E n agosto de 1940, Eduardo García Máynez, a la sazón director de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM —la cual tenía su sede en la Casa de los Mascarones, en la colonia Santa María la Ribera de la Ciudad de México— fundó el Centro de Estudios Filosóficos.
Más de 25 años después, en 1967, y bajo el rectorado de Javier Barros Sierra, este centro —que para entonces ya estaba en la Torre I de Humanidades, en Ciudad Universitaria— se transformó en el Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs), que en 1988 se trasladó a la zona de la Investigación en Humanidades.
A 85 años de su fundación, el IIFs sigue estando a la vanguardia de los estudios filosóficos en el país, de la formación de profesores e investigadores, y de la difusión del conocimiento filosófico. Pero, ¿qué utilidad tienen los estudios filosóficos?, ¿para qué sirve, en suma, la filosofía?
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“Algunos filósofos responderían esta pregunta diciendo que la filosofía no sirve para nada, que es un ejercicio de pura reflexión acerca del ser, el conocimiento, la verdad, la razón, la ética…, y que no debería esperarse nada más de ella. Sin embargo, otros filósofos aseverarían que la filosofía sí es muy útil y que podemos sentir su utilidad en el día a día, y para respaldar su aserto dirían que, por ejemplo, algunos regímenes políticos han sido inspirados por ideas filosóficas o que los celulares, a los cuales les prestamos tanta atención hoy en día, tuvieron su germen en debates sobre los fundamentos de las matemáticas”, señala Luis Estrada González, actual director del IIFs.
Aportaciones
De acuerdo con Estrada González, entre las principales aportaciones que han hecho los miembros del IIFs a la filosofía destacan, sin duda, las de Robert S. Hartman, quien se desempeñó como profesor e investigador de este instituto desde 1956 hasta su muerte, en Cuernavaca, en 1973.
“Sus aportaciones a la teoría del valor fueron muy significativas, pero hoy en día están un poco olvidadas. Lo que no se puede olvidar es que, por encargo del gobierno mexicano, este filósofo germano-estadounidense diseñó, durante su estancia en el IIFs, una estrategia para implementar el reparto de utilidades en las empresas... Otras aportaciones que no han sido del todo olvidadas, pero que merecen ser más discutidas, son las de Raúl Orayen a la lógica. Con la llegada de este filósofo argentino a nuestro instituto en 1982, los estudios dedicados a esta disciplina adquirieron una vitalidad que no habían tenido antes”, agrega.
Asimismo, en el IIFs se ha reflexionado y debatido, de manera muy abierta y con diversos sectores de la sociedad, acerca de las ciencias, la pobreza, la violencia, el aborto, el espacio público, la democracia y, más recientemente, el humanismo mexicano.
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“Esta es una pequeña muestra de lo vigoroso que es nuestro instituto en la formulación de tesis y planteamientos filosóficos”, apunta Estrada González.
Balance
Que una universidad tenga una entidad dedicada exclusivamente a la investigación filosófica representa una gran ganancia cultural. Por eso, a 85 años de la creación del IIFs, el balance de sus logros es indudablemente positivo.
“No cualquier universidad tiene un instituto como éste. Incluso en los países llamados desarrollados hay universidades que carecen de uno. Un instituto como el IIFs es un bien muy preciado. Además, el reconocimiento del que goza, tanto dentro como fuera de México, es inmenso. Creo que todos sus integrantes debemos estar orgullosos del IIFs, pero en general, quizá por nuestra misma formación, no estamos satisfechos del todo con lo que hemos logrado. Seguimos con la intención muy clara de influir e incidir más en la cultura nacional, de decirle al pueblo de México, desde la filosofía, cosas significativas sobre su existencia, sobre cuál debería ser el rumbo del país o sobre qué nos depara el futuro con tantos problemas como el calentamiento global y las guerras.”
Para Estrada González, los integrantes del IIFs están haciendo todo lo necesario para recuperar su espacio en los debates públicos que ahora mismo se están dando en el país.
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“Alguna vez tuvimos ese espacio, pero por diferentes razones lo perdimos. Probablemente nos volvimos personas muy especializadas, alejadas de dichos debates. Lo que queremos no es volver a la escena pública para opinar acerca de cualquier cosa, sino hacer las contribuciones que podamos desde nuestro conocimiento, desde nuestras áreas específicas”, comenta.
Estrada González es oriundo de Durango, y hasta hace un par de años, según informa, no había en las universidades de ese estado ninguna licenciatura en Filosofía.
“Ahora que la hay, los debates entre los estudiantes son distintos; se ve cómo encaran la vida, cómo discuten con los poderes políticos y religiosos, cómo interactúan entre sí. De verdad que sí hace la diferencia que en un lugar haya una entidad en la que se impartan estudios humanísticos y filosóficos. Qué bueno que en la UNAM tengamos el IIFs el cual es una referencia muy importante para el interior del país. En muchos sentidos somos un ejemplo y queremos seguir siéndolo y dialogando con toda la gente que quiera venir y platicar con nosotros”, finaliza.
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