Unas semanas antes de que comenzara a pintar el mural Inventando el futuro en uno de los muros interiores de la Biblioteca Enzo Levi, de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Ingeniería de la, en Ciudad Universitaria, le pidió a uno de sus colaboradores que contratara a cuatro alumnos del taller de pintura mural que él mismo había fundado en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP), hoy Facultad de Artes y Diseño, para que lo ayudaran.

Fue así como Maribel Avilés, Leonora González, Susanne Junge y Patricia Quijano, quien posteriormente se convertiría en la última pareja y esposa de Belkin, se sumaron al proyecto patrocinado por la Sociedad de Exalumnos de la Facultad de Ingeniería de la UNAM (en particular por la Generación 1954), la Asociación de Ingenieros Universitarios Mecánicos Electricistas y el Colegio de Ingenieros Civiles de México AC.

“Yo conocí a Arnold cuando me integré a su taller en el segundo semestre de la carrera. Él se dedicaba a conseguir muros para que los alumnos tuvieran la experiencia de pintar un mural... Como recientemente había conseguido uno en la delegación de Xochimilco, el dibujo del mural que se iba a hacer allí ya lo estaban pasando a tamaño natural. Poco después empecé a participar en la hechura de esa obra”, cuenta la pintora y escultora Maribel Avilés.

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Por su lado, la también artista plástica Leonora González dice: “Yo conocí a Arnold cuando él estaba pintando el mural Fuego Nuevo en la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa. Mi hermano me dijo que aceptaba voluntarios. Lo busqué y de inmediato me incorporé a su equipo. A lo largo de varios meses fui todos los días a trabajar con él, hasta que lo terminó.”

De acuerdo con Avilés y González, el artista plástico mexicano de origen canadiense era una persona sumamente amable, simpática y generosa que amaba el .

Arnold Belkin: amante y renovador del muralismo
Arnold Belkin: amante y renovador del muralismo

Primeros bocetos

A partir de la idea de la ingeniería como una forma de conocimiento y apropiación de la tierra, Arnold Belkin empezó a imaginar cómo podía representar cada uno de los cuatro elementos de la naturaleza (la tierra, el fuego, el agua y el aire), asociarlo a una tecnología específica y conjuntarlo con los demás, y puso manos a la obra...

Al poco tiempo citó a sus nuevas asistentes en su estudio de San Bernabé, en San Jerónimo, para mostrarles los primeros bocetos que había hecho, pedirles su opinión acerca de ellos y preguntarles cuál preferían.

“A mí me impresionaba gratamente que trabajara así y fuera tan abierto a los comentarios y las observaciones de los demás”, recuerda González.

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En esa ocasión, Belkin también les transmitió todo aquello que había platicado con los patrocinadores de este mural, por ejemplo, que querían que se incluyeran los proyectos de los satélites Morelos, porque en ellos habían participado ingenieros de la UNAM.

“Para Arnold, la gestión de un mural resultaba muy importante. Debía coordinar muchos intereses, cuadrar presupuestos… Pero como él era una persona muy diplomática, con una gran capacidad de trato, no tenía problemas para alcanzar acuerdos”, indica González.

“Y nos decía que la preparación de un mural se llevaba alrededor de un año, entre ir viendo gente, presentarle una propuesta, escoger los temas, realizar la investigación y concebir, bajo su muy particular perspectiva, lo que quería que apareciera y se manifestara en él”, agrega Avilés.

Arnold Belkin: amante y renovador del muralismo
Arnold Belkin: amante y renovador del muralismo

Detallista

Apenas le hicieron entrega del muro de la Biblioteca Enzo Levi, Belkin invito a sus asistentes a conocer el espacio, y apenas llegó el material para sellar, éstas se subieron al andamio, sellaron el muro y se dispusieron a esperar 15 días.

Al término de este lapso se colocó el bastidor de madera y, a continuación, las asistentes cuadricularon el muro con un reventón, recortaron los cuadros de la copia heliográfica del boceto, cubrieron el muro con ellos, unificaron el dibujo, que Belkin iba corrigiendo, y comenzaron a aplicar el color por áreas.

“También nos llevó con unos ingenieros de la UNAM para que nos hablaran de las distintas tecnologías que quedarían plasmadas en el mural. A mí siempre me pareció fantástica su manera de sistematizar el trabajo para que el equipo funcionara”, comenta Maribel Avilés.

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En este mural, Belkin usó pintura acrílica Politec. Como buen alumno de Siqueiros, era un apasionado de los acrílicos y de los experimentos que se podían hacer con ellos.

“Arnold permanecía sentado ante su mesa —encima de la cual estaba desplegado el boceto del mural—, mezclando colores y revisando cómo llevábamos a cabo nuestro trabajo. Ya que estaban cubiertas las áreas de color, él subía al andamio y se abocaba a delimitar los espacios, a corregir una boca, un ojo, una mano, o a sombrear con el aerógrafo. Era muy detallista. Y si nosotras no sabíamos hacer algo, como retocar, con todo el amor y toda la paciencia del mundo nos enseñaba a hacerlo”, apunta Avilés.

“Los detalles finales los hizo él solo, mientras nosotras trazábamos la firma”, complementa Leonora González.

Álbum

Durante seis meses de 1990, las cuatro alumnas de la ENAP colaboraron con Belkin en la creación del mural Inventando el futuro, lo cual les sirvió para cubrir su Servicio Social.

“Por eso confeccionamos un álbum que todavía conservo, con fotos, notas que yo misma escribí, recortes de periódicos... Era algo así como un reporte de todo el trabajo que hicimos con Arnold, pero por una extraña razón no les interesó a las autoridades de la ENAP y me quedé con él… ¡Ah, se me olvidaba!: todos los días, Arnold nos preparaba un café delicioso y, a veces, algún platillo suculento. Me encantaba cuando nos preguntaba: ‘Muchachas, ¿qué quieren comer mañana? Con su actitud y su manera de ser parecía decirnos: ‘Estoy contento y quiero que ustedes también estén contentas.’ Generaba bienestar a su alrededor. Fue un maestro maravilloso y una espléndida persona”, finaliza Avilés.

Leonora González

Artista plástica

“Además de tener un gran corazón, Arnold era una persona muy culta que leía mucho y estaba al tanto de la música, la poesía, el teatro y la política. En todo se involucraba profundamente”


Maribel Avilés

Pintora y escultora

“Arnold era un enamorado y un apasionado de México. Le maravillaba no sólo la obra de los muralistas contemporáneos, que fue la que lo trajo aquí, sino también el resto de la cultura mexicana”

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