Sus patas son relativamente cortas en relación a otras, y su pico es recto y oscuro, pero cuando se eleva por los aires se distingue sobre todas las demás. El playero rojizo es un ave mediana y de aspecto robusto que realiza una de las más espectaculares del continente. Viaja desde su área de reproducción en Alaska hasta las costas del noroeste de México y humedales de Centro y Sudamérica.

Durante la temporada invernal su plumaje es de color gris en el dorso y blanco en el pecho y abdomen, mientras que en la época reproductiva las plumas bajo su cuello se tornan rojizas, de ahí el nombre de esta ave que en nuestro país se encuentra catalogada como en peligro de extinción por las distintas amenazas que enfrenta, como la pérdida de hábitat, contaminación y perturbaciones humanas.

Playas y humedales les sirven de albergue, pero las aves playeras son el grupo que más rápidamente está disminuyendo a nivel mundial por las actividades humanas, muchas de las cuales tienen que ver con las actividades recreativas en costas. El playero rojizo, con sus 32 mil kilómetros de vuelo de ida y vuelta —aunque realizan más de un viaje, por lo que pueden sumar hasta 200 mil kilómetros— bajo el plumaje, es un ejemplo de las distintas aves que se distribuyen a lo largo del Pacífico enfrentando distintas amenazas.

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Precisamente para lograr estrategias que mitiguen estos impactos, un grupo de científicos de distintas organizaciones en el mundo se dio a la tarea de generar un proyecto que reúne ejemplos de investigaciones, experiencias y retos en el cuidado de estas aves. Recientemente se presentó el documento: “Conjunto de herramientas para el manejo de la perturbación humana hacia las aves playeras en América Latina”, que integra 28 proyectos desarrollados en 11 países con la finalidad de mitigar el impacto humano de norte a sur del continente americano.

En el proyecto participa el CICESE (Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California) por parte de México, pero también lo integran otras instituciones, como la National Audubon Society y la Point Blue Conservation Science, por parte de EU; así como la Asociación Calidris de Colombia.

Colaboración internacional

Eduardo Palacios Castro, colaborador en la investigación por parte del CICESE Unidad La Paz, ha dicho que aunque no todos los sitios de descanso y alimentación de estas aves playeras presentan disturbios por la actividad humana, se ha observado como el problema se intensifica, por lo que es fundamental abordar un reto de biodiversidad compartida, pues en México están presentes 46 de las 50 especies playeras que existen en Norteamérica y que por su naturaleza migratoria se convierten en una responsabilidad del patrimonio natural que no tiene fronteras.

En el texto se subraya una cifra que expone de forma contundente la problemática: desde 1970 este tipo de aves presentan una pérdida del 37% de sus poblaciones. Los motivos son principalmente la pérdida y fragmentación de su hábitat, así como la reducción de sus tasas de supervivencia, debido a la mortalidad directa y las perturbaciones en sus entornos. El impacto humano causado por sus actividades recreativas en zonas de playa es bien conocido, pero no se había hablado de ello, diseccionando las diversas problemáticas y las estrategias para mitigarlas.

Palacios ha dicho que contrario a lo que pudiera imaginarse, las estrategias para evitar el disturbio en aves playeras no están orientadas solamente a restringir el acceso de las personas a las playas, ni cancelar actividades recreativas, sino a generar modelos de convivencia pues más allá de la vigilancia que se realiza como parte de las estrategias formales de conservación, el verdadero éxito se encuentra en concientizar a las personas para que conozcan el impacto de sus actividades y después hagan eco de la información.

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Foto: Especial
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En ocasiones se piensa que hay actividades inocuas para las aves que simplemente sirven de escenografía de un bonito día en la playa, pero en realidad se trata de organismos frágiles con múltiples impactos. Por ejemplo, el experto explica que si una playa a donde llegan las aves migratorias está ocupada por múltiples actividades recreativas, las aves vuelan y están en constante alerta, en lugar de alimentarse y descansar, lo que merma su carga energética y al final les resta posibilidades de supervivencia.

