviembre, entre las 6:30 pm y las 11 pm.

Sintonizador Fronterizo no trata de llevar un show o espectáculo sino que sucederá a partir de lo que hagan los participantes. Ellos activarán haces de luz visibles en 15 kilómetros a la redonda; la esencia es que esos usuarios puedan hablar y escuchar a alguien que igualmente se ha conectado desde otro punto.

La pieza consiste en la instalación de seis estaciones interactivas entre El Paso y Juárez; cada persona podrá ubicarse en un atril de la estación, donde habrá un dial o perilla que moverá y emitirá rayos de luz que escanearán el horizonte y se encontrarán con otros haces. Cuando dos haces se encuentren, las computadoras abrirán una conversación entre ese participante y el otro que se hallará tras la frontera o, incluso, en su propio país.

Además, los usuarios podrán conversar, oír o buscar a más para un nuevo diálogo.

Rafael Lozano-Hemmer —quien ha realizado hasta ahora siete viajes a la zona para este proyecto— considera que las narrativas sobre Juárez y El Paso suelen ser imposiciones, simplificaciones (“como las simplificaciones militarizadas de Donald Trump y de sus miedos racistas”), pero que la gente en la frontera busca hablar y ser escuchada, y que eso es lo que propone Sintonizador Fronterizo:

“La idea no es llegar a crear puentes de luz, lo que estoy haciendo es subrayar esos puentes que existen. Los medios y la administración que es tan nacionalista tienen una forma de hablar de la frontera que no se ajusta a la complejidad existente entre estas dos ciudades hermanas. Sí es cierto que estamos ante una crisis humanitaria de migración, ante una intensificación del racismo que lleva, por ejemplo, a la masacre de El Paso; que estamos en una especie de guerra comercial, que hay feminicidios, guerra contra las drogas, tráfico de personas, narcotráfico, etc. También es cierto que estamos hablando de una zona que está interconectada de una forma fraternal, histórica, económica, medioambiental; que por más de 100 años han sido ciudades hermanas y que tienen un enorme sentido de la coexistencia y la interdependencia”.

Arte en sincronía, en ambos lados del muro fronterizo
Arte en sincronía, en ambos lados del muro fronterizo

En la línea de Sky Art su obra explora de nuevo el territorio del cielo. Sobre ese escenario, Rafael Lozano-Hemmer y su equipo (la curadora es Karry Doyle, de The Rubin Center for the Visual Arts, de la Universidad de Texas), han indagado en la historia común de las dos ciudades. El artista remarca la importancia de no llegar a imponer una acción, sino escuchar y dejar un legado y una memoria.

El Sintonizador Fronterizo —que se podrá seguir vía on line en el sitio sintonizador.net— ocurrirá en dos puntos que ya marcan un antecedente histórico y social clave: Bowie High School, en El Paso, una secundaria pública donde 98% de los estudiantes son latinos; y en el Parque del Chamizal, en Ciudad Juárez, un lugar familiar.

“Por casi 100 años esa área se pensó como una zona binacional porque el Río Bravo cambiaba constantemente sus curvas y la división estaba entre un lado del río y del otro. Por mucho tiempo se propuso hacer un parque binacional, una idea que a mí me parece fabulosa. En los 80 se canalizó el río, y Estados Unidos cedió a México este parque; es el único ejemplo en la historia de Estados Unidos donde ha cedido territorio”. En ese terreno, Trump mandó poner una valla.

Una gran fiesta cultural. Lozano-Hemmer cuestiona algunos trabajos artísticos hechos en el lugar. Con Karry Doyle, y otros activistas, curadores y artistas, como León de la Rosa, Jane Terrazas y Edgar Picazo, él debatió acerca de cómo la frontera está siendo utilizada de una forma oportunista por algunos artistas que llegan a la región (no todos) que no se interesan por los verdaderos problemas que existen ahí.

“Llegan para tomarse la foto, sentirse parte de una historia que no les pertenece. Esa sensación de apropiación indebida es algo que me resaltaron y que entendí de inmediato”, cuenta.

Por ello, Sintonizador Fronterizo se pensó como una obra que detone acciones, trabajo y otras obras artísticas. “Queremos asegurarnos que ese dinero de la obra llegue a la región, que la beneficie. Estamos contratando docentes, traductores, técnicos, electricistas, personal de seguridad, etc. Tomamos parte de nuestro presupuesto y lo estamos dedicando para encargar obras nuevas a artistas locales”.

A nivel del legado, la idea es que todo lo que se diga en el proyecto se archive, que haya un catálogo, que exista en un sitio web. “Es muy importante que deje un rastro, que sea algo que nos ayude a recordar esas interconexiones y que la gente sea escuchada”.

La complejidad de la pieza demandó muchos permisos en ambos países, el último fue el de autoridades de tráfico aéreo, en Estados Unidos; demandó también un alto presupuesto y por eso tuvo que posponerse por un año.

Rafael Lozano-Hemmer no quiso patrocinios que implicaran usar logos de marcas —nunca lo ha hecho— ni recursos públicos, que a menudo limitan la libertad de expresión absoluta. En la realización participan fundaciones de Estados Unidos y México. A través de una AC., El Paso Community Foundation, se maneja y transparenta el tema de los recursos.

El proyecto será gratuito. Todo el público puede participar. Se instalará mobiliario y serán zonas seguras en ambas ciudades.

Cada noche habrá eventos especiales: poetas mexicanos hablando con poetas de Estados Unidos; los grupos Sonido Cachimba y Frontera Bugalú, uno en Ciudad Juárez y el otro en El Paso; voces de feministas; historiadores; imitadores de Juan Gabriel y Selena; indígenas; una mesa sobre migración.

La pieza ocurrirá a partir del 13 de noviembre, cuando ha terminado la migración de la mayoría de las aves; esta es una de las consideraciones tomadas para no alterar el medio ambiente.

Sobre lo ocurrido en El Paso, Lozano-Hemmer dice:

“El mensaje que quiero dar es que los medios de comunicación no reportan la realidad. Ambas ciudades, de forma absolutamente bella y conmovedora, reaccionaron contra este ataque racista, desde los políticos hasta el público, la solidaridad, la observación de un luto, la sensación de interconexión, todo esto es realidad. Hay una sensación de que la hermandad crece a pesar de lo que sucedió. No pretendemos que no sea una situación difícil, pero este proyecto busca contar esas otras historias que no se están contando”.

El artista dice que prefiere no opinar sobre el presidente estadounidense: “Es un síntoma de un problema social que existe en Estados Unidos, que es el racismo. Intento, en lugar de pensar en ese tipo de políticos, pensar en otros, como el alcalde de El Paso (Dee Margo), que es un republicano, y que le ha respondido a Trump que está equivocado, o como Beto O'Rourke, que ve la frontera como un lugar de esperanza y entendimiento”.

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