El politólogo y expresidente del Instituto Federal Electoral (IFE), opinó que el gobierno del presidente vive las limitaciones que le impone la Constitución y la ley como si fuera una camisa de fuerza y no una normatividad que garantiza a los ciudadanos que el poder no será discrecional.

“Noto una pulsión que no soporta la crítica; si una organización civil, si un escritor, si un medio de comunicación, si un académico emiten una crítica a determinada política, a determinados dichos, inmediatamente lo que aflora es ese resorte descalificador. Epítetos no faltan: conservadores, neoliberales, mafia en el poder, fifís, pero no se está promoviendo desde el gobierno un debate público”, señaló el colaborador de EL UNIVERSAL.

Durante la mesa “Gobernar en la pandemia. Desafíos democráticos”, organizada por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, José Woldenberg dialogó con la senadora Beatriz Paredes y la exconsejera del IFE Jacqueline Peschard . Señaló que el poder presidencial debe ser vigilado, para eso están los pesos y contrapesos políticos, pero también la prensa, las organizaciones civiles, la academia y “un manojo de ciudadanos organizaciones que deben ejercer esa capacidad de vigilancia, de seguimiento, de crítica, por supuesto también de elogio, cuando quepa”.

Sin embargo, señaló que López Obrador no es capaz de coexistir de manera regular con esos contrapoderes y “quisiera reconstruir un hiperpresidencialismo ” por encima de los demás poderes. Dijo que el caudillismo siempre ha estado vivo y que el presidencialismo exacerbado privó a lo largo de décadas y décadas.

“Lo que veo es una reconcentración del poder en el Ejecutivo”, apuntó.

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Woldenberg afirmó que una cosa son el diálogo, el debate y la crítica con razones, con argumentos, con evidencia y otra cosa es la “descalificación barata”, que no ayuda a embarnecer el espacio público de nuestro país, que tanto necesita México en estos momentos.

“Si no logramos embarnecer nuestro espacio público, temo que se siga adelgazando y que sigamos en una dinámica muy poco productiva, nosotros contra ustedes y ustedes contra nosotros”, dijo.

Por su parte, Beatriz Paredes aseguró que lo que ha caracterizado el manejo de este régimen de la pandemia es el “voluntarismo”, es decir, una visión circunscrita a lo que “le latía” al titular del poder ejecutivo federal y a cómo “desde su muy personal visión” podía calificar la peligrosidad el riesgo y el impacto de la pandemia.

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“Esta lógica de la vigencia del pensamiento único es una lógica de los estados autoritarios. El mundo ha superado esta visión de alinear al pensamiento único de todos los comportamientos, y es triste que nosotros estemos viviendo una etapa de regresión autoritaria”, señaló Paredes.

Para la socióloga Jacqueline Peschard, con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador “tenemos una amenaza efectiva de regresión autoritaria” y una tendencia personalizada de poder, lo que Woldenberg denomina “el hiperpresidencialismo”.

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“Hay una característica de esta regresión y apropiación del espacio público a través de las conferencias matutinas que lo que hacen no solamente es fijar una agenda, invadir un espacio publicidad presidencial en especie; y no sólo se polariza la discusión sino que se trivializa, no hay posibilidad de interlocución; hay una clara incapacidad para que en esta invasión del espacio público se pueda generar una conversación que es parte de nuestra vida democrática”, comentó.

Peschard también dijo que en esta apropiación del espacio público, hemos visto un constreñimiento de la sociedad civil, porque en este momento no se permite el disenso, porque criticar es igual a la traición e incluso, dijo, hay un ánimo persecutorio.

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