Los vehículos terrestres, los residuos inorgánicos —plásticos principalmente— y los perros sin correa son algunos de los principales agentes de perturbación en las playas. En el documento destacan estrategias de mitigación como el monitoreo, programas de concientización y zonas de acceso restringido. Un ejemplo exitoso de recuperación de poblaciones ha sido el proyecto del chorlo nevado (Charadrius nivosus) en Bahía de Todos Santos, en Ensenada, Baja California, donde la cercanía de las playas con la zona urbana es una presión aún mayor.

Esta ave tiene sus nidos en la arena, por lo que se ven amenazados por factores como el desarrollo urbano, las actividades recreativas de la población y la presencia de especies invasoras como perros y gatos ferales. Desde 2018 se llevan a cabo campañas de protección de los nidos de estas aves y se han instalado cercos temporales para que las aves puedan tener mayores posibilidades de lograr la exitosa eclosión de huevos.

Un futuro compartido

El documento consigna, que, debido al impacto de la perturbación humana, se han identificado sobre el Pacífico 37 especies de aves playeras y 21 acuáticas, como receptoras de los principales impactos; sin embargo, también los proyectos analizados han logrado detectar en este tipo de ecosistemas algunas otras especies animales afectadas por la presencia humana, como el caso del lagarto moteado de México, así como diversas especies de osos, lobos y pumas en la costa oeste de Vancouver.

El lagarto moteado se le considera un fósil viviente y su veneno está siendo estudiando para tratar enfermedades como diabetes, Parkinson y Alzheimer. Viven en los acantilados, pero los gatos y ratas —poblaciones que han crecido debido a la presencia humana—, y el impacto de su basura, son sus principales depredadores.

En este instrumento de investigación presentado hace unos días también se realiza un estudio del caso del playero rojizo en el Golfo de Santa Clara, al noroeste de Sonora. Su presencia en sus playas arenosas está directamente relacionada con una de sus principales fuentes de alimentación: el pejerrey, un pez endémico del Golfo de California. Antes de migrar hacia sus sitios de reproducción en América del Norte, las aves buscan cargarse de energía en esta zona de nuestro país.

La problemática observada es la gran carga turística de esta zona, donde se calcula la presencia de 20 mil personas por temporada, pero además se han puesto de moda actividades en la playa de gran impacto para las aves, como carreras de vehículos. Se trata de un área protegida, pero los recursos gubernamentales están más dirigidos al cuidado de la vaquita marina, así que la presencia de ONG´s y voluntarios ha sido fundamental para lograr la vigilancia de la zona y establecer cercos temporales cada vez más ambiciosos que protejan tanto las temporadas de desove del pejerrey, como la llegada de las aves migrantes.

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Entre las conclusiones que presentan estas herramientas de empleo sobre la perturbación humana para las aves playeras, se encuentran que es urgente el manejo adecuado de mascotas en las zonas de playa, así como evitar la proliferación de fauna feral. Por otra parte, se muestra cómo el ciclo de vida de las aves playeras es impactado diferencialmente, pues depende de las épocas de reproducción y migración.

Los esfuerzos de monitoreo de aves playeras del Pacífico se concentran en el invierno boreal, mientras que en el Atlántico se hace en diferentes épocas. Los impactos y agentes de perturbación cobran más importancia dependiendo del ciclo individual de cada grupo de aves por lo que se debe tener conocimiento de sus hábitos y biología para desplegar las acciones necesarias conforme a sus ciclos de vida, pero también tomar en cuenta los hábitos y condiciones que llevan consigo los humanos que impactan estas áreas de manera permanente.

Los investigadores proyectan que se espera que las amenazas a las que son expuestas las aves playeras aumenten en los próximos años. La magnitud y frecuencia de las perturbaciones humanas hacia estas especies crecerá, por lo que es indispensable crear conciencia sobre estas condiciones para mantener vivos a estos organismos que ya empiezan a mermar sus poblaciones y con ellas el legado de biodiversidad de nuestro planeta.

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